La joven iba a disputar el próximo 20 de mayo en Detroit un combate contra Natalie Gage
Shalie Lipp, en una imagen subida a su cuenta de Instagram.@shalielipp
El mundo de las artes marciales mixtas (MMA) está de luto. Una de sus más jóvenes promesas falleció en un accidente de tráfico.
Shalie Lipp, de 21 años, viajaba -sin cinturón de seguridad, según apuntan varios medios americanos- en el asiento del copiloto de un coche que chocó con otro vehículo en una carretera de Minnesota (EEUU).
La luchadora iba a participar en una gran velada el próximo 20 de mayo contra Natalie Gage, el No Mercy 11, que se va a disutar en el Kent Freeman Arena de Detroit. Un combate para el que Lipp había viajado a Thailandia para prepararlo a conciencia.
Como amateur, la joven nacida en Colorado había registrado tres victorias y dos derrotas. Su entrenador, Eric Sweeney, la ha descrito en redes sociales como “una de las pocas personas que he conocido que realmente buscaba la grandeza“.
En la Promenade des Anglais, el emblema de Niza golpeado por el brutal atentado de 2016, el paseo marítimo más antiguo del mundo, rodeado de villas exóticas y jardines, allí puso punto y final otro Tour para la historia, por primera vez lejos de un París concentrado en los Juegos Olímpicos. Allí se consagró Tadej Pogacar, voraz hasta el mismo último centímetro de su reconquista, un potro salvaje también en la durísima contrarreloj final que partía de Mónaco. [Narración y clasificaciones]
Otra cuenta pendiente saldada. El esloveno no ganaba contra el crono en el Tour desde 2021 en Laval, el mismo año que lo conquistó por última vez. Bien sabía que ahí estaba su punto débil y se demostró a sí mismo que también se puede mejorar hasta arrasar. De principio a fin, dominó la tarde en la Costa Azul y entró en meta tras 45 minutos y 24 segundos de esfuerzo y éxtasis (44,5 kilómetros por hora) con los brazos en alto para romperse en un eufórico abrazo con sus compañeros y su staff del UAE Emirates. Levantando el pie en los últimos metros, aventajó en más de un minuto a Vingegaard y en 1:14 al especialista Remco Evenepoel, sus meritorios escuderos también en el podio.
Disfrutar para Pogacar es competir, aunque todo el trabajo está ya hecho. "Me pagan por ganar", argumenta, aunque en los primeros kilómetros de la contrarreloj, de su paseo triunfal por las carreteras que tan bien conoce, desde su lugar de residencia hasta Niza, anime al público y le pida más llevándose la mano al oído. Da igual, es tal su estado de plenitud, todo lo que ha trabajado este invierno la postura en la cabra tras la herida de Combloux el año pasado, que arrasa desde el amanecer, mejor tiempo ya en el col Col de la Turbie (8,2 kilómetros al 5,7%), más ventaja aún tras el muro de Eze, 24 segundos a Vingegaard, 51 a Evenepoel...
Pogacar, en el podio de Niza, con Vingegaard y Evenepoel.MARCO BERTORELLOAFP
Otro triunfo más que celebra en las calles de Niza, donde muestra a la cámara uno, dos y tres dedos, los de su cuenta en el Tour, a uno ya sólo de Chris Froome, con 25 años. Ganó seis etapas y la general del Giro y poco más de un mes después repite en el Tour (el último que lo hizo fue Cavendish, un sprinter, en 2009). Eso no lo consiguió ni el mejor Eddy Merckx. Son ya 16 en su cuenta de la Grande Boucle. «Llevo dos años escuchando que vivimos la mejor era del ciclismo y estoy de acuerdo. Con Remco (Evenepoel), Jonas (Vingegaard), Primoz (Roglic) y otros que vienen por detrás, creo que podemos divertirnos mucho», dijo el esloveno, que se marcó el siguiente objetivo: «Quiero ser campeón del mundo»
Fue también un domingo de despedidas, la del histórico Cavendish y sus 35 victorias en 17 Tours, la de Romain Bardet, que lo recordará para siempre con ese amarillo de la primera etapa de Rimini. Una última crono para el homenaje al maillot verde de Girmay y para el de lunares rojos de Carapaz, héroes de países pequeños que han sonado bien fuerte en el Tour.
Y un cierre en el que los españoles no pudieron mejorar sus puestos en la general. Mikel Landa (séptimo en la etapa), pese a su gran inicio de crono en el puerto, acabó cediendo más tiempo con Joao Almeida y finaliza quinto. Y Carlos Rodríguez, hundido, tampoco recuperó con Adam Yates y es séptimo, peor que hace un año.
Recuerdo que la primera vez que me enfrenté a Aryna Sabalenka, hace más de seis años, ya jugaba como juega ahora: con esa agresividad, siendo esa tigresa que es. Entonces se volvía más errática, desaparecía durante varios puntos, pero en los últimos tiempos ha conseguido un control que me asombra. Arriesga mucho, lo mismo que antes, pero ya no envía ninguna bola fuera de la pista. Despliega un tenis realmente ofensivo y, al mismo tiempo, domina el tiempo de los partidos. Es una gran tenista y de ahí que pueda ganar mañana su tercer Open de Australia consecutivo.
Ante Paula Badosa este jueves estuvo genial, aunque el resultado fue doloroso. En mi opinión, no reflejó bien lo competido que fue el partido. Sabalenka empezó nerviosa, presionada porque era la favorita, tenía que vencer. Paula estuvo muy sólida desde el principio, concentrada, siempre dentro del juego, aunque con el paso de los minutos la balanza se fue decantando. Sabalenka fue afinando, tomando el control, y Paula no encontró la manera de hacerle daño. Pero pudo ser distinto si algún error hubiera caído aquí o allá.
En todo caso, no hubo nada que se le pudiera recriminar a Paula. Jugó contra la número uno, la clara favorita al título, e igualmente ofreció su mejor versión. Su inicio de año es esperanzador y tengo muchas ganas de verla en la gira de tierra batida. Ahora su objetivo debe ser mantener el nivel, que siempre ha sido su punto débil. Las temporadas son muy largas y suele vivir muchos altos y bajos. Ahora, ya dentro del Top 10 del ranking WTA, su meta tiene que ser alcanzar la regularidad y quedarse muchas semanas seguidas en esos puestos de honor. Llegará a los torneos de pista dura de Estados Unidos con buena inercia y después espero que encare el camino hacia Roland Garros con confianza y, sobre todo, sin problemas físicos. Si es así volverá a jugar partidos importantes y estará entre las favoritas al título en París.
JAMES ROSSEFE
Diría que lo único que le queda para derrotar a una rival como Sabalenka es igual esa agresividad, ese espíritu asesino. Sólo hay que ver el grito que pegó ayer la bielorrusa después de su primer winner. Dejó sordos a los espectadores de medio mundo. El juego de Paula suele ser más diésel, no tan agresivo, pero ante las mejores del mundo debe convencerse a atacar más, a jugarse más puntos. Puede salirle mal, pero el riesgo merece la pena.
El hambre ya lo tiene. En pista se nota mucho que viene de una lesión grave y que está motivadísima. Suele ocurrir con estos parones. Pasas mucho tiempo en casa pensando que quizá no vuelvas a jugar nunca más, te ves fuera del circuito, sufres mucho y vuelves cambiada. Con más ambición que nunca y, a la vez, con la cabeza baja, humilde, haciendo los deberes. Así está Paula ahora y con lo que hemos visto estas dos últimas semanas en el Open de Australia esta temporada puede ser su temporada.