Vinícius Jr. aseguró en una entrevista con la cadena CNN que el Mundial de 2030 debería cambiar su ubicación si España no avanza en la lucha contra el racismo.
“Hasta el 2030 tenemos un margen muy grande para la evolución. Espero que España pueda evolucionar y entender lo serio que es insultar a una persona por el color de su piel”, dijo.
“Si las cosas no evolucionan hasta 2030, creo que (el Mundial) necesita cambiar su ubicación porque el jugador no se siente cómodo y seguro de jugar en un país donde pueda sufrir racismo. Es complicado, pero yo creo y quiero hacer todo para que las cosas puedan cambiar porque hay muchas personas en España, o incluso la mayoría, que no son racistas, pero hay un pequeño grupo que acaba afectando a la imagen de un país que es tan agradable para vivir. Me encantar estar aquí y me encanta jugar para el Real Madrid”, añadió.
La estrella brasileña hizo estas declaraciones en una entrevista publicada por la CNN el pasado 28 de agosto y de la que se han hecho eco este martes medios españoles y las redes sociales.
Vinícius Jr. elogió los cambios adoptados contra el racismo en España pero consideró que se puede hacer más.
“Ya veo y siento diferencias en España hoy, que hay gente que quizá todavía siga siendo racista pero ahora tiene miedo de expresarse en un campo de fútbol y en lugares donde hay muchas cámaras”, argumentó.
“Tres personas fueron condenadas a cárcel por insultarme en un partido (contra el Valencia). Y eso es algo que siempre se quedará marcado en la historia porque fuera la primera vez y cada vez que lo hagan de nuevo será posible hacerles pagar por hacer sufrir a las personas negras”, agregó.
Algunos ponen en duda que el ajedrez sea un deporte, pero nadie podrá negar que, en todo caso, es el más mental. Incluso un levantador de pesas, puro músculo, puede ver mermado su rendimiento por problemas psicológicos, pero lo que le ocurre al campeón mundial de ajedrez son palabras mayores. Ding Liren, de 31 años, no levanta cabeza desde que se convirtió en el sucesor de Magnus Carlsen. En realidad, el gran maestro chino logró el título cuando ya tenía problemas, nacidos de una ruptura sentimental justo antes de la gran competición de su vida.
Ding destaca por su extraordinaria humildad y eso propicia una preocupación colectiva mayor de lo normal. Su ausencia de los tableros recuerda a lo ocurrido con Bobby Fischer, quien después de derrotar a Spassky en 1972 tardó 20 años en reaparecer, con el buen juicio mermado. Con el campeón chino, la incertidumbre ha dado paso a la alarma en la ciudad noruega de Stavanger. En noviembre debería defender su título contra Gukesh, pero pocos creen que llegue en condiciones. Algunos piensan incluso que no comparecerá, aunque solo por jugar contra el indio se aseguraría un millón de euros.
El momento más triste de la carrera de Ding ocurrió el pasado domingo, precisamente contra Carlsen, en el Norway Chess. El jugador chino ya era último después de tres derrotas seguidas, algo insólito para quien tiene un récord de cien partidas consecutivas sin perder. Contra Magnus, ocurrió algo fuera de lo normal. En posición igualada, sin presión del reloj, Ding se dejó dar un sencillo mate en dos, parecido al del pasillo, que aprenden los niños cuando empiezan a jugar.
"A casi todos les ha pasado"
El mundo entero lo había visto tambalearse, pero esta vez algo se derrumbó dentro de él. Magnus, que no siempre reacciona bien cuando pierde, era incapaz de celebrar su victoria. Ding se limitó a dar la mano a su rival y a taparse la cara, una escena desoladora.
Las muestras de cariño hacia el campeón se han sucedido estos días. La húngara Susan Polgar, pentacampeona mundial, considera que el suyo es "el peor declive de un campeón durante su reinado". También Anna Muzychuk, que participa en el Norway Chess femenino, aseguró que todos los ajedrecistas sufren "periodos difíciles de vez en cuando".
Esto lo sabe bien el gran maestro español Paco Vallejo, durante muchos años número uno de España. En su caso, el detonante fue un conflicto con Hacienda que al final se resolvió a su favor, pero que lo llevó a abandonar la selección. "Yo sé lo que es eso y a casi todos los ajedrecistas les ha pasado en algún momento. Quizá los grandes campeones consigan evitarlo, pero incluso ellos alguna vez tienen una historia así", cuenta el menorquín para EL MUNDO. Vallejo remarca que en el ajedrez cualquier enfermedad o distracción es letal: "Es un deporte muy cruel, que penaliza mucho los errores. Desconectas un segundo y todo se va al carajo".
