No perdona el Tour, ni flaquezas ni despistes ni accidentes. En vísperas de sus platos fuertes, primero los Pirineos y después los Alpes, una jornada sólo en teoría de calma hasta Pau dejó los titulares en forma de despedidas. De un plumazo, la Grande Boucle se queda sin dos de los que estaban llamados a animarla, a ser elementos de atrezzo entre el mano a mano inevitable de Pogacar y Vingegaard, el veterano Primoz Roglic, el novel Juan Ayuso.
Ganó al sprint Jasper Philipsen (segunda etapa en su cuenta, otra batalla a dos contra Girmay por el trono al velocista), en un día que amaneció ventoso y eléctrico. Y siguió juguetón hasta el mismísimo desenlace, con una espeluznante caída a 600 metros. De salida, el Visma Lease a Bike, como si hubiera recuperado toda su confianza después de un año plagado de infortunios, como si la victoria de Jonas Vingegaard en Lioran les hubiera transportado un año atrás, cuando nadie les tosía en el Tour, animó el pelotón en mitad de los abanicos, un ataque en formación, con el propio Vingegaard al comando, al que apenas pudieron unirse, bien atentos, Tadej Pogacar y Remco Evenepoel.
Luego llegó algo de calma y la lógica, con la numerosísima escapada del día echada abajo -no favoreció la extraña presencia de Adam Yates-, y la mente puesta en las montañas que amenazan en el horizonte. Aunque los equipos de los sprinters no las tuvieron todas consigo hasta el final, primero Carapaz y el imparable Abrahamsen y después otro puñado de ataques más. Philipsen, ganador de cuatro etapas en la pasada edición, sumó ya su segunda por delante de Van Aert.
Pero las noticias se habían producido antes. La confirmación de la fatalidad, de los virus que asolan al pelotón, especialmente al Bahrein y al Cofidis. Fue Jesús Herrada el tercer corredor de la formación francesa que abandonó, otro español fuera del Tour, como Ion Izagirre y Pello Bilbao en los días previos. Poco después lo hizo Ayuso, que intentó completar la etapa, pero que pronto mostró debilidad, incapaz si quiera de seguir al pelotón en el desperezar de la etapa. Su equipo, el UAE, confirmó su retirada por Covid.
Amargo debut para el de Jávea, tan ambicioso siempre. Su primer Tour quedará marcado por el abandono antes de enfrentarse a los colosos de los Pirineos y los Alpes, pero también por la polémica de su engranaje en el Dream Team del UAE al servicio de Pogacar. Por los gestos “innecesarios” de su compañero Almeida en la ascensión al Galibier, cuando el español parecía reticente a entrar en la rueda de relevos del UAE. A Ayuso le quedan cuentas pendientes con el Tour.
Esas que Roglic parece incapaz de saldar, siempre perseguido por su mal fario. Dos caídas consecutivas han acabado, otra vez, con las opciones del esloveno. Es la tercera vez tras 2021 y 2022 que tiene que decir adiós antes de tiempo a ese Tour que nunca ha logrado vencer. Y no fue sin polémica por la mala señalización de un bordillo camino de Villeneueve sur Lot, arrasado por la caída de Lutsenko y tan magullado que apenas pudo llegar a la meta, casi dos minutos y medio después que el vencedor Girmay. “Esta caída es 100% culpa de la organización. El pelotón no puede pasar por una carretera así. Es muy irresponsable”, criticó duramente su ex director en el Visma Merijn Zeeman declaraciones al medio neerlandés NU.