Un descomunal Tavares apaga el infierno de Belgrado

Un descomunal Tavares apaga el infierno de Belgrado

Partizan 80 Real Madrid 82

Actualizado

La exhibición del pívot (26 puntos, 12 rebotes…) propicia la remontada del Real Madrid ante el Partizan que le mantiene con vida en cuartos

Tavares machaca ante Trifunovic, en el Stark Arena.Darko VojinovicAP

Hicieron caso a Obradovic, porque en Belgrado Zeljko es deidad. Y lo barriobajero dejó paso a lo deportivo. El Stark Arena hubiera sido una caldera con y sin la pelea del WiZink, porque no hay recinto en Europa con más ardor. Y ahí, en la cancha, el Real Madrid protagonizó un ejercicio de resistencia en el abismo que le vale para no decir adiós todavía, una remontada para seguir peleando por el imposible de salvar este match-ball hacia la Final Four. A lomos de Edy Tavares, realmente todo parece posible. [80-82: Narración y estadísticas]

Recuperado al límite de su lesión de rodilla, el gigante no olvidará aquella noche de Belgrado donde nadie era capaz de descifrarle. Ni siquiera el maestro Obradovic, ni las 20.091 gargantas de pura pasión de las tribunas, con la gasolina de la pelea del jueves, pero también con la advertencia de Zeljko. «El baloncesto une a la gente», mostraron en una pancarta los protagonistas del bochorno. Un infierno de esos donde los valientes no tiemblan, ni con los gritos a favor ni con ellos en contra. La caldera del Stark Arena la apagó el jugador más desequilibrante del continente: 26 puntos, 11 rebotes, tres tapones…

En Belgrado no sólo se trataba de carácter; se trataba, sobre todo, de baloncesto. Y en eso, la puesta en escena del Madrid fue tan espantosa que cuesta creer que acabara levantando el triunfo que le cita el jueves con el cuarto partido. Lo remontó gracias también al acierto táctico, ahora sí, de un Chus Mateo que se refugió en la zona 3-2, que se inventó a Hezonja en el cuatro (14 rebotes) y que otorgó a Williams-Goss las riendas y el balón más caliente: un triple del base en la penúltima posesión resultó definitivo.

Las sanciones habían condicionado los planteamientos. Sin Deck ni Yabusele, Cornelie, que ni fue convocado los dos anteriores duelos, partió de inicio. Como Llull, que no iba a volver tras ser sustituido. Obradovic sorprendió con Andjusic por Punter. Lessort era su otro puntal castigado y Dante Exum, que parecía lesionado, se recuperó milagrosamente. Pero todo lo que sucedió tras el salto inicial fue una sucesión de fallos impropios del Madrid. En menos de dos minutos, Musa había perdido tres balones y los blancos ya habían cometido cinco faltas. Amanecieron con una losa (12-0) en contra, y no sólo ambiental. Los jovencísimos Madar y Smailagic devenían en héroes en un primer acto en el que los de Mateo encajaron 32 puntos y llegaron a caer por 15.

La zona de Mateo

En un relato similar al del segundo partido en el WiZink, lo único positivo para el Madrid era que no podía jugar peor, que todavía restaban 30 minutos y que la rodilla de Tavares respondía. Los triples de Rudy le dieron tregua y Mateo volvió a recurrir a la zona. Y, entonces, el africano emergió de una forma aplastante para silenciar el Stark Arena. Con un dominio abrumador, se echó a su equipo a la espalda y firmó unos minutos antológicos: se fue al descanso con 16 puntos, siete rebotes y la sensación de que no había antídoto contra él.

Y con el partido casi remontado para un Madrid que suspiró de alivio, agarrado a su última vida de la serie. Y que poco después iba a dar la vuelta a todo, en una batalla ya agónica, dominando el rebote, insistiendo en la idea que tan buenos frutos le había dado. Precisamente un tapón de Tavares propició el triple de Hezonja, en transición, que ponía por delante a los blancos por primera vez (53-54).

El Madrid con su defensa estaba torturando al Partizan, al que ahora cada canasta le costaba un mundo. Los locales empezaron a dar sensación de venrise abajo, como un boxeador exhausto, mientras Williams-Goss y Hezonja, con el viento a favor, empezaban a herirle ofensivamente. Entre el segundo y tercer cuarto encajó menos puntos (31) que en el primero.

Sin embargo, el duelo iba a resultar de infarto. Porque Musa volvió a fracasar, con lanzamientos insólitos (hasta tres air balls) y malas decisiones. Todos fallaron en la recta de meta, especialmente Nunnally, menos Goss, que coronó una de sus grandes noches con el Madrid, un triple de coraje ante su ex equipo. Obradovic pidió falta en la última acción, cuando a punto estuvo el Madrid de arruinarlo todo. Y emplazó a su gente al jueves, otra batalla estupenda, en la que cada equipo recupera una pieza, Deck por el Madrid y Lessort por el Partizan.

kpd