Jaycee Carroll: “Sigo soñando con el último tiro”

Jaycee Carroll: "Sigo soñando con el último tiro"

Entrevista

Actualizado

El ex jugador del Real Madrid, ganador de dos Euroligas, analiza el estado actual del equipo y recuerda sus presencias en la Final Four

Carroll, en su época en el Real Madrid.EFE

Al otro lado del teléfono, el extranjero que más partidos disputó con la camiseta del Real Madrid, un tirador como jamás se vio, responde desde su finca de Wellsville (Utah). “Soy granjero, asesor financiero y entreno al equipo de mi hija”, cuenta Jaycee Carroll sobre su nueva y ajetreada vida. Desde la naturaleza y “trabajando con los animales” no pierde ojo ni contacto con sus ex compañeros, con los que la conversación siempre acaba con un “ya sabes cómo va esto”. “Lo daría todo” por estar esta noche en el Zalgiris Arena de Kaunas, donde los blancos buscarán contra el Barça (20.00 h., DAZN) otra final de Euroliga.

Disputó su último partido hace dos años, ¿cómo es ahora un día en su vida?
Me despierto a las seis de la mañana, voy a la oficina y me pongo a leer o estudiar sobre cualquier tema. Cosas de fe, algo financiero, de baloncesto o de la finca. Dependiendo de la necesidad de la semana. Después voy a la granja y me encargo de los animales, de que tengan agua y todo este bien. Vuelvo a casa y empiezo a llamar a clientes, hasta las dos o tres de la tarde. Recojo a los niños del colegio y por la tarde, los entrenamientos de baloncesto.
También saca tiempo para seguir al tanto de su Real Madrid.
Fue increíble lo que hicieron contra el Partizan, una serie complicada, ir a Serbia a ganar los dos partidos… Enhorabuena a los chicos y a Chus Mateo como nuevo entrenador.
Fue protagonista de alguna remontada parecida, ¿Cómo se explica lo del quinto partido?
En esos momentos, ya no tienes nada que perder. Puedes bajar los brazos y rendirte o puedes levantarte y luchar. Lo fundamental es la confianza. 18 abajo, sin nada que perder… Empiezas a meter canastas, a defender, a tomar riesgos… Y el empujón de la afición es algo agobiante para el rival. Toda esa mezcla es increíble.
¿Echa de menos esos momentos?
Sí, eso no se puede encontrar en una vida normal. Esta sensación, esa adrenalina, es única. Lo echo mucho de menos.
¿Cómo ve la Final Four? En 2015 y 2018 tampoco iban de favoritos…
Este año es similar. No éramos favoritos, íbamos para luchar y para intentar sorprender a la gente. El año pasado, llegaron y casi ganaron. En 2018 no deberíamos haber estado en la Final Four, perdimos el primer partido de playoffs de casi 30 puntos en Atenas. De repente, hubo un cambio mental y ya no perdimos más en toda la Euroliga. Ese empujón, esa confianza del quinto partido contra el Partizan, va a ser clave para la Final Four.
Los veteranos, Rudy, Llull y Sergio Rodríguez, siguen siendo clave.
Son especiales, absolutamente. Tuve la suerte de jugar con estos españoles de la época de oro durante 10 años. Ellos saben ganar. Lo han ganado todo. Sergi, Chacho, Rudy… cada uno de ellos tiene la capacidad de superar las cosas malas y ganar. Tienen la confianza de que nada es imposible. Es algo que uno tiene dentro, pero también se puede ir aprendiendo un poco con la experiencia. Porque no hay ninguna situación que ellos no hayan vivido. Han estado abajo, han sido los favoritos…
¿Qué aprendió con ellos en ese vestuario?
Yo también tenía eso, sabíamos ganar, somos ganadores. Sabíamos cuando teníamos que sacrificarnos para el bien común y cuando teníamos que imponernos. Por ejemplo, en la final de 2015, cuando yo lancé cuatro tiros seguidos y metí 11 puntos en un minuto. Yo sabía que era mi momento y ellos también, sacrificaron algunos de sus tiros para darme a mí el balón. También lo aprendíamos día a día, entrenando, estudiándonos, viendo los vídeos de los rivales. Y compitiendo. La clave es confiar en el compañeros

