El futbolista panameño Gilberto Hernández ha muerto a los 26 años como víctima de un tiroteo entre bandas en un edificio de la ciudad de Colón (Panamá).
La Federación Panameña de Fútbol ha expresado que “lamenta el sensible fallecimiento de Gilberto Hernández, jugador del Club Atlético Independiente y de la selección de Panamá”. Además, “extiende sus condolencias a su familia y seres queridos, como así también a toda la familia del CAI y del fútbol panameño”.
Colón está viviendo una brutal escalada de violencia durante los últimos meses a causa del enfrentamiento entre dos bandas por el control de las rutas de contrabando de la droga.
La ciudad portuaria, en la que viven 40.000 personas, es un punto de tránsito para la cocaína traficada desde Sudamérica a través de Panamá hacia Europa y la guerra por el dominio de ese punto estratégico ha provocado la muerte de más de 50 personas.
El padre del futbolista ha instado a la juventud de la ciudad “a detener la violencia” y ha hecho un llamamiento a las autoridades para que pongan “en marcha proyectos para salvar a la juventud de esta violencia”.
En el principio fue la Copa Davis. En el final será la Copa Davis. El futuro, incluso en el caso de Rafael Nadal, que con 38 años, a más tardar este domingo, en la hipótesis más optimista, con España en busca de su séptima Ensaladera, dará un definitivo paso al costado con su raqueta, aún está por escribir. El pasado, esplendoroso, no sólo desde aquella final de Sevilla ante Estados Unidos, en diciembre de 2004, sino sugerente incluso antes, en s
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Mientras otros batallan en eliminatorias repletas de igualdad, polémicas e incertidumbres, el Real Madrid ya aguarda camino de Berlín, en su 10º Final Four de los últimos 13 años, la tercera de carrerilla. Allí defenderá su corona tras un tremendo camino en Europa, coronado en el Buesa Arena, donde cerró por la vía rápida la serie ante un bravo Baskonia. Murieron los de Dusko Ivanovic con las botas puestas, desplegando osadía, talento y la energía que les quedaba hasta que chocaron con la mejor versión de Tavares, con el temple de Campazzo, los puntos de Yabusele y la magia de Sergio Rodríguez. [98-102: Narración y estadísticas]
Fue una pelea mayúscula en Vitoria, una noche de guardias bajas y baloncesto eléctrico, de 200 puntos y 29 triples. Mandó el Baskonia casi siempre y resistió el Madrid sus embestidas, hasta el zarpazo final, encendido por el Chacho y culminado por Campazzo. Aunque nada sería lo mismo sin esas dos defensas finales de Tavares, sus cuatro tapones, sus 13 rebotes... Tan pleno que ni un minuto dejó a su compinche Poirier en la segunda mitad, pese a los buenos apuntes previos.
La primera parte fue ya un estupendo augurio, un festival ofensivo, un correcalles sin dueño, un intercambio de golpes que convenía más al Baskonia. Al descanso, los de Ivanovic, desbocados, habían anotado 56 puntos y el Madrid les seguía la estela como podía. Con la lengua fuera, incómodo cuando su defensa no funciona y su rebote no domina, aturdido ante tanta carrera, ante tanto lanzamiento frenético.
Sergio Rodríguez, defendido por Chiozza.L. RicoEFE
El Baskonia estaba dispuesto a morir matando, consciente de lo que supone un 2-0. Porque alargar la faena, dar una alegría al Buesa y mostrar algo de ese 'carácter', no sólo le vendría bien en el ahora. Su lucha por entrar en el playoff ACB y salvar la temporada está más que viva. Y necesita elementos que le reafirmen. Partió más agresivo en defensa, más concentrado en el rebote y con su acierto habitual.
Fue en el segundo acto (tras un parón demasiado largo por un problema en el marcador) cuando, por primera vez en la serie, se vio poderoso, 10 arriba con Marinkovic y Markus Howard como ejecutores y Miller-McIntyre como dueño del tempo, ocho asistencias en la primera mitad. Hizo 34 puntos en ese tramo, en el que tuvieron que salir Poirier y Deck (su defensa sobre Howard...) y, sobre todo, Sergio Rodríguez, al rescate. El Chacho no se achica cuando el juego pierde el control. Dos triples, cuatro asistencias... Gracias a él se mantuvo el Madrid con vida pese a su desastre defensivo.
