Los apuros del Barcelona, que ganó ante el Alavés su séptimo partido liguero por la mínima, no afectaron al ánimo de Xavi Hernández, reacio a la autocrítica y empeñado en buscar un nuevo enemigo. “Lo que dice la prensa afecta al juego del equipo, porque se generan escenarios negativos que no son reales”, explicó el técnico azulgrana durante la rueda de prensa posterior al 2-1.
El 71% de posesión azulgrana ante un rival que sólo había sumado dos puntos como visitante en seis jornadas ligueras, apenas se tradujo en 11 disparos y dos saques de esquina. No obstante, Xavi obvió las dificultades de su ataque para generar peligro y prefirió señalar a los periodistas. “Cuando hablo del entorno no me refiero a la afición, sino a la prensa, que es muy exagerada. Las críticas de la prensa que afectan a los futbolistas y por eso no jugamos tan bien”.
“No es normal que no veamos las mejores versiones de nuestros futbolistas porque no juegan liberados”, analizó sobre las presuntas dificultades a las que se enfrentaron Fermín López, Lamine Yamal o Pedri, titulares ante los vitorianos, aunque lejos de su mejor versión. “Esto afecta, sobre todo a los más jóvenes”, añadió tras un duelo donde sus futbolistas terminaron pidiendo la hora.
“Más tensos de lo normal”
A juicio el ex internacional español, sus futbolistas juegan “más tensos de lo normal, por todo lo que se genera fuera” de su entorno. A estas dificultades hubo que añadir el 0-1, obra de Samu Omorodion cuando apenas se habían cumplido 18 segundos de juego. De hecho, la reacción sólo pudo concretarse en la segunda parte.
“En el descanso les he dicho que estén tranquilos. A mí también me dijeron que era el cáncer del Barça y aquí estoy, como entrenador”, subrayó Xavi en la sala de prensa del Estadi Olímpic Lluís Companys. Tras el pitido final de Mateo Busquets, el tono no varió demasiado en el vestuario. “Fui amable con los jugadores, porque necesitaban más cariño que críticas”.
El único momento en que el ex preparador del Al Sadd apuntó a su plantilla fue al admitir que la mejora respecto a las recientes actuaciones ante la Real Sociedad y Shakhtar Donetsk había sido “mínima”. “Ganar sin ser bueno también demuestra que el equipo tiene carácter y fe”, concluyó tras la novena victoria liguera del curso.
ABRAHAM P. ROMERO
@AbrahamRomero_
Madrid
Actualizado Viernes,
16
junio
2023
-
02:52Ver 5 comentariosDespués de Santamaría, Sanchís y Zizou, el inglés asume un...
«¿Usted fuma? Es que me he quedado sin tabaco». El pionero, que se apoya en un andador para moverse por su casa en el casco antiguo de Orihuela, recibe al reportero rodeado de centenares de fotografías y de trofeos cosechados en su gloriosa trayectoria. «Ahí estoy con Fausto Coppi. Para mí, siempre fue el mejor». El próximo miércoles, Bernardo Ruiz cumplirá 100 años. Podría irse con sus hijos, pero prefiere vivir solo. Hasta hace cuatro años paseaba a su pequinés y acudía diariamente al casino de su pueblo para «echar la mañana», leer la prensa y tomar un café, pero tras someterse a una operación de vejiga, y permanecer 10 días en la cama de un hospital, apenas sale a la calle. En invierno se queda en casa, donde le cuidan dos chicas, una por la mañana y otra por la noche. No sale para evitar el frío, la gripe y el covid.
Bernardo Ruiz fue el primer ciclista español en ascender al podio del Tour de Francia, en 1952. Fue tercero tras Coppi y el belga Stan Ockers. También fue el precursor en las victorias de etapa en el Giro de Italia: en 1955 estrenó palmarés en una jornada con salida y llegada en Roma. Fue el primer español en conseguir dos triunfos en un mismo Tour (1951), en las metas de Brive y de Aix-les-Bains. En su curriculum figuran la Vuelta a España de 1948 y tres campeonatos nacionales de ruta (1946, 1948 y 1951). Está considerado el primer ciclista profesional de España.
