Tori Bowie ganó además dos títulos en los Mundiales de 2017
Muere a los 32 años la atleta olímpica Tori BowieEL MUNDO (Vídeo) // AP (Foto)
La estadounidense Tori Bowie, triple medallista olímpica en Río 2016, ha fallecido a los 32 años, según ha informado su agencia de representación.
“Estamos devastados de compartir la muy triste noticia de que Tori Bowie ha fallecido. Hemos perdido una clienta, querida amiga, hija y hermana. Tori era una campeona… ¡un faro de luz que brillaba tanto! Estamos realmente desconsolados y nuestras oraciones están con la familia y los amigos”, señala el anuncio, en el que no precisa las causas de su fallecimiento.
La norteamericana logró la plata en los 100 metros, el bronce en los 200 y el oro en el relevo 4×100 en la cita brasileña. También fue doble campeona mundial en Londres 2017 en 100 y 4×100, y bronce en los 100 en Pekín 2015, entre otros logros.
Rafa Nadal podría haber borrado su nombre de los Juegos de París, podría haberse apartado, incluso podría haberse retirado. Desde que volvió a las pistas este año después de una grave lesión, su cuerpo no es el que era, su tenis no es el que era y además últimamente arrastraba nuevos dolores en el muslo derecho. Si antes de su debut el sábado en el cuadro individual hubiera anunciado que nada, que imposible, que era incapaz de jugar, ¿quién le hubiera reprochado nada? 22 Grand Slam, 14 de ellos aquí en Roland Garros, un sinfín más de éxitos y, entre ellos, dos oros para España, tanta gloria olímpica. Ya lo ha ganado todo, ya no queda nada por ganar. Y sin embargo Nadal quiso jugar en la Philippe Chatrier una vez más. Y sin embargo quiso pelear una vez más.
Antes de su debut el sábado ante Marton Fucsovics ya sabía que este lunes se encontraría con Novak Djokovic, el rival de su vida, el que le discute el título del mejor de la historia. En momentos muy distintos de su carrera, Djokovic aún en plenitud y Nadal en declive, existía el riesgo de sufrir una derrota como la que sufrió este lunes, 6-1 y 6-4 en una hora y 46 minutos. El español lo sabía. Y sin embargo quiso jugar. Y sin embargo quiso pelear.
¿Por qué? Por el mismo motivo por el que Nadal logró todo lo anterior: la ilusión, la ambición, la motivación. Alrededor de Nadal estos meses existe un análisis que se resume así: ¿por qué no lo deja ya? No es una falta de respeto, ni mucho menos una ofensa, es una conclusión lógica: el dolor ya no tiene sentido, no hay nada más arriba del cielo. Pero lo que no recuerdan quien lo sustentan es que, con esos mismos argumentos, Nadal ya tendría que haberse retirado antes, muchísimo antes.
Un homenaje a ambos
Por ejemplo, cuando a los 18 años le dijeron que sufría el síndrome de Müller-Weiss y que por eso le dolía el pie izquierdo como un demonio. O por ejemplo en 2012 cuando se rompió la rodilla izquierda y tuvo que estar recuperándose una temporada entera. La carrera de Nadal fue, es y será lo que fue por su resistencia -su valentía, su cabezonería, se mire como se mire- y por eso este lunes se enfrentó a Djokovic en desventaja.
Tenía que hacerlo y lo hizo. Con el simple hecho de saltar a la pista Nadal honró la leyenda de Nadal en la tierra batida de París y luego, en el segundo set amplió ese homenaje: siempre en pie, siempre, siempre. Su problema fue que Djokovic hizo lo mismo. Pese a la diferencia entre ambos, el serbio no concedió ni un centímetro a Nadal durante la primera hora de juego, implacable al resto, con una velocidad de bola vertiginosa, acertadísimo con sus golpes y se abalanzó sobre la victoria. En el primer set el español salvó la honra -nunca en su carrera ha recibido un 6-0 de Djokovic y sólo uno de Roger Federer- y en el segundo optaba al mismo botín humilde cuando algo ocurrió.
Djokovic festeja su pase a tercera ronda.AFP
Con 6-1 y 4-0 en el marcador, Djokovic olvidó que delante estaba Nadal u olvidó quien era Nadal. Y pagó el despiste. Con el serbio confiado, el 14 veces campeón sobre esta arcilla empezó a correr, a golpear, a acertar y, claro, empezó a remontar. En un partido en el que sufrió mucho con las dejadas, de repente llegaba a todas. En un partido en el que acumuló 19 errores no forzados, de repente no fallaba una. Nadal no había disfrutado de una sola bola de break hasta entonces y de manera consecutiva quebró dos veces el saque de su adversario. Del 4-0 al 4-4. Pero Djokovic, después de un descanso en el que respiró profundo, se serenó y retomó el control, recuperó su tenis para cerrar el partido y cerrar la rivalidad ante ambos.
