Orfeo Suárez, periodista de EL MUNDO, fue premiado este lunes en Santa Susanna (Barcelona) por la Asociación Internacional de la Prensa Deportiva (AIPS), en la categoría de columna, por su artículo ‘El talón de Aquiles en las pelotas’, publicado el pasado 28 de agosto, sólo unos días después del escándalo que terminó provocando la dimisión de Luis Rubiales.
El primer premio correspondió a Christian Grosso, editor del diario argentino La Nación, por su trabajo titulado ‘El romance definitivo: Messi y el país en la noche para la eternidad’. El segundo premio quedó para Pablo Juanarena, por su artículo en MARCA, ‘Texto para una entrada de un partido de fútbol’, mientras Suárez obtuvo el tercero.
Los AIPS Sport Media Awards, cuya primera edición se celebró en enero de 2019 en Lausana, son el máximo galardón internacional en el periodismo deportivo. Entre los trabajos presentados, los 12 miembros del jurado han reconocido los artículos que muestran “una opinión informada y que demuestra investigación, relevancia, autoridad y una visión original sobre un tema”.
Impresionante. Pocos calificativos mejores se pueden llegar a encontrar en el diccionario para calificar la hazaña que se ha propuesto el deportista Kilian Jornet (Sabadell, 36 años) en los Alpes. El catalán ha iniciado el reto Alpine Connections, que consiste en escalar el mayor número posible de montañas de más de 4.000 metros de la cordillera europea (82 posibles) en un tiempo récord. Hace 12 días que comenzó su desafío y ya ha llegado a la cima de 51 picos. Para ello ha empleado 178 horas. Cifras que, de continuar con el mismo ritmo, podrían superar el récord de los italianos Franco Nicolini y Diego Giovannini del año 2008, cuando lograron subir todos los picos alpinos en 60 días.
Todo comenzó el pasado 15 de agosto, cuando el ultramaratoniano español inició esta gran aventura con dos objetivos en mente: enlazar el mayor número de cimas explorando los límites físicos y mentales del cuerpo humano y, al mismo tiempo, donar a la ciencia todos los datos sobre el estrés metabólico, el deterioro del sueño o las cargas de entrenamiento que su equipo de fisiología recopile durante el viaje. De esta forma, pretende dar a conocer cuáles son las reacciones del cuerpo a esos niveles de actividad. Porque la vida de Jornet es eso, una constante búsqueda de desafíos sólo al alcance de deportistas apasionados por superarse a sí mismos.
Así fue como nació la idea del reto el año pasado, mientras subía 177 cimas de 3.000 metrosen 11 días en Los Pirineos. Otra de sus locuras. Nada más terminar su último ascenso a la Pica d'Estats supo que era el momento de dar un paso más.
El mensaje más imprevisto
Pasados varios meses y después de vencer en la carrera de montaña de Sierre-Zinal (Suiza), Jornet aprovechó su gran trabajo de preparación física, logística y su conocimiento en la zona (ha residido allí durante una década) para emprender, desde Piz Bernina, esta nueva aventura personal. Un viaje en el que su cuerpo y las condiciones climáticas que se presenten son sus barreras. Gestionar los periodos de descanso o la fatiga es fundamental para mantenerse alerta y atesorar diferentes alternativas por si algo falla. En la montaña, cualquier cosa puede pasar, hasta recibir el mensaje más imprevisto. "La policía noruega me acaba de llamar porque mi coche necesita ser retirado del parking donde está porque han iniciado unas obras que no fueron anunciadas", contó Jornet en sus redes, rodeado de nieve y en medio de su séptima etapa, en la que logró subir 18 cimas en 17 horas de actividad, durmiendo sólo tres.
Esta impredecibilidad hace que no haya etapas marcadas ni tiempos planificados. Todo se tiene que adaptar a cada momento y a lo que Jornet necesite, lo que hace imposible determinar cuánto tiempo durará la aventura. Cada ruta, diseñada a partir de múltiples factores, es única y sólo tiene como objetivo la próxima montaña que haya que escalar. La cumbre siguiente siempre es su favorita. Si noes posible avanzar, hay que parar y esperar a que las condiciones cambien. No hay ninguna jornada igual. En la primera etapa recorrió 242 kilómetros, ascendió su primer pico y completó gran parte del trayecto en bicicleta. En cambio, en otras ocasiones ni siquiera recurre a los pedales.
