Mar Molné y Fátima Gálvez, las representantes españolas en la prueba de foso en los Juegos de París 2024, han completado una ilusionante primera jornada de clasificación, al situarse en los dos primeros puestos tras 75 disparos y a falta de 50 para seleccionar a las seis que este miércoles disputarán las medallas.
Tras el sinsabor de la eliminación de Alberto Fernández, las dos tiradoras españolas estuvieron espléndidas en el centro de tiro de Chateauroux. Mar Molné estuvo perfecta. Fue la única que completó las tres tandas con pleno de 25 para liderar la clasificación provisional con 75.
La campeonísima Fátima Gálvez, que persigue su segundo oro olímpico tras ganar en Tokio 2020 la prueba mixta junto a Alberto Fernández, tan solo cometió un fallo, en el octavo plato de la primera tanda. El resto, todo aciertos, con lo que acabó el día segunda con 74.
De momento están en puestos de finalista, con 73 platos, la australiana Penny Smith, la kazaja Mariya Dmitriyenko, la guatemalteca Adriana Ruano y la italiana Silvana Maria Stanco.
La checa Zuzana Rehak-Stefecekova, defensora del título, y la sanmarinense Alessandra Perilli, bronce en Tokio, están ya demasiado lejos como para aspirar a la final, con 68 y 69, respectivamente.
Marta García acababa de terminar su carrera de Medicina, años de estudio compatibilizados con el atletismo de alto nivel que ahora requerían un esfuerzo más, el MIR, la residencia y, como parecía obligado, ir despidiéndose del sueño del deporte profesional. Moha Attaoui era una diamante, pero apenas le daba a sus 20 años para pagarse de su bolsillo una concentración en altura en Ifran. Hoy ambos, casos tan dispares, nombres para la esperanza del atletismo español, viven en las montañas de los Alpes, en la idílica St. Moritz, porque les llegó una oferta de esas que no se pueden rechazar.
Ella, como nunca, fue bronce europeo en el 5.000 en el pasado Europeo de Roma, batió allí el récord de España (14:44.04) y acude a París esperanzada. Es la revelación de la temporada: desde enero a junio pulverizó cuatro plusmarcas nacionales más. Él, como nunca, adelantó a todos los gallos del 800 nacional y más todavía. Sorprendió en la capital italiana con una asombrosa plata y, hace 15 días, en Mónaco, firmó un tiempo para soñar con cualquier cosa en los Juegos (1:42,04, la novena mejor marca mundial de la historia).
Ni Marta ni Moha son casualidad. Junto a otros 11 mediofondistas de toda Europa forman parte del novedoso proyecto OAC, el equipo de elite auspiciado por la marca deportiva suiza ON que dio un paso más allá en la profesionalización del atletismo.
Encajonado en el impresionante valle de Engadina, a 1.800 metros de altitud, con la estación de esquí más antigua del mundo y un precioso lago que se congela en invierno, un grupo de jóvenes atletas rueda en la pista de atletismo de St. Moritz a las órdenes de Thomas Dreissigacker, que sigue sus evoluciones de cerca en una bicicleta eléctrica. Quedan unas semanas para los Juegos y un pequeño grupo de periodistas tiene la oportunidad de conocer por dentro esta pionera experiencia. No hay tiempo que perder. «Que sean de diferentes países es algo clave. Aquí no hay celos ni competitividad mal entendida, como si se estuvieran jugando el mismo billete. Se mejoran unos a otros. Como mucho y con suerte se tendrán que ver las caras en una final con su compañero», cuenta a EL MUNDO el también jovencísimo entrenador, el gurú alemán, formado en la Universidad de Leipzig y ex técnico de su Federación nacional.
«Sólo me tengo que preocupar de correr. Por primera vez tengo un sueldo», admite sonriente Attaoui, que ya se suelta con el inglés, tan lejos de su Torrelavega, más aún de su Marruecos natal. «Ellos creyeron en mí antes incluso que yo. Despejaron todas mis dudas. Ahora todo es muy fácil», relata Marta, que, siguiendo las exigentes directrices de Dreissigacker -«aquí se entrena los siete días de la semana y en sesión doble»- está comprobando a base de tiempazos el salto asombroso en su carrera. Ella cambia: un par de semanas en la altitud de los Alpes, otras en Buitrago del Lozoya, donde se reencuentra con su pareja y con los bosques de la sierra de Madrid.