¿Cree que jugadores como Musa y Hezonja pueden alcanzar ese status?
Musa y Hezonja han tenido una buena temporada, metiendo puntos, jugando duro. Ojalá estén aprendiendo. Yo creo que también son ganadores. Pero les falta la experiencia de jugar finales, la experiencia de ganar títulos.
Usted conoce bien a Chus Mateo.
Primero, estoy muy agradecido a Pablo Laso por lo que hizo, sigo viendo mucho baloncesto en su futuro, ojalá que hubiera podido ser en el Real Madrid. Con respecto a Chus Mateo, es una persona fantástica. Yo tuve muchas experiencias con él, nos quedábamos horas tirando después de los entrenamientos. Hablaba con él, le hacía muchas preguntas. Él siempre me decía: ‘Confianza’. Y que supiera que siempre tendría mi momento. Un mensaje muy sencillo y muy efectivo. Es un tío muy inteligente y capaz. Y lo está demostrando. Llegar a una Final Four es muy difícil. Le doy la enhorabuena, espero lo mejor para él.
¿Se pudieron hacer mejor las cosas en su salida del Madrid?
Sinceramente, no me arrepiento. Yo estaba en EEUU intentando tomar una decisión, pero no quería ser una distracción ni para el equipo ni para el club. Todavía no sé cual hubiera sido la mejor manera de hacerlo. Podría haber estado dando información cada semana en redes sociales. Pero eso hubiera sido una distracción. Estaba en contacto con el club, le estoy agradecido por mantenerme las puertas abiertas. Cuando supe al 100% que no iba a volver, llamé al club ese mismo día. También les dije que quería despedirme de la afición y decirles gracias. El Madrid me invitó al homenaje y todo acabó bien. Tego mucho cariño por el club. Ojalá pudiera hablar con cada una de esos aficionados para decirles gracias, para darles un abrazo. He vivido un sueño.
¿Sigue soñando con el último tiro?
Sí. Además, estoy entrenado con jóvenes y me gusta compartir mis experiencias. Les enseño vídeos, para que sepan un poco de mí. Sigo pensando mucho en baloncesto.
En su carrera, todo pudo cambiar si hubiera aceptado esa oferta del Barça.
[Ríe] Hubiera sido diferente. Lo pienso de vez en cuando y no sé cómo habría sido. Me gustaría decir que hubiéramos ganado tantos títulos como hicimos con el Madrid, pero no lo sé. Creo que llegué al equipo perfecto para mí, teniendo a Laso que entendía el baloncesto como un base, como un escolta. Estaba con los españoles, entonces jóvenes, de la selección, que sabían ganar. Entonces eran solteros, sin niños. Fuimos creciendo juntos, formando nuestras familias. Hubo una evolución enorme, no sólo en la pista, también fuera.
Le hubiera gustado jugar con ellos con España?
Me hubiera encantando. Siendo americano es difícil jugar para nuestra selección. Viendo la competitividad de la selección española y conociendo a la gente, ojalá hubiera podido. Tuve un toque de todo esto viviendo con Chacho, Rudy, Sergi, Felipe… compartí casi 700 partidos con ellos.
El tirador, ¿nace o se hace?
Es una mezcla de talento y trabajo. Pero mi conclusión es que es 20% natural y 80% trabajo. He tenido el privilegio de hablar con otros grandes tiradores y me he sorprendido de las similitudes que hemos tenido en las rutinas de trabajo durante tantos años.
¿Cuál fue su secreto para jugar hasta los 38?
Yo no creo mucho en las dietas extremas. Creo en vivir una vida sana, en comer sano. Soy mormón, por mi religión, no he bebido ni fumado nunca. Y me gusta comer las cosas que son comida. Si en la carta de un restaurante veo muchas cosas que no entiendo intento no comerlo. Si cojo una manzana, me la como. Una vida sana.
En los títulos, ni una copa de champagne.
A mí el champagne me gustaba tirarlo encima de los demás en las celebraciones. Yo era un poco extraño, después de ganar muchos querían salir de fiesta y celebrarlo. Yo necesitaba tomar un respiro, quiero montar mi caballo e ir donde no hay gente, sin ruido. Algo raro. Tanía tantas emociones que quería desconectar.
Pasó dos años de misionero en Chile, lo que no supuso ningún problema para su carrera deportiva.
Esa experiencia marcó mi vida. Era la primera vez en otro país, con otro idioma. Crecí mucho. Tenía una vida de cumplir metas, pero esto era algo diferente al baloncesto. Y también me hizo más fuerte, porque de 100 personas 90 me rechazaban. Pateé mucho las calles predicando, fue una cura de humildad. Fue diferente pero agradable, aprendí del mundo, de mí mismo y de otras personas. Dejé de jugar y subí mucho de peso, no he estado tan gordo en toda mi vida. Pero no sé cómo, el último mes la grasa empezó a salir y volví de Chile con el mismo peso que salí. Fue un milagro. También fueron dos años en los que no castigué mi cuerpo, quizá eso me permitió llegar luego tan lejos.
Por último, ¿qué daría por jugar otra Final Four?
Lo daría todo. Si me llaman ahora, ya estoy. Físicamente podría jugar 30 segundos, pero haría todo lo posible para ganar. Me encantaría meter el último triple para ganar.

kpd