Se nota que este domingo se juega una final en el Olímpico de Berlín. Primero, porque se necesita una pegatina, aparte de la acreditación, para acceder. Segundo, porque hay cientos de periodistas ingleses que casi no dejan un asiento libre en la sala de prensa cuando llegan Southgate y Kane. Tercero, porque en la cartelería pone “The final”. Cuarto, porque las banderas de la entrada son las de España e Inglaterra. Y quinto… Quinto no hay, pero da igual. Este domingo se juega una final en el Olímpico de Berlín. Una final de la Eurocopa. Ni más ni menos.
Y claro, le tocó hablar a Luis de la Fuente, como en cada previa de cada uno de estos siete partidos del campeonato. Está tranquilo, está sonriente, es como si estuviera muy seguro de lo que va a suceder, pero sin decirlo. Hasta le preguntaron, con algún dato innecesario en la formulación, qué pintaba Dios en una final. “Como soy libre y puedo elegir, elijo la fe, y mi inteligencia y mi experiencia me invitan a creer en Dios. Me aporta seguridad. ¡Pero ojo! Soy cero supersticioso. Yo rezo todos los días, pero no me pongo una camisa amarilla cada vez que gano”, dijo el técnico, que dejó alguna frase para los títulos, algo no habitual.
Habló de lo necesario para ganarle a Inglaterra, y comentó que deben ser ellos mismos. “Si no somos España, no vamos a tener opciones de ganar. Vamos a intentar ser mejores que ellos, y así tendremos opciones. Con los futbolistas que tenemos, es difícil renunciar a nuestro estilo”. También se refirió a sí mismo, pues le preguntaron cómo le cambiaría la vida si ganaba. “A mí no me va a cambiar en casi nada, yo tengo las cosas muy claras desde hace mucho tiempo. Soy un gladiador, vengo del barro, del circo, y sé lo que soy. Yo disfruto mucho más viendo a la gente feliz, y si ganamos, mis jugadores estarán muy felices, y si ganamos, veremos a un país muy emocionado”, concluyó.
Anunció que Gavi pasará todo el día de la final con ellos, y que Ayoze y Pedri están lesionados y no podrán jugar, de nuevo, en Berlín, el lugar donde todo empezó el pasado 15 de junio. Fue motivo de conversación en la furgoneta que les trajo desde el aeropuerto.
Después del entrenador le llegó el turno a Navas, el jugador que Morata, y el resto de capitanes, decidió que hablara en una especie de homenaje por su trayectoria, ya que el de este domingo será su último partido con la selección (se retira en diciembre definitivamente). Contó que se siente muy orgulloso de estar aquí y que, después de los partidos, le duele “todo”, pero que está tan feliz que luego se le pasa. “En aquellos años éramos una piña fuera y dentro del campo, y eso se nota cuando jugábamos, y aquí ocurre igual, hay un grupo buenísimo”, resolvió el lateral del Sevilla.
Corre por las redes sociales como la pólvora. Es un vídeo. En la imagen, el seleccionador nacional, Luis de la Fuente, durante una rueda de prensa. Creada con Inteligencia Artificial, su voz reproduce una serie de groserías hacia los periodistas que, al igual que una buena parte de la afición, han asistido, atónitos, a una de las metamorfosis más rápidas habidas en el mundo del fútbol. Esas frases tan desagradables, lógicamente, jamás han salido de la boca, real, del técnico, que sin embargo es el primero que se ríe cuando lo ve. En el chat de Whatsapp del equipo, estos días, se comparten esos memes una y otra vez.
Para saber más
Está crecido Luis de la Fuente. Y no tiene la expresión sentido peyorativo alguno. Está crecido porque se ha ganado el derecho a estarlo. Del mismo modo que agachó la cabeza cuando tocaba, hoy camina con ella erguida y protagoniza incluso discursos virales (aquí, de nuevo, las redes sociales, que hoy lo adoran). Se ha convertido, incluso, en alguien a quien escuchar. El pasado martes, tras imponerse a Francia, elaboró un speech miles de veces reproducido en Instagram: "Hoy estoy reivindicativo. De lo que más orgulloso me siento es de cómo hemos llegado hasta aquí. La gente joven debe saber que no hay logros sin sufrimiento, sin esfuerzo. El sufrimiento forma parte del fútbol, y de la vida", dijo.
Se siente seguro. En las pantallas de la sala de prensa de Donaueschingen, aparece su fotografía junto a un enorme número 6, que son las victorias que lleva en esta Eurocopa el equipo, algo que nadie había logrado. Echa la vista atrás y ya no dice en bajito que es muy creyente, que reza todos los días, que se persigna antes de cada partido y que, cuando juega en Sevilla, acude siempre a rezarle al Cristo del Cachorro, en Triana. Tampoco dice en bajito que le gustan los toros, como a Nacho, y mucho menos que se siente español por los cuatro costados. En realidad, Luis de la Fuente ya no dice nada en bajito porque el paso del tiempo le ha dado la razón en todo lo que decía. Estos meses atrás, en reuniones discretas con periodistas de su confianza, siempre agarrado a su vaso de agua, transmitía el mensaje de que sí, de que se podía ganar la Eurocopa, de que había mimbres, jugadores, ambición...
