El ex capitán del equipo nacional de críquet de Bangladés, Tamim Iqbal, una de las figuras más relevantes de este deporte en este país asiático, sufrió este lunes un infarto durante un partido y ha sido trasladado a un hospital de Daca, según informaron las autoridades.
El director ejecutivo de la Junta de Críquet de Bangladés, el ente rector de este deporte, informó que Tamim fue trasladado de urgencia a un hospital después de sentir dolor en el pecho durante un partido de la Dhaka Premier League de críquet entre el Mohammedan Sporting Club, en el que juega el bateador de 36 años, y el Shinekpur Cricket Club.
Iqbal fue sometido a una angioplastia en el centro médico donde está siendo tratado.
El líder del Gobierno interino de Bangladés, Muhammad Yunus, se ha interesado por el estado de salud del jugador de críquet, que ha liderado durante varios períodos a la selección bangladesí de este deporte, uno de los más populares en el país.
Tamim es el jugador más laureado del críquet de Bangladés en su modalidad ODI (One Day International) en la que dos equipos internacionales se enfrentan en un número fijo de 50 rondas en encuentros de hasta siete horas. Aunque también ha disputado encuentros en otras modalidades de críquet.
Iqbal Tamim es el bateador bangladesí con un mayor número de carreras anotadas en toda su trayectoria hasta la fecha, más de 15.000.
El jugador se retiró del críquet ODI en agosto de 2023 tras sufrir una lesión de espalda, aunque, como es habitual en este deporte, se ha especulado en varias ocasiones con su posible vuelta a los terrenos de juego.
Actualmente, batea para varios equipos de las diversas competiciones de Bangladés, entre ellos el Mohammedan Sporting Club de Daca.
Bangladés es uno de los 12 equipos de críquet ODI con estatus permanente, lo que le permite participar en los encuentros Test, los más prestigiosos en el ámbito de este deporte, especialmente popular en el Sur de Asia, Gran Bretaña, Oceanía y el Sur de África.
Falta poco para terminar el entrenamiento, pero la mayor promesa del pádel femenino español, Claudia Fernández Sánchez (Madrid, 18 años) mantiene al máximo su concentración hasta el último punto. El lugar de trabajo de la número 16 del ranking está en Brunete, una pequeña ciudad al oeste de la capital, en un centro deportivo situado en una vía de servicio de la autopista. A simple vista, puede parecer pequeño, pero la cafetería y el pabellón cubierto, con hasta ocho pistas de pádel, son el ambiente perfecto para que realice su hora y media diaria, como mínimo, de entreno en pista. "Además hace otra hora y media de físico", explica su padre Vicente.
La intensidad y la exigencia son máximas. Los golpes suenan por toda la nave: globos, remates, voleas, bolas a la esquina...Junto a Gemma Triay (Alayor, Menorca, 31 años), ex número uno del mundo, forman desde finales del pasado mes de febrero la pareja de moda en el circuito.
El partidillo es contra dos chicos jóvenes que ponen al equipo en dificultades. Los pocos y pequeños fallos cometidos a ambos lados de la red son, en ocasiones, comentados por el entrenador que observa atento desde la valla. Pasados pocos minutos de las 12 horas, los cuatro jugadores se dan la mano. El entrenamiento ha terminado.
Después de esperar unos minutos, atiende a este periódico en la terraza. Fernández empezó a jugar al pádel con apenas ocho años y la curiosidad sobre por qué se aficionó a este deporte y qué fue lo que la atrajo fue la primera pregunta: "Mis padres empezaron a dar clases, entrenaban, jugaban partidos y se divertían mucho y entonces, como daba un poco por saco, decidieron apuntarme a pádel para ver si les dejaba de dar guerra (risas) y estaba entretenida".
Además, añade que una vez comenzó a jugar más y al ver que se le daba bien, decidió meterse en el circuito de menores. "Allí llegamos a finales y desde hace cuatro años, aproximadamente empecé a entrenar más profesionalmente entrando ya en cuadro. Y ahora aquí estoy".