El germen del proyecto europeo, que cuenta con todo tipo de comodidades y beneficios para los atletas (fisioterapia, alimentación, apoyo para la salud mental, ayuda financiera...) se remonta a Boulder (Colorado). Allí, Dathan Ritzenhein, tres veces olímpico, maneja otro grupo impresionante de atletas, entre los que destacan la reciente ganadora del maratón de Boston y principal favorita al oro en París Hellen Obiri. O Yared Nuguse, plata mundial en pista cubierta (3.000). También el español Mario García Romo, exquisito mediofondista, bronce europeo en 2022 y plusmarquista nacional de la milla, que busca medalla en París en el exigente 1.500.
El OAC Team, que también cuenta con sede en Melbourne, supone una revolución en el atletismo, un modelo privado e internacional, independiente de las becas, los apuros y las competencias de los programas de cada país. «Nos gusta hacer las cosas de forma diferente. Y en este caso es simple, aquí el atleta es el centro de todo», razona Oliver Bernhard, bicampeón del mundo de duatlón y creador de On, las zapatillas que ideó con suelas de trozos de manguera y que han sacudido el mercado en los últimos años. Y quien, antes incluso de ponerse manos a la obra con el proyecto deportivo, lanzó una encuesta entre los atletas para desentrañar sus preocupaciones. Los sorprendentes resultados son hoy los seis pilares del "360 Athlete Support": preparación física y mental, salud y recuperación, finanzas, marca personal y medios de comunicación, desarrollo personal y profesional y experiencia familiar On.
El oro lo albergaban los pies y el amor propio de dos atletas de época. María Pérez y Álvaro Martín, los dioses de la marcha, una pareja que recordará la historia, campeones olímpicos en París en la novedosa prueba del relevo mixto. Completaron una mañana impecable a los pies de la torre Eiffel, un maratón de éxtasis dividido en cuatro en 2:50:31, para la octava medalla de la marcha atlética nacional, el semillero de leyendas.
Fueron un martillo, la perfección. El temple y la calma cuando tocó, el sufrimiento en el momento oportuno. Mientras el resto padecía con la parte técnica, a ellos ninguna sanción en las casi tres horas de prueba. Cuando María cruzó la meta llegó el abrazo emocionante, las lágrimas. Justo asomaba el sol en el Trocadero. Son bicampeones mundiales, plata y bronce olímpicos individualmente y ahora también oro. Oro puro.
Había amanecido París con grisura, algo más fresco y lluvioso, con esta humedad que se va tornando en insoportable. El asfalto mojado, la brisa en un escenario idílico en el que marchar, en el estupendo circuito diseñado en los alrededores de la Torre Eiffel. Álvaro Martín, con su competir matemático y pulcro, cumplió en la primera posta (la más larga de todas, 11,45 kilómetros), sin abandonar la cabeza, sin entrar en pánico con los tempraneros intentos de fuga del japonés Kawano y del canadiense Dunfee.
El extremeño iba a llegar, limpio de amonestaciones técnicas, en el quinteto de cabeza que dio el relevo tras 43 minutos y 32 segundos, con una pequeña ventaja sobre los chinos que pronto remontó la campeona olímpica Jiayu Yang y su llamativo ombligo tapado, esta vez con el rojo de su bandera. No fue frenético el ritmo femenino, cómoda María Pérez, y el grupo se amplió a ocho con la llegada de la australiana, la mexicana (que, con problemas, hacía la goma una y otra vez) y la peruana.
La alarma saltó en esos últimos metros finales, cuando la granadina cedió con el pelotón de cabeza, menos grave los segundos, siete, que las sensaciones. Quizá sólo era un respiro. Porque Álvaro iba a recuperar enseguida. Y en ese comienzo de su relevo fue cuando todo se empezó a resolver.
Primero, por el tirón del ecuatoriano Daniel Pintado que sólo el español consiguió aguantar. Por atrás, un reguero de víctimas, entre ellos el italiano Stano, pero también el chino Zhang, que, además, iba a arruinar todas sus opciones con hasta dos tarjetas rojas.
Pintado era cada vez más agresivo pero también navegaba en los límites. Vio la segunda roja, a una ya de la sanción de tres minutos. Sobre aviso hasta los restos. Martín, que paladeaba la gloria, sufría. Perdió unos metros, pero sin venirse abajo. Todo lo contrario, puro coraje, remontó, adelantó al campeón olímpico, se dejó la vida y le dio tres segundos que eran un diamante para María, con 10800 metros hasta la meta.