Steve Bonhage
Carlos Martínez, psicólogo especializado en ajedrez, cuenta cómo es posible que Ding Liren ganara el Mundial. "Cuando pasas por un momento traumático, si enseguida te expones a un nivel de exigencia tan grande, quizá te puedas aislar un poco y centrarte en la competición. Te puede ir bien para evadirte. Allí se rodeó de personas cercanas, como su madre, y pasó momentos dubitativos, pero ganó el título y parecía como si lo hubiera superado. Después de esa tensión, el problema se hizo más patente".
En opinión de Martínez, la buena noticia es que Ding Liren ha sido capaz de verbalizar sus problemas. "Ha contado que recibe ayuda de expertos y seguramente ha jugado en Noruega casi por prescripción. Es muy importante poner en palabras lo que sufre. Poquito a poco buscará las cosas que le gustaban y le hacían feliz. Habrá vuelto a entrenar y supongo que irá recuperando su actividad más o menos normal. Estar varios meses en el dique seco, sin entrenar ni mirar partidas, para un jugador de alto rendimiento marca una diferencia bestial".
"Creo que competirá"
En la versión más amable de esta historia, Ding Liren está en el buen camino y, como él dice, no tiene intención de dejar el ajedrez. Queda por saber si está a tiempo de convertirse en un rival competitivo para el Mundial, que debería empezar el 20 de noviembre. "Tengo serias dudas", admite Martínez, "aunque faltan meses y si trabaja bien, de manera constante, aún es posible". "Creo que competirá, aunque ya veremos cómo, porque físicamente tampoco está bien".
El propio ajedrecista asegura que se conforma con ser la segunda mejor versión de sí mismo. Un Ding Liren B aún podría dar guerra a Gukesh D, el candidato más joven de la historia, que acaba de cumplir 18 años el pasado mes de mayo. Si al final Ding no puede jugar, queda por resolver si el rival del indio sería el japonés Hikaru Nakamura, que terminó segundo el torneo de Candidatos, o habría un desempate con el gran maestro ruso Ian Nepomniachtchi y el estadounidense Fabiano Caruana, que hicieron los mismos puntos que él. En el anterior Mundial, la FIDE perdió a Magnus por aburrimiento y fue grave, pero perder a otro campeón por depresión sería mucho peor.
Kylian Mbappé será jugador del Madrid para las próximas cinco temporadas. Con este paso soñado en su carrera, el delantero francés deja atrás unas cifras que demuestran la calidad de un jugador llamado a marcar una época en el vigente campeón de Europa.
Desde que debutó con el Mónaco en la Ligue 1, en diciembre de 2015, Mbappé acumula un total de 191 goles en 246 encuentros disputados en la competición doméstica francesa. Su irrupción fue tan espectacular que en apenas 41 partidos con el conjunto monegasco fue capaz de anotar 16 goles y repartir 12 asistencias.
Su mediático fichaje por el Paris Saint Germain, en el verano de 2017, le llevó directamente al estrellato. En París, la que ha sido su casa hasta el día de hoy, sus números son todavía mayores. En las 7 temporadas que ha permanecido bajo las órdenes del presidente Al-Khelaïfi, Mbappé ha marcado 175 goles en los 205 partidos de Ligue 1 que ha jugado.
Champions
En Europa, Mbappé todavía no ha logrado levantar su deseada Champions, pero sus números en la máxima competición continental pueden catapultar al equipo de Ancelotti directamente a la Decimosexta. En las 8 ediciones de Liga de Campeones que ha disputado, tanto con el Mónaco como con el PSG, el parisino cuenta con 73 partidos disputados, 48 goles y 26 asistencias.
En global, contabilizando todas las competiciones oficiales de clubes y según Transfermarkt, Mbappé ha anotado un total de 283 goles en 368 partidos.
Títulos
A nivel de clubes, el francés ha ganado un total de 7 ligas (6 con el PSG y 1 con el Mónaco), 4 Copas de Francia, 2 Copas de la Liga y 3 Supercopas Francesas.
Selección
Clairefontaine, donde se encuentra concentrado con su selección, siempre ha sido su segunda casa. Es el jugador franquicia del país y con él tocó la gloria en el Mundial de Rusia. Además, ganó la Nations League en 2021, falló el penalti decisivo en los octavos de la pasada Eurocopa ante Suiza y se quedó a las puertas en Qatar. Sus números a los mandos de Didier Deschamps también son claros: 46 goles en 77 partidos.