El Pipa ha perdido la audición, pero conserva una fecunda memoria. Explica con detalle cada una de las imágenes que reposan en las mesitas o adornan las paredes de su casa. «Esta foto es de la Vuelta a España, aquella en la que gané 17.000 pesetas. La última etapa terminó en el recién estrenado estadio Santiago Bernabéu. Para mí, la Vuelta siempre ha sido más divertida que el Tour», sostiene mientras recalca que aún sigue las carreras por televisión. «No sólo ve las pruebas en directo, sino también los resúmenes y los reportajes que emiten después», añade su hijo Bernardo, un farmacéutico que lleva trabajando 44 años en Orihuela. Él es una ayuda fundamental para encauzar la conversación con el periodista, porque nadie conoce e interpreta al pionero mejor que él.
Ruiz, con una portada del Marca, en su casa de Orihuela.CARLOS GARCIA POZO
El próximo día 8, en la casa del centenario se reunirán sus cuatro nietos y dos bisnietos y el resto de la familia de su hijo y de su hija Margarita, abogada. No estará el tercer hijo, Miguel, un sacerdote que fue misionero durante 30 años en Perú y que ahora se encuentra en Guerrero (México), colaborando en la construcción de un hospital.
Nunca pinchaba
El aniversario se completará con una exposición del artista Miguel Soro en la lonja de Orihuela, en la que se exhibirán retratos de un corredor que abrió sendero y rompió moldes. Ruiz no respondía a los cánones de los ciclistas españoles: pequeños y escaladores. Él era robusto, alto para la época (1,75 metros), fuerte y muy sólido en las subidas y en el llano. Decían que casi nunca pinchaba y que guardaba un secreto: inflar los tubulares nuevos, colgarlos como chorizos en su casa y dejarlos curtir durante dos años. Su primera bici profesional, una Alcyon, la compró en 1941 con las 500 pesetas (una fortuna) regaladas por su hermano Tomás, que combatió en Rusia con la División Azul.
Bernardo era un tipo duro hecho a sí mismo. A los nueve años faenaba en el campo y a los 11 le sorprendió la Guerra Civil. Cuando era un chaval fortaleció sus piernas y carácter dedicándose al estraperlo. Tiempos de hambruna. «En casa teníamos que trabajar para comer. Mi padre era campesino. Yo iba con mi bicicleta desde Orihuela a Cartagena cargado con aceite, cereales, tabaco, harina, pan... Llevaba 50 kilos por malos caminos, evitando a la Guardia Civil. Un día y medio para ir y volver». La vida dura de un niño que ha presenciado tres reinados (Alfonso XIII, Juan Carlos I y Felipe VI), una República, una Guerra Civil, una posguerra, una dictadura y una democracia. Decidió dedicarse al ciclismo cuando, siendo un chaval, ganó una carrera de aficionados y le premiaron con 25 pesetas, el triple de lo que ganaba su padre en un mes.
Bernardo Ruiz.CARLOS GARCIA POZO
«Nunca lo he tenido fácil, pero disfruté mucho con el ciclismo. Es un honor haber sido el primero», señala un corredor que fue rival de Federico Martín Bahamontes (el toledano también se dedicó al estraperlo), que debutó a nivel nacional en 1945 y se retiró en 1959 para dedicarse a la dirección de equipos. Dejó la bicicleta y empezó a fumar. «Sigue con sus cigarros, aunque se los controlamos un poco. Es que se pone a toser y no puede dormir», advierte su hijo.