Los dos estaban asegurando la medalla, casi 40 segundos con el italiano. Y todo iba a quedar en manos de María y Glenda Morejón. La ecuatoriana fue sexta en la plata de la española el pasado jueves. Esa era la esperanza de oro. Y pronto voló María, con su marchar rítmico, espoleada por las banderas españolas que poblaban el corazón de París. En su mente todos los peajes del éxito, la operación de este invierno, los kilómetros y kilómetros en la altitud de Sierra Nevada. Ese cuarto puesto de Tokio. Los problemas pretéritos con la técnica. Hasta el cielo se llega por caminos insospechados. Pero María tuvo tiempo para saborear todo eso, clavando parciales como un metrónomo, sonriendo ya al otear la meta, porque su ventaja con la ecuatoriana se fue ampliando sin prisa pero sin pausa.
La dupla ecuatoriana se quedó con la plata, a 51 segundos de los españoles. El bronce fue para Australia, con Jemima Montag y Rhydian Cowley. La otra pareja española - Miguel Ángel López y Cristina Montesinos- terminó en novena posición.
Es la octava medalla de la historia olímpica de la marcha española -que se había estacado desde Atenas 2004 y esa plata de Paquillo Fernández-, la punta de lanza del atletismo nacional desde el pionero Jordi Llopart. Es el segundo oro también, después del único de Daniel Plaza en los 20 kilómetros de Barcelona 92.
"Ya sé que os gusta buscar culpables. No te voy a permitir que me pongas ahí". La zona mixta fue complicada en el Stade Vélodrome de Marsella. La sorprendente y contundente derrota de la selección femenina contra Brasil en las semifinales de los Juegos Olímpicos dolió en el ambiente. La actual campeona del mundo claudicó ante un combinado aparentemente inferior, incapaces Montse Tomé y sus futbolistas de darle la vuelta a un duelo que se puso en contra demasiado pronto. "Ahora es jodido, pero en unas horas hay que darle la vuelta porque tenemos que ir a por el bronce", avisaba Irene Paredes, capitana sustituida en el minuto 51 del encuentro y autora también de la primera frase de este texto.
España es la campeona del mundo, tiene a las futbolistas que se pasan el Balón de Oro de una mano a otra durante las últimas temporadas y es ha sido un conjunto superior a cualquier otro durante toda la temporada. Y esto es, hay que decirlo, una derrota difícil de digerir y que conlleva críticas, porque ese es el precio del éxito y del talento. Brasil, que no pasó de fase de grupos en el último Mundial, arrolló a la contra a las españolas y aprovechó sus errores.
Tomé apostó por un once sin Alexia Putellas, lejos de su mejor forma física, y entregó su ataque a las jóvenes Salma y Navarro junto a Jenni Hermoso y Mariona. En el centro del campo, ni Guijarro ni Putellas. La capitana del Barça no entró al campo hasta el minuto 77, cuando España ya perdía 3-0 en una debacle inesperada.
"Estábamos bien jugando por dentro. Alexia ha aportado al equipo, otros días les ha tocado a otras jugadoras entrar desde el banquillo. Lo he dicho muchas veces, la gran suerte que tenemos es tener tanta competitividad en el equipo. Ellas se muestran competitivas siendo titulares o entrando desde el banquillo", explicó Montse Tomé.
Una de las grandes quejas del equipo español se centró en las pérdidas de tiempo del conjunto brasileño. "Es desesperante que continuamente durante el campeonato veamos que se pierde tanto tiempo. No favorece el espectáculo. A nosotras, como a los demás equipos, nos perjudica y tenemos que jugar honesto, limpio, y el fútbol es continuidad", aseguró Tomé.
"Frustra jugar contra unas reglas poco deportivas, perdieron tiempo y fingieron lesiones... Pero lo que está en nuestra mano es jugar al fútbol y hacer las cosas bien", dijo Paredes.
España no fue el equipo brillante, fluido y vertical que demostró ser en el Mundial y en los parones internacionales de la temporada. Dominó la posesión rozando el 70%, pero apenas realizó un disparo más que las brasileñas. Y falló. Y lo pagó. Las lágrimas de Cata Coll lo explicaban todo. "Primero de todo quiero pedir perdón. Creo que no he estado a la altura del equipo. A veces se está arriba y otras abajo. Tengo que pedir perdón a mis compañeras, hoy se me ha cerrado todo. No ha sido mi día, pero queda otro partido importante e intentaremos conseguir el bronce y ojalá sea así", reflexionó la portera balear.
En el minuto 5, un error de Coll en un despeje provocó el primer gol de Brasil, anotado en propia puerta, en el rechace, por Irene Paredes. España ya no se pudo levantar: "Hoy dormiremos poco. Será un día duro, pero España está aquí, España sigue e iremos a por ese bronce. Que nadie dude que lucharemos por ello", advirtió.
"Estamos jodidas. Nos vais a criticar, va a caer todo lo que queráis... pero vamos a ir a por el bronce. Este equipo se merece un respeto y un crédito", aseguró Mariona en la Cadena Cope.