A la vuelta no mejoraron demasiado las cosas para el Madrid, porque Marinkovic no bajaba su ritmo anotador, triples como flechas a la paciencia blanca. Otra vez haciendo la goma, aunque sin dejarse llevar del todo, parciales de ida y vuelta y Tavares intimidando en la pintura. En realidad, era un partidazo, una estupenda noche de excesos en el Buesa.
Un triple de Deck, la primera canasta del último round, puso al fin por delante al Madrid (73-75), una larga persecución sin perder los papeles. Pero faltaba por aparecer (del todo), Markus Howard: volvió a encender el Buesa con siete puntos consecutivos. Iba a ser el último alarde local, exhaustos ya los de Ivanovic, sin poder responder al arreón final blanco, una estocada mortal en las manos mágicas del Chacho y sus pases.
Fue un parcial de 0-13, con dos triples de Llull, pero, principalmente, con la sabiduría de Sergio Rodríguez. Como la temporada pasada, de nuevo a punto en el momento clave. Howard se empeñó en lo que parecía ya imposible, aunque iba a empujar hasta la orilla. Apareció entonces Campazzo con la puntilla, como un poco antes lo había hecho Yabusele. Y Howard, como Miller-McIntyre, se estrelló con la enormidad de Tavares. El Madrid de Chus Mateo está en Berlín y, a la vez, recuperó el liderato de la ACB tras la derrota del Unicaja en Tenerife.
Deslizándose entre la grava de la cautivadora Toscana. Volando en el sterrato, esos tramos de tierra que rememoran aquellos caminos que martirizaban a los heroicos pioneros. Ciclismo con aroma antiguo para el lucimiento de Pelayo Sánchez, el asturiano del Movistar, que logró la primera victoria española en la Corsa Rosa'2024 y también en los últimos cinco años.
''Es increíble, una locura. No me lo puedo creer'', exclamó el corredor del Movistar, que superó en un vibrante mano a mano al francés Julian Alaphilippe, dos veces campeón del mundo. Tadej Pogacar mantiene el liderato.
Una victoria y un rival que sirven para consagrar a un ciclista que sólo tiene 24 años y que atesora un amplio margen de mejora. Este año ya había conseguido un triunfo en la Challenge de Mallorca. En la temporada anterior se anotó una etapa en la Vuelta a Asturias.
Alegría inmensa en el seno del Movistar, que necesitaba un éxito como este para recobrar la autoestima y para enderezar una discreta campaña.
Hermoso escenario para presentación de Pelayo Sánchez. En esa esperada etapa del sterrato, que ahora muchos denominan gravel, que no es otra cosa que la habitual tierra prensada de los caminos forestales. La estrategia para afrontar el sterrato es idéntica al de los tramos de adoquines. Hay que ir con decisión y pelear por entrar en las mejores posiciones. Eso genera dosis elevadas de estrés que provocan enganchones y caídas. Un ejercicio de habilidad y de esfuerzo extremo.
La jornada incluyó tres segmentos para exprimir al máximo el esfuerzo. El primero de poco más de 4.000 metros fue inaugurado por un grupo de escapados en el que figuraba Pelayo Sánchez Alaphilippe y el australiano Lucas Plapp (Jayco), con más de un minuto de renta sobre un pelotón que quedó muy fragmentado en el ecuador de la etapa que transcurrió cerca de Siena, principio y fin de la Strade Bianche.
En los primeros pasos por el sterrato, el Ineos de Geraint Thomas aceleró la marcha, con Thymen Arensman marcando el ritmo. Pogacar, que se quedó sólo con dos gregarios, no colaboró en las operaciones de caza. Al esloveno le interesaba mantener viva la escapada.
En el tercer tramo (2.400 metros de subida), a 16 kilómetros de meta, los nervios se apoderaron del pelotón, con empujones y caídas. Con Ineos, otra vez, al comando, y con una ventaja de 1,15 minutos con Pelayo y sus acompañantes. Los tres fugados no escondieron sus cartas, cada uno de ellos intentó escarpase a falta de 20 kilómetros en carreteras estrechas y en permanente subida, con el pelotón reduciendo distancia. Hasta hubo pequeñas broncas, el francés reclamó al Pelayo, que no le sprintara en un repecho. Los últimos 400 metros fueron pletóricos para el asturiano, que se situó a la estela de Alaphilippe y le superó en el último golpe de riñones. Cara de incredulidad para el francés, derrotado por un español sin complejos y que ya ha justificado toda una temporada.
Este viernes, cambio de escenario, con una contrarreloj de 40,6 kilómetros con final en alto. Filippo Ganna tratará de evitar una nueva victoria de Pogacar.