El joven compitió en los juegos olímpicos de Beijing por los Estados Unidos
El saltador de esquí Patrick Gasienica en los Juegos Olímpicos de invierno de 2022.ANDREW MEDICHINIAP
El saltador de esquí olímpico Patrick Gasienica, que compitió por los Estados Unidos el año pasado en los Juegos de Beijing, ha muerto en un accidente de motocicleta a los 24 años.
El lunes por la noche, Gasienica estuvo involucrado en un accidente fatal cuando conducía su moto en el pueblo de Bull Valley, ubicado en los suburbios del noroeste de Chicago, según informa el Departamento de Policía.
“Patrick era un increíble competidor, compañero de equipo y amigo”, publicó USA Nordic en Twitter.
Gasienica terminó 49º y 53º en eventos individuales en los Juegos Olímpicos de Beijing, y 10º en una competición por equipos con Casey Larson, Kevin Bickner y Decker Dean.
“No tenemos muchos saltadores, pero está mejorando“, dijo Gasienica el año pasado en China. “Especialmente desde la pandemia, muchos niños se están uniendo a los diferentes clubes de todo Estados Unidos. Esperemos que en un par de años – cinco, 10, tal vez – vamos a tener un muy, muy buen equipo.”
Gasienica, que nació en Oak Park, entrenaba de joven en el Norge Ski Club a unas 40 millas al noroeste de Chicago.
He aquí que, con el séptimo "maillot" de su trashumante existencia, reaparece en la sedentaria nuestra Mikel Landa. Reaparece, entiéndase, encendiendo de nuevo algunas velas de pábilo a media asta en el desconchado altar del landismo sociológico y exportable.
Ahora en el T-Rex Quick Step (Soudal), no ha durado Landa mucho en ninguna parte. Pero nunca le ha faltado un buen trabajo en una buena casa. Algo tendrá el agua cuando la bendicen. Mikel es,
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«Torné, Torné es el hombre», cuentan los que hacen cábalas con las opciones del judo español, siempre tan pujante, pero tan con la miel en los labios olímpicamente, desde Sydney 2000 sin medalla. Otro pupilo de Quino Ruiz, de esa factoría de éxito (Niko Sherazadishvili, Fran Garrigós...) escondida en un rincón de Brunete. Un chico tímido pero decidido, tan seguro de sí mismo que ni en mitad de su calvario particular dejó de creer.
«Nunca pensé en tirar la toalla. Me veía siempre con la confianza de que iba a llegar. Que sólo era una piedra en el camino», cuenta ahora David, al que de golpe le llegó todo aquello que perseguía desde que a los seis años sus padres le apuntaron a la extra escolar de judo en La Canonja. Tan pleno fue el 2023, que de escuchar lo conseguido -una plata continental, el número dos del ránking olímpico en su categoría de -66 kilos- se le pone «la piel de gallina». «Ha sido un sueño. Porque miraba al año anterior y es que ni siquiera aparecía en el ránking».
La razón era su rodilla izquierda, maldita antes, «ahora perfecta». Seis operaciones nada menos. Tres de menisco, la primera a los 18 años. «Tras una competición en Francia, paramos en una gasolinera, y al poner el pie la rodilla no me estiró y me caí de cara al suelo», recuerda ahora con media sonrisa. Otras tres de ligamento cruzado, cuando tras la pandemia se lo rompió. «Me operé, intenté volver a competir, pero la rodilla se me iba. No quería saber nada, tiraba para adelante, nueve meses así, me venían otras lesiones a raíz de esa... Hasta gané el Campeonato de España. Al día siguiente fui al médico...». Y vuelta al quirófano.
García Torné posa para EL MUNDO.SERGIO GONZÁLEZ VALEROMUNDO
«Fue un calvario. Se pasa mal mentalmente. Tras la primera operación no conté con la ayuda de ningún psicólogo. Me adelantaron los rivales, fue duro. La segunda lo tomé de otra manera. Si he vuelto una vez... Y ahora sí tuve ayuda, fue clave. Tenía más experiencia, lo vi desde otra perspectiva. Aprendí», reflexiona el catalán, desde hace ocho años en el Dojo Quino, aunque fuera gracias a la ayuda económica de sus padres. «Esto no lo hago por dinero, hasta este año prácticamente no he cobrado nada. Ves la MMA u otros deportes. Uno de tercera de fútbol cobra más que yo que soy top cinco mundial. Pero es lo que hemos elegido, lo que nos gusta», dice ahora que el porvenir le sonríe, que atisba los Juegos para los que tiene billete asegurado y no intuye techo. «En plena lesión pensaba: 'Yo soy mejor que estos'. Siempre he confiado. Y me veo con medalla olímpica», asegura recién llegado de tres semanas en Japón, la cuna de su deporte, donde se midió con Hifume Abe, el absoluto dominador de su peso, con el que nunca se ha enfrentado en torneo oficial. Y no se vio lejos. «No enseñamos nada, pero no me impresionó, no me pareció nada del otro mundo. Los dos sabemos que tarde o temprano nos vamos a enfrentar. Él lleva mucho tiempo sin perder, ganó los últimos Juegos, el Mundial. Torneo que va, torneo que gana».
En el Campo de Marte de París, tan lejos las pesadillas de su rodilla, David afrontará esa jornada de pura tensión que suponen sus competiciones con la calma del que dejó todo atrás, escuchando a Jarabe de Palo entre combate y combate y confiando en su judo. «Donde mejor soy es tirando al contrario, que no deja de ser la meta de nuestro deporte. Lo que me viene peor es justo lo contrario. La gente que va a conseguir sanciones, que bloquea... Y creo que con el tiempo me he ido haciendo fuerte de cabeza, soy capaz de pensar. El factor mental en el judo es un 70% y es lo que más cuesta, tomar decisiones a 180 pulsaciones y con dos sanciones... ".