El culmen de su carrera. Hace un mes Carlos Alcaraz holló la cima más alta y allí está viviendo desde entonces; nadie le puede bajar, él no se quiere bajar. Triunfar en Roland Garros y Wimbledon de forma consecutiva es un éxito tan superlativo que tiene nombre propio, el 'Channel Slam', y sólo cinco tenistas en su lista. Rod Laver, Bjorn Borg -tres veces seguidas-, Roger Federer, NovakDjokovic y Rafa Nadal -dos veces-. A los 21 años Alcaraz ya lo ha completado y sirve como confirmación: está en el camino de las leyendas, ya no hay dudas.
Con su primer Grand Slam, el US Open de 2022, tenía sentido el escepticismo: podía ser flor de un día, era sólo un niño, era lógico vacilar. El año pasado, con su segundo Grand Slam, el primer Wimbledon, se generó cierta desconfianza en su físico porque antes se perdió el Open de Australia y después las ATP Finals. Pero ahora ya es imposible negarlo. A su edad y con cuatro 'grandes' en sus vitrinas sólo cabe disfrutar. Es muy pronto para saber si alcanzará los 24 de Novak Djokovic, los 22 de Rafa Nadal o los 20 de Roger Federer, pero está claro que intentará hacerlo. De hecho, de momento, va por delante. A los 21 años y dos meses, Djokovic sólo sumaba un Open de Australia, Nadal acumulaba tres Roland Garros y Federer todavía no había estrenado su casillero.
"Es escandaloso"
"Lo que está consiguiendo Carlos es escandaloso. Más que el nivel físico, el nivel mental, ese saber aguantar la presión que todo el mundo le pone. En el equipo tenemos claro el nivel que tiene, pero mantenerlo tanto tiempo es tremendamente difícil. Incluso a nosotros, que estamos con él cada día, nos sorprende", comentaba su entrenador, Juan Carlos Ferrero, sobre un fenómeno que no para y no para de crecer, especialmente en los Grand Slam.
Alcaraz, con el título de Wimbledon 2021.Kirsty WigglesworthAP
Con la motivación que otorga la historia, Alcaraz ha demostrado que a cinco sets es muy difícil superar su juego y su físico y que, por eso, en los torneos 'grandes' no suele fallar. De los últimos ocho ha ganado cuatro y ha jugado dos semifinales y unos cuartos de final. En los Masters 1000, a tres sets, puede caer en despistes y perder. Aquí no. "Está haciendo un gran trabajo. Pero no podemos dar nada por hecho. Podemos ver el gran ejemplo de Marc Márquez, que venía ganando todo, tuvo una lesión y ahora lleva más de 1.000 sin ganar y está luchando por volver", advierte Ferrero y, de alguna manera, también alaba. Para que su pupilo no siga sumando grandes, en efecto, tiene que mediar una grave lesión.
Una generación por hacer
Porque de cualquier otra manera le quedan años de celebraciones. Su nivel de juego es excelso, su adaptación en los cambios de superficie ya está comprobado y no tiene, como tuvo el Big Three, demasiados rivales a su altura. En el último mes, mientras se elevaba su figura, se ha encogido el perfil de Jannik Sinner, pese a su número uno del ranking ATP, y han seguido sin aparecer el resto de aspirantes de su generación, ni Ben Shelton, ni Holger Rune, ni Felix Auger-Aliassime, ni Sebastian Korda.
En el circuito queda como obstáculo un Novak Djokovic de 37 años que poco a poco divisa su adiós y aquella Next Gen que nunca llegó a dominar, con Daniil Medvedev, Alexander Zverev, Stefanos Tsitsipas o Casper Ruud. Alcaraz puede caer contra ellos, como le pasó en cuartos de final del último Open de Australia, pero a la mayoría les ha pillado el truco, especialmente a Tsitsipas o Ruud, contra los que nunca ha perdido.
Ahora el reto será volver a la tierra batida sin hacerse daño para brillar en los Juegos Olímpicos de París tanto en solitario como en pareja junto a Rafa Nadal y luego llegar al último Grand Slam del año, el US Open, de una pieza. Pese a su ausencia en los Masters 1000 de Montecarlo y Roma, en esta media temporada ya ha sumado 39 partidos y aún le quedan la gira norteamericana y la gira asiática de cemento. Por primera vez puede superar los 80 encuentros en un año y ese ahora es su único riesgo. Todo lo demás a su alrededor se cimenta en la certeza: está en el camino de las leyendas, ya no hay dudas.