Es difícil comprender cómo el mejor jugador de una final de Eurocopa, el responsable del tanto que dio el primer título de la historia a la selección española hace justo 60 años, celebró el trofeo en solitario, encerrado en el vestuario. "Cuando entregaron la copa, yo me fui solo al vestuario", comienza Marcelino Martínez Cao y detalla a EL MUNDO: "Era un poco triste, resultó amargo sabiendo, como sabías, que se podía haber hecho más, una mejor selección".
Se refiere, principalmente, a la gestión política del equipo nacional que le llevó a la decepción posterior en aquel Mundial del 66, del que no consiguieron pasar de la fase de grupos. Unas intromisiones que ya intuía el de Ares llevarían a España a la ruina, principalmente porque a "Franco no le gustaba el fútbol, sólo los toros y la caza".
Resulta curioso, en cambio, que la época dorada de la selección, aquella que comprendió entre el 2008 y 2012, en la que se ganaron tres trofeos, dos continentales y un Mundial, la hubiera festejado con más efusividad. "Me alegré mucho más con las victorias de Luis", cuenta el ex futbolista de Zaragoza y Racing de Ferrol.
"Además son un equipo"
Tiene Martínez Cao una gran predilección por el difunto Luis Aragonés, por su propuesta futbolística que, a su juicio, fue el germen de todo lo que ocurrió en aquellos cuatro años mágicos. "Cuando la selección cambió fue con Luis y luego se continuó, Del Bosque era un gran entrenador, pero aquel equipo era de Luis", concluye el exfutbolista.
Otro Luis ha enamorado a Marcelino con esta renovada selección de estrellas emergentes y espíritu de equipo. "Me ha impresionado Luis de la Fuente, individualmente son buenos, pero es que además son un equipo", comenta el gallego sobre el técnico. Le sitúa como "uno de los mejores seleccionadores españoles de todos los tiempos", a la altura de su querido Luis. No es poco halago el de uno de los mejores futbolistas de la historia de nuestro país que, dice, llegó a ser el mejor pagado, por delante de Di Stéfano en el Real Madrid.
Dentro de esta España sobresaliente como equipo para el gallego, destaca a los dos extremos que hacen la diferencia junto a Rodri en el mediocampo. Aunque le sorprende, claro, la precocidad de Lamine, un futbolista "sin complejos" y que cuando se pone la camiseta de España "se cree tan bueno como los mejores". Todo ello, supone un halo de confianza para el futuro. Marcelino confía en que este equipo pueda marcar una época gane o no gane títulos, ya que no se trata sólo de un once plagado de buenos jugadores sino de una plantilla tan completa que el que sale del banquillo es tan bueno como el que partía de inicio.
"Entrenaban 10 horas diarias"
Tiene el gallego una curiosa anécdota sobre su época de la selección, aquella en la que recordaba la injerencia gubernamental en las convocatorias y en los onces. Y de cómo en las concentraciones como la de Santiago de Compostela, previa al Mundial de Inglaterra de 1966, el equipo de teóricos suplentes jugando en un patatal ganaba de calle al de los titulares.
Precisamente, será el conjunto británico nuestro rival el próximo domingo. Jude Bellingham, Phil Foden, no hay nombres que asusten al hombre que perforó la portería de Lev Yashin con un cabezazo a 14 metros de la raya de gol. A su juicio: "España tiene mejores jugadores" y que únicamente la suerte impediría la victoria española.
Algo diferente al primer trofeo que consiguió la Roja, en aquel entonces vestida de azul pese a que los ministros franquistas querían que jugara de blanco "como el Madrid porque triunfa en Europa". Los jugadores se negaron, claro, porque eso "no era España". El rival fue la Unión Soviética, un equipo que había ganado la primera Eurocopa y se presentaba a la segunda como favorita. "Los rusos eran militares y entrenaban 10 horas diarias todos los días", explicaba el goleador. Contaban además con Yashin, uno de los mejores porteros de la historia, 'la Araña Negra', le apodaban.
'Salvavidas' de Iribar
España, por su parte, tenía bajo palos a Iribar, una leyenda en el Athletic Club y una garantía. Pese a ello, el portero vasco consideró que había errado en el gol del empate ruso en aquella final. Así, cuando Marcelino anotó el tanto del triunfo le dijo: "Gracias, me salvaste". Pero lo cierto es que el cancerbero, a juicio del gallego, estuvo "de cine".
Un partido, por cierto, que estuvo a punto de no disputarse porque el régimen, entonces, tenía miedo de perder una 'batalla' contra el comunismo en el terreno de juego. De hecho, ya prohibió participar a la selección en el Europeo anterior por ese motivo. No obstante, ante la amenaza de la retirada de la selección de los futbolistas españoles, el Gobierno de Franco decidió permitirles jugar.
Marcelino contento por dejar atrás aquella época done los octavos y los cuartos eran la piedra de toque de esta selección mira al futuro con optimismo. "Van a ser los mejores de Europa y tenemos selección por mucho tiempo", apunta el gallego y añade: "Yo, por mi parte, estoy orgulloso porque pusimos a la selección donde le correspondía". El lugar al que aspira, de nuevo, este domingo en Berlín