Mundial de ajedrez
Si se produce un nuevo empate, el título se decidirá en cuatro partidas rápidas de desempate
La montaña rusa de las emociones sigue abierta en el Mundial de Ajedrez, aunque la última vuelta ha sido de las tranquilas. La gran duda era en qué condiciones llegaría Ian Nepomniachtchi después de su derrota anterior. Los clásicos recomiendan aceptar un empate tranquilo para cortar la sangría, pero contentarse con eso tiene su coste: Nepo conducirá las piezas negras en el último y definitivo asalto. “Tenía ese dilema”, admitió el ruso después de firmar tablas en 39 movimientos.
“No vi cómo podía quedar mejor. Estaba bastante pasivo. Ayer no tuve el momento más dulce y hoy no estuve demasiado brillante, pero lo intenté”, se justificó Nepo. Lo cierto es que después de las primeras jugadas parecía que habría más sangre. Como en días anteriores, ambos tuvieron sus opciones y ninguno se quiso arriesgar. Ding adquirió ligera ventaja por las excentricidades de su rival y él mismo pecó de ser demasiado original después, en una nueva apertura española. En la posición final, todavía podían intentar jugar a ganar los dos, como remarcaba el maestro internacional y entrenador David Martínez. Se impuso el miedo. O la prudencia.
Desde España, donde se celebra estos días la sexta edición del festival Salamanca, Cuna del Ajedrez Moderno, el excampeón mundial Veselin Topalov celebraba ayer que en Kazajistán se esté cumpliendo su vieja propuesta de no permitir las tablas en pocas jugadas. El búlgaro fue aún más lejos y dijo que quizá no se admitir permitir en ningún caso, salvo que la falta de material impida decantar el encuentro. Él es partidario de luchar hasta que sobre el tablero apenas queden los dos reyes desnudos.
¿Superstición en los tableros?
De vuelta a Astaná, la aparente calma en medio de las tormentas que todavía se avecinan solo se alteró en la rueda de prensa. El motivo era el cambio estétido de Nepo, que después de varios días cambió de color de camisa, del rosa al blanco. No sería la primera vez que el más racional de los deportes hace una pequeña concesión a la superstición. Al ruso le preguntaron por ello y respondió irritado a la frivolidad: “No importa lo que lleves. Me salto la pregunta”.
El sábado se jugará la última partida de ajedrez clásico del Mundial, por lo que la tensión, aún mayor, podría escapar por el lugar más imprevisto. Quien gane se proclamará campeón del mundo. Si se produce un nuevo empate, el título se decidirá en cuatro partidas rápidas de desempate. De proseguir la igualdad, se acelerará aún más el ritmo de juego y si esto no fuera suficiente todo podría terminar en el controvertido Armagedón, una partida en la que las blancas tienen algún minuto más, pero están obligadas a ganar.
Otro ex campeón, Vishy Anand, es de los que piensan que Nepo lo tiene algo más difícil: “Tener algo en las manos y que te lo arrebaten así…,”, comentó sobre su última derrota. “La capacidad de dejar eso a un lado y centrarse en la partida es una cualidad poco común”, agregó. Por su parte, el mayor riesgo para Ding es la euforia, “que puede ser tan peligrosa como el desánimo”.
Mañana habrá jornada de descanso y el sábado podremos asistir a un acontecimiento histórico: conocer por fin quién será el sucesor de Magnus Carlsen. La corona podría volver a Rusia o, por primera vez en el ajedrez masculino, caer en poder del ajedrez chino.