El piloto de Alpha Tauri, fan de Alonso, quiere conseguir un podio para su país, Japón, diez años después del último
Tsunoda, a su llegada al Red Bull Ring de Austria.CHRISTIAN BRUNAEFE
En su temporada de debut, en 2021, casi hace historia y nadie se dio cuenta. Ocurrió en la última carrera del año, en Abu Dabi. Por detrás del tremendo lío entre Max Verstappen y Lewis Hamilton en la lucha por el título, Yuki Tsunoda acabó cuarto a menos de un segundo del tercero, Carlos Sainz, y tocó con los dedos un podio memorable para su país. Desde Kamui Kobayashi en 2012, ningún japonés ha celebrado con champán en la Fórmula 1. El piloto de Alpha Tauri, admirador entregado de Fernando Alonso, quiere romper más temprano que tarde con esa racha pese a los problemas con su monoplaza en los últimos meses y a un carácter que no encaja en el Gran Circo.
Parece tímido. ¿Cómo se maneja bajo los focos de la Fórmula 1?
Es difícil. Para mí es lo más difícil de todo. El salto de la Fórmula 2 a la Fórmula 1 no me pareció muy complicado porque los coches se parecen mucho, pero todo lo que rodea a las dos competiciones es muy distinto. Hasta hace unos meses sufría un poco. Gastaba toda mi energía en las entrevistas y llegaba cansado a la carrera. Ahora creo que me he acostumbrado, me relajo y lo intento disfrutar.
¿Se pueden hacer amigos en el paddock?
También cuesta. Yo no soy uno de los pilotos más habladores del Mundial. Si te digo la verdad, hay pocos pilotos que me saluden, que charlen conmigo.
Cuesta más llegar a la Fórmula 1 desde Japón.
Sin duda. En primer lugar porque en Japón no conducimos monoplazas hasta los 16 años, dos años más tarde que en Europa, por lo que tenemos una gran desventaja. Pero sobre todo porque cuando llegamos a la Fórmula 3 no conocemos la mayoría de los circuitos. En muy poco tiempo tenemos que acostumbrarnos a adaptarnos a pistas que los pilotos europeos ya se tienen aprendidas y eso nos condiciona. Por otra parte, en Japón hay mucha tradición en los deportes del motor y buenas escuelas.
¿Cuál fue el momento más difícil en su camino hasta aquí?
Fue en 2016 cuando estaba en la academia de pilotos de Honda. Los dos mejores íbamos a entrar en el equipo de la Fórmula 4 y yo estaba líder, pero en la última carrera, que valía doble, fallé. Me quedé fuera. Por suerte uno de los profesores, Kazuki Nakajima, que fue piloto de Fórmula 1, confió en mí y recomendó a Honda que me ayudara. Sin él no estaría aquí. Le debo gran parte de mi carrera.
Alpha Tauri parece estar sufriendo esta temporada.
Necesitamos algunas mejoras, pero el equipo sigue siendo magnífico. Cuando llegué en 2021 peleábamos por estar entre los cuatro mejores equipos, pero con los cambios de reglamentación no está constando. Confío en que algún momento lleguemos al rendimiento que buscamos. Personalmente yo este año estoy contento [ha sumado puntos en Australia y Azerbaiyán, donde acabó décimo] porque estoy dando mi 100%. Ese es mi objetivo. Y así los resultados llegarán.
¿Cuál es su máxima aspiración en la Fórmula 1?
Quiero ser campeón del mundo. Tengo 23 años y ese es mi objetivo. Todos los que estamos aquí queremos lo mismo.
Por las montañas del mundo, unos adolescentes se calzaban sus esquís, se vestían de valientes y seguían a Kilian Jornet, uno de los mejores deportistas españoles de la historia, hasta que las fuerzas se acababan, incluso cuando ya se habían acabado. «Te ponías detrás de él hasta que reventabas. Le seguías, petabas a medio camino, te ibas a la cama y, al día siguiente, lo volvías a intentar», recuerda Oriol Cardona. «Nuestro entrenador nos decía que hiciéramos lo que él hacía. Fue una suerte coincidir con él», añade Ana Alonso. Hoy, aquellos chavales, Cardona, Alonso y otros como Ot Ferrer, Íñigo Martínez, Marta García o María Ordóñez forman la selección de esquí de montaña, uno de los equipos más potentes del mundo junto a Francia y Suiza.