Era consciente, cómo no, de que ese discurso no calaba entre el gran público, pero asiste hoy, satisfecho, a la entrega de todo un país a su proyecto. Y lo celebra. Lo celebra siempre, pero especialmente divertida fue la fiesta que montó en el hotel de concentración a la vuelta del partido contra Alemania. Normalmente, la selección duerme en la ciudad donde se juega el partido y regresa a Donaueschingen al día siguiente, pero el viernes pasado, el "hogar" -así lo definió ayer Dani Vivian-, quedaba a poco más de una hora en autobús, y volvieron a dormir a casa.
El seleccionador improvisó una fiesta con karaoke para el staff y todos los trabajadores que quisieron unirse. Para romper el hielo, él mismo cogió el micrófono:
"Soy de aquellos que sueñan con la libertad /Capitán de un velero que no tiene mar / Soy de aquellos que viven buscando un lugar / Soy quijote de un tiempo que no tiene edad / Y me gustan las gentes que son de verdad / Ser bohemio, poeta y ser golfo me va / Soy cantor de silencios que no vive en paz / Que presume de ser español donde va".
Es Quijote, de canción de Julio Iglesias, su favorita, y ahí estaba el seleccionador español, bien entrada la madrugada, dándolo todo con esas estrofas. Tras él se animaron unos cuantos.
Es la celebración de un camino que recuerda hoy la llamada a Sergio Ramos, nada más llegar, para decirle que no iba a contar con él. Ese fue su primer vía crucis. El último, el que hubo de atravesar cuando decidió que no iba a rogarle a Brahim que se quedara, que sí, que contaría con él si se lo ganaba, pero que no le iba a prometer amor eterno, al contrario que sí quiso hacer en su momento con Achraf Hakimi. Fue el jugador del PSG el que no quiso firmar el documento que le presentó. Hoy nadie echa de menos ni a Ramos ni a Brahim.
Por detrás, pues, de lo evidente, de que está pasando un montón de horas preparando el partido contra Inglaterra (monotonía interrumpida ayer para disfrutar de una comida tranquila junto a todo su 'staff' en un restaurante alemán a dos kilómetros del hotel), sólo hay algo que le inquieta: en noviembre se pondrá una prótesis en su rodilla. Debería haberlo hecho en diciembre pasado, habló incluso con Del Bosque para preguntarle cómo era el proceso, pero se echó atrás por miedo a los quirófanos. Ahora parece decidido.
De la Fuente, que no es considerado internacional por la UEFA porque no jugó un solo minuto con la absoluta, sigue obsesionado con un factor: hacer grupo. "Aquí no hay ni bromas sobre los clubes. Nadie habla de eso. Ha habido épocas en que se creaban grupos, ahora no. Porque hay personas dentro del staff que hacen que esto no ocurra", explica a este periódico Fernando Giner, delegado de la selección y presidente de Asociación Española de Futbolistas Internacionales, Leyendas de España.
"Como Aragonés o Del Bosque, sabe llegar, a la persona y al futbolista. Cada uno lo transmitía de una manera, pero el fondo es el mismo. Y eso es lo que perciben los futbolistas", prosigue Giner, muy atareado estos días con todos los preparativos de la final. "Lo que veo dentro del cuerpo técnico es el respeto que nos tienen a todos. Es un trato excepcional, cercano, motivador, pero no especial para nadie, ni para los que jugamos menos. Estamos muy agradecidos de tenerle", decía ayer mismo Vivian sobre Luis, que ya no es Luis, que ya es Don Luis.
Brilla el sol en Donaueschingen y brilla el sol en la selección española, invicta, imbatida, en la primera fase de la Eurocopa, algo que hasta ahora sólo logró Italia en la pasada edición (y fue campeona). Descansados los titulares, la noche ante Albania dejó una frase definitoria de lo que es este grupo y de quien es, pese a su extrema, y eterna, timidez, el líder espiritual. «Desde un pisotón que me han dado en el minuto uno he tenido dolor en el pie, pero Carvajal tenía amarilla y hay que aguantar».
Jesús Navas (Los Palacios, Sevilla, 38 años), el cuarto jugador más veterano de la Eurocopa, el más veterano en participar con España en una fase final, resumió, sin querer, su propio papel en esta selección. «Estoy aquí para lo que haga falta». Y lo que haga falta es lo que haga falta. No hay persona ahí dentro que despierte más cariño en el grupo que él. Porque todos tienen la sensación de que es imposible ser más humilde y más buena persona, siendo, como es, campeón del mundo y campeón de Europa, y siendo, como es, ganador de la Premier, de dos Copas inglesas, de dos Copas del Rey, de dos Copas de la UEFA... Obviando la Liga de Naciones, es el único que en la concentración sabe lo que es ganar.
