Entrevista
El pívot del UCAM Murcia, líder en valoración de la liga, desvela el episodio que marcó su infancia y habla sobre el cambio radical en su carrera tras dejar el Joventut: “Tenía que irme de la sombra de Tomic”
«Voy a explicarte una historia interesante». Simon Birgander (Helsinborg, Suecia, 1997), el gigante del UCAM Murcia, el mejor jugador estadísticamente hoy por hoy de la Liga Endesa, hace un pausa en mitad de la entrevista con EL MUNDO, toma aire y comienza un relato que jamás contó. «Era 2004 y el plan de toda la familia era ir de vacaciones a Tailandia, al lugar y al mismo hotel que iba a destrozar el tsunami y en el que murió tanta gente. Entonces mi abuela nos anunció que tenía cáncer de pecho. Por suerte y por mala suerte, no pudimos ir. Probablemente, si mi abuela no hubiera tenido cáncer, todos hubiéramos muerto».
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Un giro del destino que ahora recuerda como una muesca vital un tipo que, de pronto, ha visto como su carrera deportiva irrumpía en la primera plana. Cómo, de secundario en el Joventut ha pasado a protagonista absoluto en el UCAM Murcia, donde promedia 22,5 créditos de valoración, el primero de una lista en la que le siguen Chima Moneke, Andrés Feliz y Edy Tavares. De la mano de Sito Alonso y lejos de la sombra de Ante Tomic, a la vez maestro y tapón de sus virtudes, Birgander anota lo que nunca (14,9) y rebotea como los mejores de la historia de la competición (9,8), para sorpresa incluso de él mismo, la confianza por las nubes y la agenda repleta de peticiones de entrevistas para un «chico vergonzoso», que disfruta de su bebé de 10 meses con su novia de Granollers y al que si no fuera por las canastas, le hubiera encantado «ser streamer», tal es su pasión por la Play Station.
Ese estallido insólito lo completa Simon en el renovado UCAM, el equipo revelación tanto en ACB (cuarto, hoy se enfrenta al Valencia) como en Champions League, al que llegó este verano. ¿A qué se debe? «La clave, primero, es que todos los jugadores, tanto los que han venido como los que están, son muy buena gente. Eso ayuda en el vestuario, en la pista. Cuando tienes buena relación con tus compañeros es más fácil, quieres dar el extra para ayudar. Si no te cae bien tu compañero, este extra no aparece. También creo que los fichajes que hemos venidos encajamos en el estilo al que quiere jugar Sito».
Aquel episodio de infancia marcó a Simon, hijo de un baloncestista sueco que, sin embargo, jugaba y entrenaba al fútbol hasta que un verano creció 15 centímetros «del tirón» y «ya no era tan fácil controlar la pelota». Su abuela superó aquel paradójico cáncer que salvó a su familia, pero no el siguiente, tres años después. Y eso propició un acercamiento a otro de los pilares de su vida, su abuelo, el marinero Lennard, del que presume en la foto de su WhatsApp. «Se mudó cerca de casa, camino de mi escuela, y al terminar iba con él, merendábamos, me ayudaba con los deberes de mates, veíamos partidos de golf, que le encantaba. Tuvimos una gran conexión y por eso es tan importante para mí. Cuando jugaba en Clavijo venía a Logroño, con 80 años. Hace cuatro falleció. Por él llevo el 35 en la camiseta», detalla el pívot aquella vivencia iniciática en la recóndita (para él), Logroño, donde llegó con 17 años para jugar en EBA y «flipaba» con las horas de la cena de los españoles. «En Suecia desayunas, comes a las 12 y a las cinco o seis cenas. Aquí cenaban a las 10 u 11 y yo ya no tenía hambre, a estas horas estaba medio en la cama. Pero ahora me encanta todo de España, el clima, el ambiente, la gente…», cuenta este murciano de Suecia que no es el único: comparte plantilla como Ludde Hakanson y el joven Wilhelm Falk.
Grave lesión de rodilla
La Penya se fijó en aquel gigante que pronto destacó en LEB Oro con el Clavijo y se hizo con él, aunque al poco tiempo en Badalona acudiría una pesadilla para Birgander: tras lesionarse en la rodilla estuvo 352 días sin jugar al baloncesto. «Fue súper duro, volvía y tenía que parar. Nadie sabía cual era el problema. Lo peor fue mentalmente, pensaba que no iba a volver a jugar al baloncesto nunca más. Al final dije, probamos esta última cosa y si no funciona, llamo a mi madre a ver si me encuentra un trabajo en Helsinborg. Tuve depresión. Mi chica y mi familia me ayudaron mucho para salir de esta mala época de mi vida», detalla el sueco, al que costó tiempo sentirse el mismo, luchando contra el «sobrepeso» y la falta de ritmo.
Este verano Simon decidió escapar de su zona de confort y aceptó la propuesta del Murcia. «Tomic me ha enseñado mucho y gracias a él soy mejor. Es uno de los mejores pívots de la historia de Europa. Cada día entrenado contra él me ayudaba. Pero para mí era importante irme de su sombra. Era difícil ser importante en el equipo teniéndole delante. Daba igual lo que hiciera y cómo lo hiciera, siempre estaba Ante Tomic encima», confiesa Birgander, al que pronto Sito Alonso pidió mucho más. «La clave es el cambio de rol. Ahora mi trabajo es más importante, más protagonista en la pista, tengo más balones. En la Penya mi labor era defender, jugar para el equipo. Aquí en Murcia es como que el equipo me necesita más. Y la otra clave es la confianza», relata, sin esconder «el miedo» a la responsabilidad que tuvo los primeros días: «La gente pensaba que no iba a ser capaz de hacer cosas que estoy haciendo ahora mismo».
De repente Birgander, un forofo del Arsenal inglés, es un candidato al MVP y el UCAM un aspirante a la Copa y los playoffs. ¿Qué más? «Uh… Difícil. Seguir el mismo camino de esta temporada, en lo individual y colectivo. Y jugar un Europeo con Suecia».