La familia ha sido esencial para que Fernández pueda estar hoy estar entre las mejores. "Al final los padres son los que te apoyan, los que te ayudan, los que ponen el dinero y los que creen en ti. No sabes si vas a llegar o no, es muy difícil", explica. "Cuando eres pequeño, por ti mismo no puedes permitirte económicamente nada y ellos son los que confían en ti. Lo son todo".
La progresión que ha tenido en el último año es espectacular. Pero para llegar hasta ahí, la jugadora de pádel no sólo se ha visto obligada a compaginar los estudios y el deporte, también sus padres han tenido que acompañarla a todos los sitios al no disponer, todavía, de permiso de conducir: "Por eso decía lo importante que es la familia y que crean en ti desde el primer momento". Ahora busca mudarse cerca del centro de entrenamiento para tener todo más cerca y moverse mejor.
Entrenar por las mañanas y estudiar por las tardes ha sido su rutina mucho tiempo. "Fue difícil", asegura. "Ahora estoy en la Blume, un centro de deportistas de alto rendimiento y puedo cambiar los días de los exámenes. Aun así, es complicado al estar fuera todo el tiempo. Voy poco a poco. Estoy haciendo segundo de Bachillerato en dos años y voy con menos presión", comenta.
"ME HE PERDIDO CUMPLEAÑOS"
Para una deportista tan joven como ella, este sacrificio y rutina de entrenamiento también ha tenido contrapartidas: "Por empezar tan pequeña me he perdido cumpleaños, que a esa edad te hacen más ilusión. Me he perdido muchas cosas con los amigos y he cambiado de colegio, de instituto...". A pesar de ello, asegura que una vez ha llegado hasta donde está y con todo el futuro por delante, todo eso, finalmente, "ha servido de algo".
Más allá de las cuatro paredes de cristal que conviven a diario con ella, Fernández es una gran aficionada a la lectura y al ping- pong, aunque dice que le gustan todo tipo de deportes. Además, también se está sacando el carnet y tiene una perra a la que "echa muchísimo de menos" cada vez que tiene que viajar: "Ahora ya tiene 12 años, es muy mayor y me preocupa que le pase algo y yo no esté".
"Es duro estar tanto tiempo fuera porque al final no puedes ver a tu familia ni a tu perra, pero es nuestro trabajo y nos tenemos que acostumbrar. Ahora nos vamos tres semanas fuera, muy lejos, pero al final se disfruta porque conoces sitios nuevos, gente nueva...Nos lo pasamos bien, no nos podemos quejar".
En el ámbito deportivo, Triay y Fernández anunciaron su alianza para esta temporada el 15 de febrero. Apenas dos semanas más tarde, el 4 de marzo, tocaba debutar en su primer torneo. Destino: el Oredoo Qatar Major del Premier Padel de 2024, en la ciudad de Doha. La nueva pareja se ponía por primera vez a prueba y, contra pronóstico, lograron alcanzar la final. La primera de su carrera. Nada más terminar el encuentro, Fernández no podía contener las lágrimas de emoción en su banquillo. Aunque, finalmente, el título no fue posible.
Claudia Fernández y Gemma Triay, durante el entrenamientoSERGIO ENRIQUEZ-NISTAL
"Era un reto jugar con Gemma y en el primero torneo no me imaginaba para nada llegar a una final. Fue increíble. Fuimos partido a partido y llegamos a cuartos, que para mí era alucinante —porque el año pasado estaba jugando dieciseisavos—, después pasamos a semifinales y luego pensé: ¿de verdad estamos en la final? No me cabía en la cabeza. Muy muy contenta", explica con una sonrisa.
Pese a llevar poco tiempo juntas, ambas jugadoras se compenetran a la perfección: "Es muy exigente, pero creo que las dos lo somos con nosotras mismas. Es una número uno. Jugar a su lado es muy fácil", asegura Fernández, que espera seguir cosechando buenos resultados. Dentro la pista, la joven promesa se define como "paciente, con buena actitud y guerrera". Preguntada sobre si es eso lo que le diferencia del resto de sus rivales, dice: "Puede ser. También la madurez de ser tan pequeña y haber pasado por tantos momentos me ha llevado a estar tan joven donde estoy ahora mismo".
