Atlético 1 Getafe 1
Los rojiblancos se adelantaron con un tanto del argentino que el VAR validó cuando ya estaba en el banquillo, pero el penalti de Saúl lo convirtió Ünal en el empate
Saltó Saúl en el área con la mano extendida para impactar con el balón y hacer que el Atlético frenara en seco después de 80 minutos en los que no sufrió, celebró el gol más raro de la historia de la Liga y pareció que condenaba al Getafe y a Quique Sánchez Flores. Fue un error con alto precio, y no el único fallo. [Narración y estadísticas]
Tuvo el Atlético el partido a merced desde el arranque ante un Getafe que llegó al Metropolitano con una nube negra encima a punto de descargar. La pudo desatar Djené, que se jugó la expulsión en el primero minuto para frenar a Reinildo, que aún no había entrado en calor. El desquicie del equipo de Quique Sánchez Flores era un arma con la que jugaban los rojiblancos, pero no les hizo falta. Fueron dueños del juego y solo les faltaban los goles que inclinaran aún más el duelo. Vivir en el alambre nunca es bueno.
Eso debió pensar Rodrigo de Paul, que se sacudió de nuevo la resaca mundialista para convertirse en un jugador invisible entre las líneas del Getafe, capaz de dejar solo ante Soria primero a Griezmann y después a Morata, a quien Mateu Lahoz trató de convencer de que el agarrón de Djené en el área no era penalti y el Atlético sigue con esa casilla a cero en la estadística mientras el Cholo se desesperaba en la banda.
No se descompusieron y De Paul siguió hilvanando con la ayuda de Nanuel Molina conduciendo la pelota hasta más allá de la medular mientras Savic y Hermoso vivían cómodos en campo rival. Al dúo argentino se unía Correa para obligar a la zaga azulona. Amasaban, encontraban las grietas pero no el fondo de la red. Y eso que su única preocupación era la faceta ofensiva. Los rojiblancos siguen atascados al borde del área, sin chispa para llevar su dominio al marcador aunque con una vocación nueva que siempre invita a pensar en que llegará.
Al Getafe le costó 27 minutos pisar el área de Oblak y fue con un disparo desajustado de Ünal habilitado en carrera por Borja Mayoral, que después golpeaba alto una pelota centrada por Portu. Había sido serio el equipo de Quique, ordenado, esforzado, sin que se intuyera quiénes eran los jugadores a los que señaló públicamente unas horas antes. Resistir en el Metropolitano, más silente de lo reclamado, nunca es fácil. Se lo recordó Correa, capaz de sentar a Arambarri con un recorte y no de ajustar el latigazo al palo largo de Soria. Al filo de descanso se atrevió Lemar, aunque el Getafe ya se había estirado tanto que del rechazo en la barrera de una falta en la frontal lo convirtió Ünal en la forma de probar a Oblak.
Gol… desde el banquillo
El duelo se rompió tras el paso por el vestuario. Vivir en campo rival tenía que ser productivo. De un córner nació el gol más extraño de la historia de la Liga. Rechazado por la zaga azulona, lo golpeó Lemar desde fuera del área, lo salvó Soria y su despeje lo enganchó Correa al borde del fuera de juego para ponerla a la escuadra. El VAR entraba en juego mientras Simeone se decidía a sacar del campo al argentino y a Lemar para refrescar las bandas. Cuando Mateu Lahoz validó el tanto, Correa ya estaba sentado en el banquillo.
Se lanzó el Getafe a la desesperada buscando casi el milagro. Apenas había probado a Oblak y tenía diez minutos para ponerlo contra las cuerdas. La respuesta del Cholo al toque de arrebato de Quique fue intentar dormir el partido. Fuera Morata para apuntalar el centro del campo con Saúl. Un paso atrás que no contuvo al Getafe.
Lo que nadie esperaba es que el alicantino saltara con brazos abiertos y diera a Ünal el empate desde el punto de penalti. Ya no pudieron reaccionar los rojiblancos pese a un disparo cruzado de Carrasco que rozó el palo o un mano a mano de Llorente, trastabillado, con Alderete. Ni siquiera la entrada de Memphis lo arregló.