Tres personas resultaron heridas la pasada noche al ser atropelladas por un coche cerca de los Campos Elíseos de París, mientras los aficionados del PSG celebraban la clasificación de su equipo para la final de la Liga de Campeones contra el Arsenal, informaron fuentes policiales.
El incidente tuvo lugar “en una calle perpendicular a la avenida de los Campos Elíseos cuando un vehículo, en circunstancias indeterminadas por el momento (acto deliberado no probado por el momento), colisionó con tres personas”, indicó la Prefectura de Policía de París (PP).
“El vehículo fue luego incendiado en la avenida Marceau, no lejos de los Campos Elíseos, según vídeos difundidos en las redes sociales. Un periodista de Afp vio un coche incendiado en esta avenida, y otro periodista de la misma agencia vio un vehículo del Ayuntamiento de París incendiado en otra calle, también cerca de los Campos Elíseos.
A la 01:30 (23:30 GMT), diecinueve personas habían sido detenidas, según un primer balance de la policía. A primera hora de esta mañana, la cifra de arrestos era de 43 personas vinculados a la vandalización de comercios, coches quemados, policías agredidos y heridos en el tumulto, según informa un sindicato policial en X.
El Arsenal arañó en el Etihad Stadium un punto que puede resultar decisivo en su pelea por el título de la Premier, pero que de momento favorece al Liverpool, nuevo líder en solitario tras su triunfo ante el Brighton. El 72% de la posesión del City se tradujo en un raquítico disparo a portería, estadística muy poco habitual en el equipo de Pep Guardiola. Frustrado por el orden defensivo visitante, el vigente campeón nunca encontró los caminos hacia la portería de David Raya. [Narración y estadísticas (0-0)]
El recuerdo del amargo 4-1 encajado hace un año, que frustró sus opciones de ser campeón, pareció guiar a los gunners. Casi en las antípodas de su habitual fútbol ofensivo, el equipo de Mikel Arteta se centró desde el pitido inicial en neutralizar a su rival. Como el City tampoco supo desplegar su mejor juego, lo que se preveía como un formidable espectáculo devino en aburrimiento.
El City perdió además en el minuto 27 a Nathan Ake, uno de los pilares de su defensa, víctima de un problema en el gemelo. Otro revés para Guardiola, que tampoco había podido derriba el muro del Arsenal en la primera vuelta. En la última década, sólo Borussia Monchengladbach (2015) Manchester United (2021) y Crystal Palace (2022) habían conseguido cerrar sus dos cruces ligueros sin encajar ante el técnico de Santpedor.
Posible penalti sobre Haaland
"Fue una prueba realmente dura para nosotros. Queríamos ganar, pero cuando no puedes hacerlo, al menos debes no perder", analizó Arteta. A juicio del donostiarra, el Arsenal había gozado de las mejores ocasiones de gol, aunque ninguna de serio compromiso para Stefan Ortega, sustituto del lesionado Ederson. La más peligrosa, tras el descanso, la sirvió Gabriel Jesus hacia Bukayo Saka, que no alcanzó a rematar por centímetros.
En el tramo final, la hinchada del City reclamó un penalti de William Saliba sobre Erling Haaland por una pugna en el área que Anthony Taylor pasó por alto. Únicamente durante esos últimos minutos, incluidos los cinco del añadido, pareció el City soltarse la rienda. Pero el pitido final terminó llenando de gozo a la afición del Liverpool, que un par de horas antes había cerrado su victoria en Anfield.
El conjunto de Jurgen Klopp supo sobreponerse al madrugador 0-1 de Danny Welbeck para prolongar su magnífica racha en la Premier, donde sólo ha dejado escapar un empate (ante el City) en las seis últimas jornadas. Los goles de Luis Díaz y Mo Salah, tras una maravillosa asistencia de Alexis Mac Allister, evidenciaron la superioridad local (2-1). Con 10 partidos por delante, los reds cuentan cib dos puntos de magen sobre el Arsenal y tres ante el City.
Los misiles de la muerte pudieron hasta con el cíclope blanco. Courtois hace milagros, pero no hay panes y peces para quien no los merece. La caída del Madrid fue algo más que una muerte a balón parado. Fue una ejecución en el paredón de todos sus males, con disparos de Declan Rice que tenían todo lo que, hoy, no tiene este Madrid deambulante: la contundencia y la precisión. Rice, en realidad, sólo apretó el gatillo.
