Van Aert cumple la lógica y O’Connor mantiene el liderato tras una etapa resuelta al sprint

Van Aert cumple la lógica y O'Connor mantiene el liderato tras una etapa resuelta al sprint

Wout van Aert respetó todas las reglas de la lógica y, en la séptima etapa de la Vuelta, logró su segundo triunfo en la carrera, el 48 de su trayectoria profesional. Ben O’Connor no sufrió para mantener su jersey, rojo de actualidad y, metafóricamente, verde de esperanza.

De Archidona a Córdoba, sultana y mora, inabarcables y ondulados horizontes de olivos. Extensiones pardas. Pueblos blancos. Andalucía profunda, mística, folclórica, costumbrista y literaria. Los sprinters, los que son, los que están, los que hay, escasos y de mediano fuste, volvían temporalmente a la vida en una etapa llana, destinada a decidirse en el Alto del 14% (curioso nombre), a 26 kms. de la llegada. Quienes de ellos no se descolgasen, tendrían posibilidades de victoria.

No les quedan muchas oportunidades. Este sábado en Cazorla y pare usted de contar. El alto de 14% tiene de ese número el nombre. Así, a ojo, y viendo subir a la gente, carece de semejante porcentaje. En todo caso, lo marca en unos pocos metros. Pero no es una “tachuela”. Con 7,5 kms. de longitud y 5,6% de promedio, se le cataloga de 2ª categoría. Hizo daño, pero no a los tenores.

Xabier Isasa tomó el olivo

Así pues, los equipos con sprinters, o sea, el Alpecin de Groves (luego iremos con él) y el Visma de Van Aert, trataron de impedir que cuajasen las escapadas que pudieran frustrar sus planes. Calor, soledad, desamparo, repechitos desgastantes, rectas descorazonadoras, desde el banderazo de salida, y en la primera fuga individual de esta Vuelta, en lenguaje taurino y arbóreo, tomó el olivo Xabier Isasa Larrañaga (Euskaltel), 23 años este sábado y, buen corredor sub-20, con ningún triunfo profesional.

No iba a obtener el primero este día. Lo sabía todo el mundo y, más y mejor que nadie, él. Pero ahí estaba cumpliendo con su trabajo y su patrocinador. Haciéndose notar y dándose a valer. El pelotón le dejó adquirir ocho minutos y medio de ventaja. A partir de ahí, y por si acaso, sin prisa y sin pausa, le fue recortando tiempo poco a poco hasta devorarlo a 38 kms. de la llegada.

Comenzó entonces una nueva etapa. Comenzó, en realidad, la etapa. Había bonificación em la cima del puerto y el Bora Red Bull se puso gallito con, incluso Roglic, en primer plano. El esloveno coronó en primer lugar y arañó seis segundos a O’Connor. Algo es algo. Pero va a necesitar más. Kuss (cuatro segundos) y Carapaz (dos) le talonaron.

Caída de Groves

Van Aert, más completo, siempre tuvo más posibilidades que Groves. Y las reunió casi todas cuando el australiano se cayó después de “hacer el afilador” con Carapaz en el pequeño llano que seguía a la cumbre y precedía al descenso. Había conseguido aguantar y se le escapaba de la manera más inesperada y tonta, si es que hay caídas tontas, cualquier opción de victoria. No consiguió enlazar.

Un intento largo de Marc Soler fracasó a 3,5 kms. de la meta. Kuss siempre tiró del grupo de notables para llevar protegido a un Van Aert que no tuvo el menor problema para ganar. A etapas así se las ha llamado siempre “de transición”. A ésta habrá que añadirle “de reflexión”. Y de penitencia y propósitos de enmienda para algunos (Roglic, Almeida, Mas…). El éxito de O’Connor en la anterior, conseguido “todo a pulmón”, que cantaría Miguel Ríos, natural de esa Granada a la que llega la Vuelta el domingo tras un recorrido imponente, ha cambiado el panorama. Trastoca planes y obliga a cambiar tácticas. En cierto modo, es una nueva Vuelta. La “serpiente multicolor” ha mudado de piel. De camisa. De “maillot”.

Este sábado presenta una etapa, la octava, prácticamente calcada de la séptima: llana y con un puerto de 2ª en la, también, segunda mitad del trazado. El domingo arderá Troya. Es decir, Granada. O debería. En la etapa, que sale de Motril, todo el camino se va engallando para rematar con tres puertos de primera (el de Hazallanas se sube dos veces). Se llega a meta 18 kms. más abajo. Pero entonces no habrá mucha gente jugándose la victoria.

kpd