Bruselas, en el que ya se encuentra en dieciseisavos, es el siguiente objetivo. Después de que en Puerto Cabello, Venezuela no pudieran alcanzar la final por una pequeña intoxicación alimentaria, puede que esta sea la ocasión para lograr su sueño: "Primero: ganar una final. Por ahora, conseguir eso. Ojalá llegar a ser número uno porque también me encantaría, pero de momento, ganar un torneo".
HUGO COSTA
@hugocostagolf
Sotogrande (Cádiz)
Actualizado Domingo,
22
octubre
2023
-
18:06El polaco remonta en la última jornada del Estrella Damm Andalucía Masters...
Hace unos meses Adidas presentó unas zapatillas nuevas en Madrid de una manera nunca vista. Las Adizero Adios Pro Evo 1, con un precio elevadísimo -500 euros- y una edición limitadísima -521 pares- aparecieron en unas urnas y los periodistas sólo podían tocarlas si antes se ponían unos guantes. Marketing en estado puro, claro, pero un mensaje claro: ese modelo era el summum de la innovación. Con esas Adidas la etíope Tigist Assefa batió el récord del mundo femenino de maratón el año pasado en Berlín y esas Adidas marcaban el disparo de salida de una nueva carrera tecnológica. Ya no sirve que las zapatillas de correr ofrezcan mucho rebote, como hacen desde años gracias a las placas de fibra de carbono, ahora también deben ser ligeras, superligeras, ultraligeras.
Mientras las Nike Alphafly de Eliud Kipchoge que cambiaron para siempre el atletismo pesaban 230 gramos, las Adizero Adios Pro Evo 1 flotan con sólo 138 gramos de peso. «Para conseguirlo analizamos cada elemento de las zapatillas, sopesando qué podíamos eliminar o cambiar para reducir su peso», explica Patrick Nava, vicepresidente mundial de producto de la marca alemana que en los últimos tiempos ha hecho enloquecer a la competencia. Preparados, listos... ¡ya!
Las novedades desde China
Como pasó con la fibra de carbono, desde la aparición de las Adizero Adios Pro Evo 1, todas las empresas de zapatillas de correr buscan ahora su modelo superultramegaligero y próximamente habrá novedades al respecto. Nike, New Balance, Saucony o Brooks podrían presentar pares que bajen de los 200 gramos, algo impensable hace nada, pero en los años posteriores la guerra irá más allá. Varias empresas chinas llevan tiempo buscando su oportunidad para asaltar el mercado mundial y es ésta. La semana pasada, en una feria en su país, Li-Ning, que llegó a patrocinar a la España de baloncesto, presentó un prototipo que sólo pesa 89,5 kilos, XTep fabrica un modelo de 94 gramos, 361 Degrees ya lanzó el año pasado uno de sólo 98 gramos...
Según un estudio de la Universidad de Colorado, en Estados Unidos, rebajar 100 gramos en las zapatillas reduce el consumo de oxígeno un 1%, por lo que la ganancia es obvia: en un maratón de dos horas se puede ganar más de un minuto al reloj gracias a ese nuevo calzado. Pero también tiene ciertas desventajas.
"Es una guerra peligrosa"
«Esa guerra por romper la barrera de los 100 gramos es peligrosa porque exige una inversión brutal en desarrollo y no tiene un mercado claro. Esas zapatillas tan ligeras son muy caras y muy efímeras, apenas se pueden utilizar dos o tres días, por lo que sólo se las pueden permitir los atletas patrocinados, aquellos que no compran nada. Es como el gasto en Fórmula 1 o MotoGP, es difícil cuantificar el beneficio para las marcas», analiza Juan González, probador de material para varias marcas y responsable del podcast El laboratorio de Juan.
Tan ligeras zapatillas, en efecto, carecen de estructura y, con el paso de unos pocos kilómetros, se desfiguran y se desvanecen. Al contrario de lo que pasó con las placas de fibra de carbono, estos modelos no están pensados para el aficionado medio ni tan siquiera para ese pelotón de expertos que buscan, por ejemplo, bajar de las tres horas en maratón. La carrera por el peso es una carrera por seguir en la vanguardia, por no perder el tren, por mantenerse a la cabeza del desarrollo, aunque sus beneficios es posible que nunca lleguen a los corredores del montón.