Por todos los males que arrastra Nadal la lógica impone que no se volverán a encontrar y si lo hacen será en unos años en un partido de exhibición entre leyendas por el que alguna plataforma audiovisual o algún régimen dictatorial pagará una millonada. Pero si alguna cosa ha demostrado Nadal en los últimos es que llevará su ilusión, su ambición, su motivación mucho más allá de los límites.
Albania tiene una población de tres millones de habitantes en su territorio natural y el triple fuera. La caída del régimen comunista y el fin de los 40 años de dictadura de Enver Hoxha provocaron a mediados de los 90 el exilio de millones de albaneses en busca de libertad y mejores condiciones de vida. Ahora, con un pie en la Unión Europea y descubierta como paraíso natural, luce un orgullo que también se refleja en la Europa. El camino lo inició Gianni de Biasi en 2016 y quiere completarlo Sylvinho sumando ante España los puntos que necesita para estar en octavos de final.
El camino no ha sido fácil. Albania se ha construido desde cero peinando el mundo en busca de futbolistas hijos de ese exilio masivo. El Big Data y el departamento de scouting que creó y lidera el italiano Alarico Rossi han sido claves. Cualquier jugador de origen albanés que apareciera en los 48 mejores campeonatos del planeta era cazado por un algoritmo, seguido por el departamento de análisis y captado si el seleccionador le veía potencial. El 73% de los jugadores que estarán en el Arena de Düsseldorf buscando hacer historia no han nacido en Albania: sólo siete de 19, lo que convierte a esta selección en una auténtica torre de Babel.
Pese a la perfección que roza este sistema , casi se le escapa su jugador más valorado. Xhevahir y Bella Broja cambiaron Albania por Inglaterra y en Slough nació en 2001 Armando. Captado por ocho años por la cantera del Tottenham, pronto fue tentado por el Chelsea. El talento natural se lo vio su padre, y se lo trabajó. «Me ponía vídeos del brasileño Ronaldo para que viera sus movimientos», contaba el jugador a los medios oficiales del Chelsea. Pero no se quedaba ahí sino que se empeñó en preparar a un atleta. «Aunque venía tarde de trabajar, cuando llegaba me ponía correr. Cuando estaba cansado me decía: 'otra vuelta más, porque la defensa querrá cogerte'. Por eso siempre digo que el 50% de mi éxito es de mis padres».
Pese apuntar a buen delantero talentoso, Inglaterra no puso sus ojos en él. Nunca le llamó en categorías inferiores así que, otra vez, Xhevahir ideó un plan tras la llamada de la federación albanesa. «Con 15 años fui a probar, pero me dijeron que no era lo suficientemente bueno. Con 17, mi padre me dijo que me pensara ir otra vez. No quería, pero estaba en mi cabeza demostrar que se habían equivocado», recuerda el jugador. Y así ocurrió. Llegó el reconocimiento del error y el momento de la decisión, que no costó. «He crecido en Inglaterra, pero estoy muy orgulloso de ser albanés. Cuando acabe mi carrera quiero que mi nombre perviva, por Albania y por mi padre», asegura. Es una sensación compartida por el resto del vestuario, criados en la cultura albanesa de sus familias en entornos extranjeros. Orgullo nacional y apoyo incondicional de los hinchas son clave. «Aunque las cosas te salgan mal, ellos de apoyan», reconoce Broja. En Alemania, donde hay censados casi 70.000 albaneses, se ha notado.
Una lesión grave
Broja ha necesitado ese apoyo en los últimos dos años. De hecho, había muchas dudas de que pudiera estar en este campeonato. El Chelsea aún no le ha encontrado sitio y ha pasado por cesiones al Vitesse y Southampton.
Con la salida de Tuchel en septiembre de 2022, su sustituto Graham Potter volvió la vista al canterano pero, en un partido amistoso durante el Mundial de Qatar, se rompió el ligamento cruzado de la rodilla derecha. «Fue el peor momento de mi vida, pero me ha hecho más fuerte», recuerda. Una larga recuperación y una cesión al y, la pasada temporada al Fulham -aunque sonó como refuerzo invernal del Sevilla- le han traído a Alemania a jugar un papel menos protagonista de lo esperado.
Fue titular en el primer partido ante Italia y, en los 77 minutos que jugó, no logró tirar a puerta ni una sola vez. Eso sí, vio una tarjeta amarilla que le mantiene apercibido. Quizá por eso, o no, Sylvinho no lo alineó ni un minuto en el césped ante Croacia. Esta noche, frente España será un valioso recurso para dar un paso más con una clasificación histórica para octavos de final.