El pasado 9 de septiembre comenzaba la promoción de la nueva novela de Pepe Mel, la sexta de su carrera como escritor: El despertar del diablo. El ex futbolista y entrenador se preparaba para empezar la difusión del libro cuando, apenas una semana después, era presentado como nuevo técnico del Tenerife, tras la destitución de Óscar Cano por los malos resultados. “Iba a ocuparme al 100% del libro y mira, el trabajo siempre es el trabajo, al final escribir para mí es un hobbie y lo que me da de comer es entrenar”, cuenta a EL MUNDO el técnico del conjunto canario.
Menos de un mes después, ha conseguido ya su primera victoria al mando del equipo tinerfeño y, aunque sigue último, el entrenador es consciente de que “la Segunda es muy larga” y “da tiempo a hacer cosas”. Y espera que le vaya mejor que la primera vez que cogió el banquillo de un club que hoy, a su juicio, es algo totalmente diferente. “Estuve cuando las Torres Gemelas, fíjate si ha pasado tiempo”, anota un técnico que ha pasado por 15 banquillos.
Así, Mel vuelve a una profesión que, por su exigencia, resulta increíble que le brinde tiempo para poder escribir, porque para leer tiene de sobra. “Soy lector de hoteles, estaciones de tren, aeropuertos y autobuses, tengo mucho tiempo muerto. Lo que pasa es que a mí no me gusta mezclar porque el público no entendería muy bien que presente una novela, cuando, por ejemplo, el Tenerife va en descenso”, apunta el entrenador, como es el caso.
“la enseñanza de no mezclar temas”
Es consciente de que su responsabilidad en un banquillo es la de defender un club y a sus miles de seguidores. Y eso le traslada más presión que la de afrontar un nuevo libro. De hecho, recuerda que su primera obra, El Mentiroso, la presentó la semana antes de jugar contra el Real Madrid como entrenador del Betis. “Por eso tuve la enseñanza de no mezclar temas”, insiste.
Y es que, no suele escribir cuando está en un banquillo, pero sí lleva un cuaderno para anotar ideas o tramas para futuras novelas. Esta última la había escrito antes de su periodo en el Almería, en el que estuvo desde marzo hasta final de la temporada pasada. Y para ella y para otras se inspiró en rasgos de futbolistas a los que había entrenado. “Al Guaje, le puse así como un pequeño guiño a mi profesión”, revela respecto al protagonista de sus dos últimas novelas y cuyo apodo está basado en el de David Villa, también por ser la tierra de origen de su mujer.
Este último libro está basado en la época previa a la Guerra Civil española. Es la historia un lugar común en los libros de Mel, salvo en La Prueba, una novelita para adolescentes basada, curiosamente, en el fútbol. “Es el libro que más me ha costado escribir porque tuve que cambiar mi vocabulario y las formas de expresarme”, recalca el escritor.
No obstante, Mel sabe que un folio el blanco, el miedo de los escritores, es algo fácil de afrontar con una gran capacidad de expresión en comparación con el examen semanal que supone un banquillo porque “son cosas que no siempre dependen de ti”. Y enumeraba algunas de ellas como una mala estrategia, una pobre actuación de un jugador o un error arbitral como factores externos que podían inclinar la balanza para uno u otro lado. “En la escritura tienes tiempo, en el fútbol es todo instantáneo”, comentaba.
Eso sí, los momentos de satisfacción son compartidos. Y eso Mel lo valora mucho. Más que ver su nombre en el escaparate de cualquier librería. Esos últimos tres puntos ante el Cartagena supieron a gloria al entrenador madrileño, pero sevillano de adopción.
Otra de las satisfacciones compartidas para Mel es el creciente interés por la lectura y la cultura en el mundo del fútbol, algo que no era muy común en su época de jugador. Cuenta el técnico que hoy ya son habituales los permisos a futbolistas para realizar exámenes, como la EVAU por ejemplo, algo que en los años 80 era impensable. “Yo conocí a mi hija con dos días”, revela el ex jugador.
De los futbolistas a los que ha entrenado tiene el recuerdo del recién retirado, Jorge Molina, como uno de los deportistas que siempre llevaban un libro en la mano. Hubo otros que incluso leyeron sus propios libros. Ninguno, claro, le quiso dar su opinión: “No tienen cojones a decir: ‘¡qué mal escribes!”, bromea.
Resulta curioso que Pepe Mel sea de los pocos protagonistas del mundo del fútbol que cuente con tres etiquetas para definirle. Hablamos obviamente de las de futbolista, entrenador y escritor.
- ¿Cuál de las tres prefieres?
- Si pudiera ser futbolista, yo no era entrenador ni de coña. El fútbol está hecho para los que juegan. Nosotros estamos durante la semana intentando marcarles el camino, pero luego llega el día y los que se divierten son ellos. Yo me harto de decirles que disfruten del día a día, que esto se acaba, que yo también he tenido 18 y se me pasó volando, pero cuando pasas la línea de banda hacia el otro lado, esto se acaba.
Top de técnicos y escritores
Como entrenador y escritor, Pepe Mel tiene un gusto muy definido por el producto nacional. Así, el técnico del Tenerife se considera fan de Arturo Pérez-Reverte y es lector habitual de autores españoles porque “hablan de cosas que le interesan”.
En los banquillos mantiene también gran predilección por técnicos no sólo españoles sino que han compartido con él épocas en los banquillos. Unos, que ya no están, como Luis Aragonés y otros a los que se enfrentará este domingo como Víctor Fernández. «De todo el mundo aprendes, tanto cosas buenas, que te sirven a ti, como cosas malas», dice.