La cruel derrota, consumada por Mikel Merino, un delantero de paso, compromete al equipo blanco, que necesita invocar a todos los espíritus de la remontada, no sólo a Juanito, y compromete a Ancelotti. Con el entrenador atascado, Vinicius perdido y Bellingham desesperado, la esperanza es la épica y quien todavía no sabe nada de esa épica. Mbappé llegó para ganar Champions. Primero debe ganar al destino. [Narración y estadísticas (3-0)]
La forma de caer ante el Arsenal es proporcional a dos cosas: la tendencia del Madrid en los últimos partidos y la proporción del rival. Leganés, Real Sociedad y Valencia, con distintos resultados, ya mostraron los problemas de un equipo frágil en defensa, desenfocado en el centro del campo y no siempre enfocado en ataque.
No es el equipo de Mikel Arteta lo mejor de la Premier, pero es un equipo que crece y crece si le dejas jugar. Si los goles no llegaron antes de que Declan Rice activara el cañón, fue gracias a Courtois, brutal en sus intervenciones ante el propio Rice y Martinelli, en el primer tiempo, o de nuevo Martinelli y Merino en el segundo. El Arsenal hizo lo suficiente para golear de cualquier manera.
parábola inverosímil
La pegada de Rice está fuera de catálogo. Ambos goles llegaron de falta, lejanas, y ambos con una potencia y colocación que redujeron a Courtois a su condición humana. Ni un reproche al portero, todo el mérito para el jugador inglés, que recordará este día toda su vida, sea cual sea el desenlace de la eliminatoria. Primero salvó la barrera con una parábola inverosímil; después, colocó en la escuadra.
Ancelotti sabía bien de la febrícula de su equipo y por eso les mandó abrigarse. El Madrid no tiene la temperatura corporal adecuada y el entrenador sacó la mantita al salir al Emirates para cubrir bien todo el centro del campo. En el Bernabéu habrá que quitársela y jugar a pecho descubierto. No quedan días para 'pechos fríos'
La manta era el 4-4-2, en el que Bellingham se situaba en la izquierda y Rodrygo, en la derecha, con claras instrucciones defensivas. Vinicius y Mbappé, pues, compartían el ataque. Las razones de Ancelotti no se debían únicamente a la peligrosidad del Arsenal por las bandas, con Saka y Martinelli, sino a las componendas que tiene que hacer en la defensa desde el principio de temporada. Valverde volvió al lateral derecho y en el izquierdo apareció Alaba, con una venda en un muslo, todavía bajo mínimos. El austriaco conoce el puesto, ya que jugó en esa posición en sus inicios en el Bayern, pero hace ya largo tiempo. Saka lo sometió a un tormento, pero también puede decirse lo mismo de Martinelli ante el uruguayo. El compromiso en las ayudas de Bellingham y Rodrygo no bastaba.
Bellingham, desesperado tras una ocasión perdida.EFE
El cambio de sistema, del 4-3-3 habitual al 4-4-2, cargaba el mensaje: precaución. El Arsenal de Arteta es un equipo de alto ritmo de juego y llegada por las bandas, pero también de compenetración en las jugadas a balón parado, diseñadas por uno de los ayudantes del técnico donostiarra. Cuando lanza un córner, acumula jugadores casi en la línea del portero, como niños que esperan, ansiosos, que se rompa la piñata. El overbooking hizo que Saliba rechazara un centro-chut que había superado a Courtois. Con esa producción ofensiva no tener en el área a Havertz o Gabriel Jesus es un hándicap. Arteta ha pedido a Merino que se convierta en camaleón. Se ha puesto el traje del nueve con goles, también frente al Madrid, el tercero, después de porfiar mucho frente a Courtois.
El Madrid respondió al acoso inicial con posesiones largas, aunque estériles, para bajar las revoluciones al partido. Cuando pudo, corrió, gracias a los robos o pérdidas que abrían un páramo por delante. Ni Vinicius ni Mbappé, sin embargo, encontraron la precisión para batir al español Raya, sin trabajo, pero con sensación de dominar el área en todas sus salidas.
Más desalentador resultó su nula reacción tras los goles del Arsenal, cuando ya no había que abrigarse más, sino destaparse. La excitación del equipo inglés y la mejor gestión de Arteta pudieron generar un resultado todavía más cruel, mientras Camavinga se autoexpulsaba y las soluciones del banco, como Brahim, no aportaban nada, porque el problema no era de nombres, sino de rumbo. Ahora sólo está a tiempo de la épica.