«Los chicos me preguntan que cómo fueron las horas previas a la final del Mundial, que cómo lo celebramos... Y a mí se me ponen los pelos de punta», explicaba él mismo en un encuentro con la prensa antes de viajar a Alemania. «Me preguntan porque saben mi trayectoria y yo trato de ayudarles», cuenta alguien que, por ejemplo, es mayor no ya que Lamine Yamal, sino que el padre de Lamine Yamal. En un grupo con tanto niño, Jesús es el 'superabuelo' de la selección. Pero volvamos al golpe.
Reconocimiento
Aguantar hora y media jugando al fútbol para preservar al compañero que es titular en tu puesto de que vea otra tarjeta amarilla es una muestra inequívoca de que el papel de Navas en este grupo va mucho más allá de lo que haga en el campo, que no es poco, porque los centros de Navas no los produce ningún otro. Luis de la Fuente, antes de irse del Düsseldorf Arena y sin que nadie le preguntara, se dirigió a los periodistas: «Quiero dejar aquí mi reconocimiento a un hombre como Jesús Navas, el jugador español más veterano en participar en una fase final de un gran campeonato. No sabéis lo importante que es para el grupo», dijo. Y se fue.
Esta segunda oportunidad en la selección llega después de un periplo que no ha sido fácil. Navas, deslumbrante aparición en el Sevilla de Caparrós (2003/2004), tenía un problema: los ataques de ansiedad cada vez que se separaba de sus padres y su hermano mayor le trajeron problemas en una concentración de la sub'20 y en otra del Sevilla. Monchi lo puso en manos de los psicólogos del club, «y con perseverancia y con ayuda consiguió superarlo», recuerdan hoy desde su entorno, donde resaltan la figura de Fernando Hierro, director deportivo de la Federación, hombre clave para que aterrizara en la absoluta (Del Bosque estaba empeñado en ello). Hierro usó un hombre de su confianza, Antonio Fernández, como nexo entre él y Navas. Tras muchos meses de trabajo y paciencia, en una reunión en el Parador de Córdoba, octubre de 2009, Navas lo dijo: «Estoy preparado».
Desde entonces, 54 partidos y cinco goles en dos periodos. Desde 2009 hasta marzo de 2014, cuando dejó de venir con España, y desde marzo de 2019, cuando regresó con Luis Enrique, hasta hoy. «Para él la selección es especial. En esos cinco años lo pasaba mal cada vez que no estaba en una convocatoria», explica alguien que le conoce desde hace muchos años, que sabe de su pasión por su mujer y sus dos hijos, de su profundo sentimiento religioso y de su bondad. La última prueba es aceptarle al Sevilla aguantar jugando hasta diciembre para intentar seguir siendo lo único fiable que tiene hoy la hinchada de Nervión.
Eso será a la vuelta de una Eurocopa donde su papel va creciendo. Cuarto jugador más veterano del torneo, Navas sigue aquí su mantra de cuidarse «como un juvenil». Cuando se retire, por cierto, tiene pinta de seguir en el Sevilla en un cargo representativo al que falta ponerle nombre definitivo en los próximos meses.
Como no quiere equivocarse, Luis de la Fuente a veces se pasa de frenada. Nada grave, pero fue muy llamativa su primera respuesta. "Nos jugamos muchísimo contra Albania. Nos jugamos prestigio, reconocimiento, seguir mejorando... Vamos a afrontar este partido como si fuera el último, pensando sólo en ganar". Más allá de la grandilocuencia, algo excesiva teniendo en cuenta que es el tercer partido de la primera fase, que España ya es primera de grupo y que Albania es el rival menos peligroso del grupo, lo cierto es que el seleccionador se va a tomar en serio el partido.
Eso no quiere decir que vayan a jugar los titulares. De hecho, los cambios se anuncian masivos. "No pensamos en quién puede descansar, mañana a posteriori seguramente diréis ha descansado este, o el otro... Vamos a hacer una alineación pensando en quiénes son los mejores jugadores para el plan de juego que tenemos", ha dicho el técnico, al que también le preguntaron cómo había sentado en la concentración la petición de inhabilitación de seis años por parte del TAD para el presidente, Pedro Rocha.
"Tenemos un escudo y una piel muy gorda. En la concentración pensamos sólo en fútbol. No nos afecta para nada", ha respondido, y no se ha vuelto a hablar del tema. Sí se ha vuelto a hablar de quién va a jugar y quién no. "No soy de inventos, si puedo uso los jugadores en sus puestos. Quiero que se sientan todos igual de importantes". Dijo el seleccionador albanés, Sylvinho, que España podría ganar la Eurocopa con su segundo equipo. "Siempre se agradece que se hable bien de uno, pero no podemos relajarnos. A los jugadores, tras cada entrenamiento, siempre les decimos: 'mañana esto se puede mejorar'".
Tampoco la preocupa al seleccionador que Nacho acabe de cerrar su fichaje, que Dani Olmo anunciase que haría lo mismo antes del final del torneo y que muchos otros no sepan dónde van a jugar el año que viene. No le preocupa casi nada al seleccionador, tranquilo con un equipo que funciona y que, más allá de Albania, espera ya rival en octavos de final el próximo domingo en Colonia.