En los próximas Juegos Olímpicos de invierno de Milán-Cortina d'Ampezzo 2026 el skimo se estrenará en el programa y, por primera vez en la historia, España llegará como favorita a las medallas en un deporte de nieve. En la competición individual Cardona es uno de los favoritos, pero en el relevo mixto a ver quién le roba el oro al dúo que forma junto a Alonso. Paquito Fernández Ochoa, único campeón español en invierno, puede tener compañía por fin, más de 50 años después. ¿De dónde sale este milagro?
De muchos lugares, pero uno de ellos es la estela de Jornet, claro. El mejor corredor de trail de la historia dominó durante una década el esquí de montaña hasta el punto de que en el Mundial de 2011 se llevó tres oros, todos los posibles. Entonces no era una disciplina olímpica, era parte de su preparación, pero sus éxitos impulsaron a los chavales que le perseguían en tantos entrenamientos. A sus 37 años y con cuatro Copas del Mundo o cuatro Pierra Menta, el Tour de Francia de la especialidad, aún se alimentan rumores sobre la participación de Jornet en los Juegos Olímpicos de invierno de los Alpes en 2030, pero parece improbable. Queda su herencia, que multiplica la riqueza de quienes le precedieron.
"Mi padre no pudo enseñarme"
«Antes de Kilian en España siempre hubo practicantes, especialmente en las modalidades más cortas, que son las que ahora han entrado en los Juegos Olímpicos de invierno. Yo todavía tengo trofeos de mi padre en casa», apunta la granadina Ana Alonso, de 30 años, con la historia de España en el skimo en su salón. Su padre, Gerardo Alonso, apodado Yeti, guarda del refugio Félix Méndez de Sierra Nevada, fue uno de los pioneros españoles, segundo en el Europeo oficioso de 1975, pero por desgracia no pudo disfrutar de los éxitos de su primogénita: en 2010 un desprendimiento de rocas acabó con su vida.
¿Su padre le llegó a ver ganar alguna carrera?
No me llegó a ver competir en esquí de montaña, no pudo enseñarme y eso que él había dado muchas clases. Es una pena, la verdad. De adolescente yo competía en esquí de fondo y luego me centré en los estudios de INEF. Fue después de su accidente cuando empecé con el esquí de fondo. Me consuela que sus amigos fueron quienes me enseñaron así que, de alguna manera, sí pude cerrar el círculo. Aquellos inicios, con mi padre en el recuerdo, fueron muy bonitos.
Creado en los Alpes hace un siglo, el skimo se basa en ver quien sube y baja más rápido una montaña. En su modalidad clásica, los esquiadores suelen tardar entre dos y tres horas en cubrir kilómetros y kilómetros, pero eso es demasiado tiempo para el Comité Olímpico Internacional (COI). Los jóvenes se aburren, el Tik Tok y bla, bla, bla. Así que la modalidad que ha entrado en los Juegos es el sprint. Dos minutos y medio de locura: suben una pared empinada esquiando o corriendo con los esquís a la espalda, se paran para arrancar las pieles de seguridad y bajan deslizándose a todo lo que da. Como pasó en la escalada, los esquiadores de siempre critican la simplificación de su deporte, pero es un regalo para España. Ni en los Pirineos ni en Sierra Nevada hay kilómetros suficientes de nieve para practicar el skimo clásico, pero sobran para entrenar sprints.
De modelo a dominador del skimo
«Son pruebas cortas, muy explosivas, que se pueden entrenar aquí. No somos un país de nieve, somos un país de sol y nos tenemos que apañar con lo que tenemos», comenta Oriol Cardona, que entrena entre La Molina y Font Romeu, donde ha alquilado un apartamento junto a varios compañeros de selección.
Con muchas similitudes con Ana Alonso, su pareja en el dúo mixto -también tiene 30 años, su padre Joan también competía-, Cardona en cambio llevaba toda la vida peleando en el skimo cuando los Juegos Olímpicos le cayeron del cielo. A finales del 2021, la incorporación de la disciplina al programa olímpico ya le pilló como subcampeón del mundo de distancia sprint y ganas, muchas ganas de hacer lo que hace ahora: entrenar, entrenar y entrenar. Antes, compaginaba el esquí de montaña con algunos trabajos como guarda forestal o modelo y, sobre todo, con el trail running, donde llegó a ganar una Olla de Núria. De hecho, su relación con Kilian Jornet es aún más estrecha que la del resto: hoy le ayuda a planificar sus entrenamientos.
¿Y ya no corre?
