Roglic remonta el Giro de Italia en una cronoescalada final inenarrable

Roglic remonta el Giro de Italia en una cronoescalada final inenarrable

Giro de Italia

Actualizado

El ciclista esloveno se sobrepone a la salida de la cadena en plena ascensión

Primo Roglic, en la cronoescalada de este sábadoLuca BettiniAFP

Un final de inenarrable emoción, de brutal belleza, de intensidad insuperable le dio a Primoz Roglic la victoria en la etapa y, salvo catástrofe cósmica, en el Giro. El esloveno mereció por partida doble el triunfo. Primero porque exhibió una fuerza inmensa en la pared del Monte Lussari. Y segundo porque, en plena subida, cuando iba haciendo los mejores tiempos intermedios, se le salió la cadena en un bache. ¡En un bache de nada, emboscado sólo para él, para incrementar una leyenda desdichada!

Volver a colocar la cadena, casi tropezar con el auxiliar que acudía en su ayuda y tornar a empinarse penosamente sobre los pedales en mitad de esa pared ingrata le costó al infortunado un puñado de segundos. Primoz, presa de la desesperación y la angustia, pero impulsado por ellas, convertidas en rabia, en rebeldía contra un destino tan frecuentemente adverso, se irguió triunfal contra lo que parecía inevitable. Contra la derrota ante Geraint Thomas y los elementos.

Con seguridad se le pasaría por la cabeza aquella otra contrarreloj, en el Tour de 2020, en la Planche des Belles Filles, cuando un lobo aniñado, un compatriota feroz de sonrisa novicia llamado Tadej Pogacar le arrebató “in extremis” el triunfo en la reina de las carreras. El ciclismo, la vida le ha proporcionado ahora una dulce revancha en medio de esa desesperación y esa angustia que ha dado por bien empleadas, por bien padecidas, por bien saboreadas.

Sólo Roglic, con 44:23, a una media de 25,1 kms. por hora en una pared de 7,5 kilómetros, del 22% de pendiente máxima y 12,1% de media después de una llanura en la que se volaba, bajó de los 45 minutos. Thomas realizó 45:03 y Joao Almeida, 45:05. En la general aventaja al británico en 14 segundos, la cuarta menor en la historia del Giro, y al portugués en 1:15. La más corta se estableció en 1948. Fiorenzo Magni le sacó 11 segundos a Ezio Cecchi. Inolvidable prestación de Roglic, un ciclista en su madurez, a los 33 años y siete meses.

El Giro “sí es país para viejos”. En la era ciclista de la precocidad, la carrera se la han jugado en el último envite un hombre de 37 años y tres días el domingo y otro, ya se ha dicho, de 33 largos. Roglic, que nos perdone Thomas, ha impedido que alguien tan veterano como el británico se coronase en Roma. A los 37 años “no se puede” ganar una gran ronda, aunque Chris Horner, se impuso en la Vuelta de 2013 con 41 años y 328 días. La anomalía es de tal calibre que casi no cuenta. Horner, un ciclista del montón antes de 2013, no volvió a ganar ni una carrera.

Fiorenzo Magni ganó el Giro de 1955 con 34 años y seis meses. Pero no con 37. Fermin Lambot hizo lo propio en el Tour de 1922 con 36 años y 130 días. Pero no con 37. Si hubiera ganado Thomas, hubiera sido mérito del corredor y demérito de la carrera. ¿No era suficientemente dura? Sí, lo era. Pero los ciclistas la ablandaron. Los favoritos sólo se emplearon a fondo, obviamente, en las tres etapas contrarreloj. En las más importantes en línea, se atacaron en un par de ellas y en los últimos metros.

Pero la emoción en este Monte Lussari para la leyenda del Giro, pero la fiereza derramada ha compensado tanta mansedumbre anterior. Roglic, a las puertas fronterizas de su Eslovenia, rodeado de banderas de su país, viste de rosa. Le sienta muy bien.

kpd