Roland Garros
Opinión
Una vez más, en su comparecencia de este jueves, Rafael Nadal demostró que no sólo es un deportista excepcional sino también un ser humano fuera de lo común a la hora de apelar a la madurez y la razón para interpretar los problemas. Posee una cabeza prodigiosa para entender no sólo el deporte, sino la propia vida. Tiene un sistema operativo superior que muchas veces le permite sacar más con menos.
Va a tratar de volver a competir y de hacerlo en condiciones después de intentarlo en vano todos estos meses y de comprobar que la evolución de su lesión no ha sido la esperada, con el dolor que supone no poder jugar en una fase de la temporada tan especial para él. Se trata de dejar que el cuerpo se regenere naturalmente y recupere sus biorritmos naturales. No queda otra.
Seguro que en breve iniciará su recuperación activa. Se va a mantener bien físicamente y cuando regrese, sino al cien por cien, estará en condiciones de pelear como sólo él sabe hacerlo. En realidad, con el paso de los años ningún tenista de élite salta siempre a la pista en plenitud de condiciones. Se trata de gestionar molestias, dolores e incomodidades, algo que siempre ha sabido hacer, tal vez mejor que ningún otro.
Quiere terminar su carrera en la pista. Tal y como merece. El objetivo ya no es en realidad añadir grandes resultados sino la pura satisfacción personal, algo en lo que también marcan diferencias los tres jugadores que han dominado el tenis desde hace más de 15 años: él, Roger Federer y Novak Djokovic.
Si bien es cierto que nunca ha estado tanto tiempo como el que pasará en el arcén, Nadal nos ha demostrado que en cuanto entra en una cancha de tenis tarda poco en recuperar todos sus activos. El único hándicap sería que su cuerpo le impidiera volver a ejecutar lo que su cabeza le pida. Estará en manos de la naturaleza.
Pese a todos los embates recibidos en su larga y brillante trayectoria profesional, aún conserva semilla fértil. En el tramo final, posee la ilusión genuina del muchacho que impresionó al mundo casi en los comienzos del milenio en Roland Garros, donde este año se le echará tanto de menos.