Muy poco. Desde que el skimo entró en los Juegos lo dejé todo. No hay nada más grande que ser campeón olímpico. Además, llegaron algunas becas, recursos para prepararnos bien, y decidí centrarme al completo en los Juegos. Echo de menos correr, pero es una oportunidad única. Cuando era niño parecía una locura que el skimo fuera un deporte olímpico.
El sprint del skimo se disputa en carreras de seis participantes, con cuartos de final, semifinales y final y por ello suele haber sorpresas, pero Cardona es el vigente campeón del mundo y de Europa. En los Juegos Olímpicos de invierno de Milán-Cortina d'Ampezzo será el rival a batir y, si falla, en el relevo mixto junto a Alonso raramente lo hará. Este año todavía no han bajado del podio en la Copa del Mundo. Paquito Fernández Ochoa por fin puede tener compañía.
Un test en el circuito olímpico
El próximo fin de semana la selección española tiene una cita importantísima en la Copa del Mundo en la estación de esquí italiana de Bormio, exactamente en el mismo circuito donde el año próximo se disputarán los Juegos Olímpicos. Será un 'Olympic Test' donde se podrá ver si las virtudes de Cardona, Alonso y compañía encajan en el trazado diseñado por el COI.
Ahora retransmitida por Eurosport, TDP y Esport3, la Copa del Mundo consta de nueve citas, de las que ya se han disputado tres esta temporada. En la última, en Boí Taúll, en el Pirineo catalán, Cardona ganó la prueba masculina, Alonso fue tercera en la femenina y ambos dominaron juntos el relevo mixto.
La cita más importante de esta temporada será el Mundial que se disputará en Morgins, en Suiza, del 2 al 9 de marzo. Allí se repartirán dos plazas olímpicas de las 18 que habrá en juego. El resto dependerán del ranking, aunque el límite de una plaza por país hace que España tenga ya casi asegurada su presencia.
La menuda 9 de Roland Garros pudo sentir lo que sentía Paula Badosa, tan a flor de piel que lo tenía: desde las gradas se podía sufrir su angustia, desde las gradas se podía vibrar con su euforia. Después de otro durísimo periodo de derrotas por culpa de su maldita lesión de espalda, la española salió del pozo más hondo para vencer en primera ronda a la británica Katie Boulter por 4-6, 7-5 y 6-4 en dos horas y 20 minutos. No fue una victoria normal, ni mucho menos. Fue una victoria contra sí misma, contra su mente, contra sus demonios.
Porque Badosa llegó a Roland Garros hundida. "No debería estar aquí", le soltaba a su entrenador, Jordi Verdaguer, en el primer set mientras hiperventilaba, con los ojos cerrados, de espalda a la pista. La española, ahora 139 del ranking mundial, no quería jugar, no estaba en disposición de jugar, no podía jugar. En los primeros puntos, pese a un break a favor, lamentaba su lentitud de piernas y se lamentaba, se lamentaba. "No puedo", aseguraba después de un día tenso. Por culpa de la lluvia su partido pasó del mediodía a la noche, de una pista mediana a la pequeña 9, y esos cambios también le condicionaron.
A mediados del segundo set parecía que tiraba la toalla e incluso reclamaba a su equipo la opción de marcharse. Pero de repente, ¡pum! A una de sus quejas, Verdaguer contestó tajante: "Ya no tienes nada que perder, ya sólo te queda luchar". Y Badosa cambió de actitud. Al principio, con dudas. Luego, enfurecida, segura, salvaje. De la nada cambió su tenis, empezó a entrar en la pista, a conectar con su revés y poco a poco fue amedrentando a Boulder hasta hacerla caer. La británica, con poca experiencia en arcilla, en el primer partido de su vida en Roland Garros, no esperaba la transformación de Badosa y le afectó. Hasta el desenlace hubo vaivenes, pero la remontada de la española ya era imparable.
La victoria debería impulsar a Badosa a los cielos y permitir ganarle confianza de una vez por todas. En segunda ronda se enfrentará a Yulia Putintseva, una rival que ha derrotado dos veces en tres duelos, y el camino le dibuja un enfrentamiento en tercera ronda con Aryna Sabalenka, segunda del ranking y amiga íntima suya, que debería tomarse como un disfrute. Después de su buena actuación en el Masters 1000 de Roma y de su victoria con remontada de este martes, Badosa ya puede ver un horizonte más limpio, un horizonte en el que no tenga que luchar tanto contra sí misma.