Sus padres le acercaron a un balón -como a su hermano Aitor-, pero él quería una moto. Ahora es el nuevo prodigio de la escuela balear, aunque su referente era Márquez, no Lorenzo
“Cualquier chaval de 18 años que gane el Mundial de Moto3 tiene proyección, pero Izan más. Es increíble lo mucho que ha ganado por lo poco que ha trabajado. No lo digo como crítica; es un halago. Por la protección de los padres o por la falta de medios, Izan apenas ha entrenado fuera de los circuitos y, pese a ello, siempre le ha ido genial. Es talento puro”.
Es la descripción de Izan Guevara, el nuevo prodigio del motociclismo español, de Dani Vadillo, el que fuera su entrenador de adolescencia en la Escuela Balear de motociclismo. Este domingo en Australia, a falta de dos carreras para acabar la temporada, Guevara abrazó el título de Moto3 con una victoria; el camino de los mejores. Como admitió después, pensaba que tenía que vencer, que no celebraría si no terminaba delante de Sergio García, y, aunque realmente había hecho mal los números, tampoco importó. Ganó, ganó, ganó y lo festejó con Nico Terol, campeón de 125cc en 2011, ahora su coach, disfrazado de su doble. El ‘acting’ recordó a Jorge Lorenzo, que hizo algo parecido en 2015, pero cuando el mismo Lorenzo en DAZN preguntó a Guevara por su inspiración, éste contestó sin ataduras: “Yo de niño era más de Márquez“. Mallorquín como Lorenzo, criado en la escuela de su padre Chicho, Guevara no es de nadie, casi ni de sus padres Toni y Marga.
“A los tres o cuatro años le apuntaron a fútbol, como a su hermano Aitor [hoy jugador de La Unión de la Primera Regional mallorquina], pero a él no le interesaba la pelota. Ya entonces pedía una moto”, recuerda Vadillo para EL MUNDO con el momento en el que conoció a Guevara grabado en la memoria. A los siete años, de la escuela de Chicho Lorenzo pasó a la Escuela Balear de motociclismo y allí estaba Vadillo, que entre otros ya había trabajado con Joan Mir: “Tenía una mini moto azul, era muy pequeñito, muy sonriente como ahora, un culo inquieto. El talento ya estaba ahí. De hecho diría que nunca ha perdido. En la Cuna de Campeones ganó; en la European Talent Cup ganó; en el FIM CEV Mundial junior ganó y ahora en el Mundial de Moto3 ha ganado en su segundo año”.
La escuela balear
Un fenómeno surgido prácticamente de la nada. Después de años de dominio de la escuela catalana de motociclismo, que aún mantiene en MotoGP a Marc Márquez, Álex Rins o a los hermanos Espargaró, la cantera balear se abre paso con lo mínimo: un circuito, Llucmajor, ya está. Con Lorenzo y Mir con referentes, de la isla llegan Augusto Fernández, actual líder de Moto2, y Guevara, ya campeón de Moto3. ¿Por qué? “Si te digo, la verdad, no lo sé. Sacamos provecho de lo poquito que tenemos”, resume Vadillo ahora enrolado en el equipo Leopard, mentor de Dennis Foggia, uno de los máximos rivales generacionales de Guevara.
El otro ha sido, es y será Pedro Acosta, el otro portento español, el campeón de Moto3 el año pasado. Ambos, Guevara y Acosta se conocieron como adversarios de niños, en la Cuna de Campeones, y a ello volverán el año próximo, ya los dos en Moto2. Dorna, la empresa organizadora del Mundial, lleva años, quizá décadas, intentando que su campeonato no se reduzca a un enfrentamiento entre Italia y España, que haya pilotos de otros países de Europa, de Asia, ojalá de Estados Unidos, pero todo a punto a que en tres o cuatro temporadas Guevara y Acosta se pelearán en MotoGP.
El primero, Guevara, con un ‘Carpe Diem’ tatuado en el pecho, apodado Jordan por su equipo por su devoción a la ropa de Jordan Brand -no tanto del propio Michael Jordan– y acostumbrado a hacer el pino para celebrar sus victorias, ya tiene el título que le abrirá camino. “Su talento es brutal y ahora empezaremos a ver hasta dónde puede llegar. Empezará a trabajar de verdad, a multiplicar sus horas de moto y de gimnasio, y sacará todo su potencial”, finaliza Vadillo, el entrenador de adolescencia de Izan Guevara, el nuevo prodigio del motociclismo español.