"Golpe a golpe y verso a verso", Jornet sigue adelante, pero no lo hace solo. Además de un pequeño equipo de soporte y otro de creación de contenidos, que le acompañan en todo momento, familiares como su madre, su pareja, Emelie Forsberg, y sus hijas le han esperado en algunos finales de etapa para poder seguirle y ser partícipes de cada una de sus proezas.
También varios amigos se han querido sumar al proyecto, como los alpinistas Philipp Bruger, que compartió con él los primeros kilómetros, o Jules Henri, al que se ha encontrado de casualidad después de viajar hasta La Fouly, en la undécima etapa de este viaje. Con él, Jornet ha podido llegar hasta Val Ferret (Italia), lugar donde se encuentra descansando debido a las condiciones del tiempo. "Intenté comer, beber mucho, curar la piel de mis manos y pies y prepararme para el próximo empujón largo", apuntó ayer nada más llegar.
Mikel Arteta ha cambiado la realidad del Arsenal. El conjunto gunner no gana la Premier League desde 2004, pero con el técnico donostiarra en el banquillo ha conseguido volver a pelear por ella: segundo en 2023 y 2024 y segundo este año, a 11 puntos de un Liverpool casi inalcanzable. El Emirates disfruta también de la Champions y busca este curso superar la barrera de los cuartos de final por primera vez desde 2009. Enfrente está el Real Madrid, pero en el norte de Londres se confía más que nunca en el liderazgo de Arteta, en sus «juegos mentales», a cada cual más loco que el anterior, en su influencia de la NFL, en lo aprendido con Pep Guardiola y en cómo ha convertido a su equipo en el mejor a balón parado en Europa.
A los 15 años, Arteta dejó el Antiguoko de San Sebastián, donde jugaba con Xabi Alonso, para fichar por el Barcelona. Llegó al filial, coincidiendo con Puyol, Xavi o Iniesta, pero su carrera cogió un camino diferente al de los héroes de Sudáfrica: PSG, Rangers, Everton y Arsenal. Siempre en el filo de las convocatorias de la selección y siempre en suelo británico. Era el raro de su generación y la puerta a la gloria se le cerró constantemente. En los banquillos la tarea no era más fácil: aceptó el reto del Arsenal y si antes tenía a Xavi, Iniesta, Alonso o Fábregas por delante, ahora el destino le ponía al City de Guardiola y al Liverpool de Klopp como dominadores de la Premier.
Quizás por lo aprendido en su carrera como jugador y en las puertas que se le cerraron en su momento, lo que define ahora al Arteta entrenador es la «exigencia». «Es muy exigente en todo lo que hace, con el cuerpo técnico, con el club y consigo mismo. Es la persona que más horas trabaja en la ciudad deportiva, su pasión es constante y te la transmite», admite a EL MUNDO el español Miguel Molina, uno de sus asistentes en el cuerpo técnico del Arsenal, donde ha mezclado al núcleo local con varios españoles que actúan como su mano derecha en el club: el propio Molina, Carlos Cuesta, otro de sus asistentes principales, e Iñaki Caña, entrenador de porteros. Los dos primeros, con pasado en las categorías inferiores del Atlético.
El no a Pochettino
En 2016, justo después de retirarse, esa exigencia le llevó a tomar una decisión clave en su carrera como entrenador. Había colgado las botas como uno de los capitanes del Arsenal, así que el club londinense le ofreció un puesto como uno de los jefes de la cantera, pero lo rechazó. También dijo «no» a Mauricio Pochettino, su «hermano mayor» en sus dos años de cesión en el PSG a comienzos de los 2000. El argentino le quería como parte de su staff en el Tottenham, enemigo íntimo del Arsenal, pero Arteta lo rechazó, convencido del tipo de máster que quería.
