LaLiga EA Sports 2023 – 2024
Betis 0 – Atlético 0
Partido sin ideas ni maldad, veraniego y aburrido. Merecieron más los heliopolitanos, pero les falto contundencia arriba. Isco volvió a ser titular y lo intentó con ganas mientras le aguantó el físico
Himno a capela, camisetas con espíritu añejo y un Benito Villamarín con muchas ganas. Un minuto tardó el Betis en asustar al Atlético de Madrid. Abner disparó demasiado cruzado tras la efímera arquitectura de su equipo. Simeone salió con un equipo replegado, poblado atrás, combatiendo el entusiasmo verdiblanco con paciencia y contención.
La pelota era propiedad de los locales. Borja Iglesias intentaba algunos desmarques. Isco pedía el balón y aceleraba el juego. En campo contrario, los intentos por construir de los hoy albiazules morían mansos en las orillas del área de Rui Silva. Sólo Griezmann trataba de endemoniar el ritmo bajando a recibir, señalando espacios a sus compañeros, buscando el uno contra uno.
En el minuto 20, Memphis garabateó en el área y estuvo cerca de encarar al meta, pero Pezzella se tiró con veteranía y decisión y rebañó el esférico de las botas del neerlandés. Respondió Ayoze un instante después, con un disparo desde fuera del área que casi se cuela por la escuadra de Oblak. El partido se abría lentamente, ajazminado, y el encorsetamiento atlético del inicio iba dando paso a cierto riesgo, a una tenue alegría.
La posesión de los anfitriones no se traducía en peligro. Aitor Ruibal estaba algo obcecado, no le salían los regates ni las asociaciones. El Panda tenía que abandonar el área para rozar algún balón. El juego se encapsulaba. Sin tiros a puerta, con un magreo intrascendente en el centro del campo, algunos aficionados echaban de menos a Koke, lesionado, y otros a Canales, en México; dos futbolistas capaces de soliviantar el fútbol. De darle profundidad al juego. De desatascar partidos como este, tan ensimismado e inapetente.
La amarilla a Ruibal al borde del descanso, tras un feo pisotón por detrás a Mario Hermoso, era síntoma de su desesperación tras un primer tiempo con más terquedad que lucimiento. Ni los córneres inquietaban a los porteros. El partido se embarulló al borde del refrigerio. Una entrada de Savic, sancionada con amarilla, calentó el ambiente. A falta de fútbol, algún encontronazo y la pacificación de De Burgos Bengoetxea.
ISCO, EL MÁS ACTIVO
Un centro de Isco, directo al área pequeña, fue cabeceado alto por Ruibal. Fueron cinco minutos de alargue donde el Betis empujó tímidamente, recuperando algunos balones en campo colchonero, disparos lejanos que no daban con la portería y un pitido que ponía fin a unos minutos con más intención que fruto, con más tedio que chispa.
A la salida de vestuarios, Pablo Barrios entró por Marcos Llorente. Simeone necesitaba fluidez en los suyos, contingencia, control. El Betis se mantuvo impasible. Fiando su ataque a los destellos de Ayoze y a la brega de Iglesias. Parapetados con Marc Roca y Guido Rodríguez. Con un equilibrio esperanzador para los suyos. El Atlético no sólo no mandaba, sino que empezaba a lucir frágil, con pérdidas en las zonas templadas, con demasiada precipitación.
El fútbol se enmarañaba. La ausencia de ocasiones claras generaba impotencia y fricción. El público se impacientaba. Manuel Pellegrini y el Cholo Simeone, en el minuto 60, decidieron agitar definitivamente el encuentro. William José por Borja Iglesias en los locales. Morata, Saúl y Lino dentro por parte del bloque visitante. En la siguiente jugada, tras el carrusel de sustituciones, un cabezazo de Hermoso tuvo una respuesta felina de Rui Silva. Era la primera parada de un guardameta en lo que iba de partido.
Tras la pausa de hidratación, Ruibal e Isco se quedaron en el banco. Rodri y Cruz salían al campo para recuperar la posesión. Para esperar con el balón en los pies el previsible arreón del Atlético de Madrid. A falta de diez minutos para el final, ningún equipo estaba en condiciones de ganar. La sombra del empate oscurecía el manto verde. Morata peleaba con los centrales verdiblancos y Rodri encaraba con desparpajo. Nada de orfebrería. Nada de agudeza. Sólo un fútbol fatigoso y acalorado.
El cero a cero se cinceló en el marcador. Sólo disfrutaron los centrales tras noventa minutos sin algarabía ni ideas. Los delanteros a media asta. Huérfanos de gol, los equipos abandonaron el césped celebrando íntimamente un punto más sudado que merecido.