El español buscó el error del vigente campeón y el agua creó el caos, pero la victoria fue imposible
“No estéis decepcionados”, reclamó Fernando Alonso a sus mecánicos tras la clasificación y, finalizada la carrera en Mónaco, el mensaje seguía vigente. Después de cuatro podios en el tercer puesto esta temporada, el español subió un cajón este domingo: segundo. Más era imposible. La victoria, la ansiada victoria, esa victoria 33, era imposible. Desde que Max Verstappen se hizo con la pole, suyo era el éxito, sólo un error podría arrebatárselo. Y pese a todo, pese a la estrechez del circuito de Montecarlo, pese a la lluvia, el vigente campeón no falló en ningún momento, perfecto, firme. [Narración y estadísticas]
Llegaron a meta tal y como arrancaron, aunque hubo varios momentos en los que el orden pudo cambiar. De hecho todo estuvo a punto de saltar por los aires. A falta de 30 vueltas, la lluvia -que llevaba horas amenazando al Principado- empezó a caer y la carrera, tan calmada hasta entonces, enloqueció. Alonso se la jugó: entró al garaje y salió con neumáticos de seco. ¿La idea? Que el cielo se despejaría rápido. Si hubiera acertado, si Aston Martin hubiera acertado, el 28 de mayo de 2023 hubiera sido un día memorable para el español. Pero no fue así. En lugar de parar, la llovizna se hizo chaparrón y Alonso tuvo que visitar el garaje por segunda vez. Por fortuna para él, su ventaja con el tercero, Esteban Ocon, era exagerada. Por desgracia para él, su error le alejó de Verstappen de manera definitiva.
Hasta entonces el líder de Aston Martin había jugado con la distancia de la mejor de las maneras. Con una estrategia algo distinta -Alonso llevaba neumáticos duros, Verstappen, medios-, el español contuvo al vigente campeón para que éste no pudiera pasar por boxes sin perder posición. Acercarse y adelantarle era una quimera, pero al menos forzaba su fallo. Con la ayuda de varios pilotos doblados, llegó a situarse a sólo cinco segundos en el ecuador de la prueba, pero su fallo con la lluvia acabó con la emoción. “No estéis decepcionados”, pidió Alonso tras la clasificación y, tras la carrera, su reclamación mantuvo el sentido. Un segundo puesto en Mónaco, un excelente resultado.
Sainz el gran damnificado
De hecho, pese al agua, sólo hubo dos abandonos –Kevin Magnussen y Lance Stroll– y las calles de Montecarlo apenas guardaron momentos excitantes. Si se repasa la parrilla sólo dos pilotos perdieron la posición: los dos Ferrari. Y el más perjudicado fue Carlos Sainz, que partió cuarto y acabó octavo. Su carrera fue un desastre que pudo terminar peor, pero también mucho, mucho mejor. Desde las primeras vueltas estuvo obstaculizado por Ocon, que frenó a todos por detrás de Verstappen y Alonso, y aunque lo intentó no pudo rebasarlo. Ferrari erró la estrategia para adelantara al francés en los garajes y él erró sobre la agua cuando pudo superarle sobre la pista.
De hecho, entre el caos causado por las paradas en boxes para cambiar de neumáticos, Sainz llegó a estar tercero, pero un trompo le hizo perder varias posiciones. Lewis Hamilton, cuarto; George Russell, quinto; Charles Leclerc, sexto; e incluso Pierre Gasly, séptimo terminaron delante. Su decepción en la radio era notable. Por detrás, ‘Checo’ Pérez terminó decimosexto, sin opciones de remontada, y se complicó el Mundial.