Ruiz dirigió al equipo Faema de España (una prolongación de la escuadra belga liderada por Eddy Merckx). Fue el maestro de Angelino Soler, el vencedor más joven de la historia de la Vuelta a España (21 años, en la edición de 1961). «Me decían que estaba loco porque cuando casi nadie le conocía yo le hice un contrato de 100.000 pesetas. Cuando ganó la Vuelta, todos tuvieron que callarse. También di la primera oportunidad a Julio Jiménez... Creo que tuve buen ojo como director». Luis Puig le ofreció, sin éxito, ser seleccionador nacional. No aceptó porque las condiciones económicas le parecían insuficientes. Para el ex presidente de la Federación, sólo Miguel Poblet y Jesús Loroño estaban a la altura de los conocimientos de Bernardo Ruiz.
Vendedor de motos y bicicletas
El Pipa, tras dejar la dirección técnica de los equipos, regresó a Orihuela, donde regentó un establecimiento de venta de motos y bicicletas. Fue delegado de Moto Vespa en Alicante. Tras jubilarse, se dedicó a cuidar un pequeño huerto. Hace 10 años, la organización de la Vuelta le homenajeó por el 80º aniversario de la carrera. Entonces, el abuelo del ciclismo español comentaba a este periodista lo absurdo que resulta comparar el ciclismo de entonces con el de ahora: «Dicen que los ciclistas de antes no teníamos estilo, pero ¡cómo íbamos a tenerlo si las carreteras eran de tierra y estaban repletas de baches! Entonces no había equipos, participábamos en grupos de selecciones y peleábamos todos contra todos. Era un ciclismo individual, no había gregarios. Todos éramos rivales y atacábamos cuando nos parecía».
También confesaba que añoraba la diversión de antaño: «El ciclismo de mi tiempo era más entretenido, ahora en el Tour sólo hay tres etapas de montaña en los Alpes y otras tres en los Pirineos. El llano es monótono. Había más emoción». Este pionero vaticinaba que después de las retiradas de Alberto Contador, Alejandro Valverde y Purito Rodríguez se producirá un gran bajón en el ciclismo español. Un visionario sabio que cumple 100 años. La memoria de España.
No hay barreras que ellos no logren superar. En su día a día y en cada reto que se proponen.Álex Roca y José Luis García Serrano, Jota, son dos ejemplos de superación, de cómo el deporte es capaz de mostrar el espíritu irredento de dos tipos para los que los obstáculos son sólo acicates. En Ibiza unieron sus fuerzas para completar los 12 kilómetros del Santa Eulària Ibiza Marathon.
"Yo sin voz, él sin vista", contaba, a través de su pareja Mari Carmen Maza, Álex Roca. Unidos por una cuerda, por sus manos y por sus ganas de inspirar. El atleta catalán, con una parálisis cerebral del 76%, y el triatleta paralímpico, participante de los dos últimos Juegos con su discapacidad visual compartieron cada zancada en una emotiva carrera.
"Hoy he tenido el honor de correr junto a Jota, un referente y una inspiración. Yo me comunico en lengua de signos. Él no ve. Y, aun así, nos hemos entendido desde el primer momento. Porque cuando hay conexión y respeto, el deporte habla un lenguaje universal que va más allá de cualquier barrera. Gracias, Jota, por este regalo compartido. Lo importante no son los kilómetros que corres, sino el mensaje que dejas al pasar", declaraba Álex su llegada a meta.
Jota y Álex Roca se abrazan al completar la prueba.EL MUNDO
No era la primera vez de Roca en la carrera de la isla, aunque esta vez resultó especial. Arropados por cientos de espectadores en cada metro del recorrido, ambos corrieron con el objetivo de demostrar que las barreras no existen.
"Lo que han hecho Àlex y Jota va mucho más allá del deporte. Es un ejemplo de inclusión, compañerismo y valentía que representa perfectamente el espíritu de esta prueba", admitió Francisco Larrey, director de la prueba. El evento reunió a más de 6.000 corredores con un 70% de participación internacional.