El entrenador español se convirtió en asistente de Guardiola en el Manchester City. Máxima exigencia y un curso acelerado en la elite para su gran objetivo: ser uno de los mejores entrenadores del mundo. Estuvo varios años a la sombra del catalán y en cuanto surgió la oportunidad del Arsenal no lo dudó. Los gunners despidieron a Unai Emery en diciembre de 2019 y Arteta lo tenía todo claro. Casi diez años después de esa decisión entre Pochettino, el Arsenal y Guardiola, Arteta está ante su sexta temporada como técnico de un club donde ha conseguido tres títulos (una FA Cup y dos Community Shield), pero lo más importante: compite de tú a tú con City y Liverpool.
De Guardiola mascó la obsesión por la perfección y la innovación táctica, pero lo que ha convertido a Arteta en un entrenador diferente son los «juegos mentales». «Es muy creativo, muy innovador, y te hace estar alerta, mejorando y creciendo constantemente. Entiende muy bien el proceso de los entrenamientos, el análisis de datos... Está capacitado a todos los niveles. Y con el trato con el jugador es muy empático y cercano, sabe gestionar muy bien el vestuario y la relación con los jugadores», asegura Molina.
Arteta y Saka, el sábado, durante el partido ante el Everton.EFE
Esa parte creativa en la gestión del vestuario tiene que ver con poner a sus futbolistas ante el Pictionary (un juego de mesa en el que hay adivinar una palabra haciendo un dibujo), con contratar carteristas para robar a sus jugadores en plena cena «para que estuvieran atentos a los detalles», con realizar presentaciones utilizando colores o dibujos concretos para que los jugadores aprendieran bien la lección (un carril liberado en la defensa rival era un Fórmula 1), con dibujar frases en las paredes de la ciudad deportiva, con pedir a sus jugadores que expriman la mayor cantidad de jugo de limón que puedan en un bote común, con contratar a un freestyler profesional para que hiciera de camarero y les humillara cuando intentaran dar toques al balón durante una cena...
«Todo eso pasa muy a menudo. Cada reunión de Mikel con el vestuario es especial. Está en un nivel similar a Pep y veremos si algún día le pasa. Te das cuenta de la cantidad de cosas que hace más allá de los focos. Siempre nos repite que tenemos que hacer todo a tope. El fútbol, la fiesta e incluso en la habitación con nuestras mujeres», explicaba en su momento Oleksandr Zinchenko, jugador del Arsenal y ex del City. La prensa inglesa los denomina «juegos mentales».
La parte psicológica es clave para Arteta, que no deja de usar símbolos para tratar de mantener a su vestuario alerta. Uno de sus momentos más famosos es un discurso a la plantilla comparándoles con la luz, bombilla en mano y mencionando a Thomas Edison, para que fueran capaces de «compartir la energía y conectar». Incluso contrató a un artista para que creara la canción North London Forever, que el donostiarra quiere que se convierta en el nuevo himno del club.
El mejor equipo a balón parado
La obsesión de Arteta es ganar un gran título y no deja nada al azar para conseguirlo, tratando de extrapolar las virtudes de otros deportes al fútbol. Por ejemplo, de la NFL ha sacado la idea de tener diferentes entrenadores tácticos para diferentes situaciones, como la presión alta o la transición defensiva, pero sin duda algo diferencial y que tiene mucho que ver con el rugby y el fútbol americano y la revolución que ha logrado a través del balón parado.
Uno de sus grandes fichajes es Nicolas Jover, el gurú del balón parado gunner. El asistente francés trabajaba para Guardiola, pero Arteta coincidió con él unos meses en el Etihad y se lo llevó a Londres. Con 10 goles este curso, es el equipo que más tantos anota a balón parado en las cinco grandes ligas europeas.
Es su gran fuerte y aunque no puede contar con Gabriel, uno de sus centrales titulares junto a Saliba, el poderío aéreo del Arsenal es de lo que más preocupa a Carlo Ancelotti. El Madrid, débil en ese aspecto, ha encajado cinco goles a balón parado este curso, el segundo peor dato de la Liga tras el Leganés. El Emirates le espera esta misma noche.