El presidente y el entrenador podrían dejar el club tras las presiones de los grupos ultra. “Amenazaron a todos”, cuentan en el entorno de los españoles.
El Olympique de Marsella es un polvorín. El único conjunto francés que ha ganado una Liga de Campeones ha vuelto a revolcarse sobre su propio caos y ha explotado, provocado por unos grupos ultras que se mantienen como los únicos líderes de un club abocado al eterno desastre mientras dure esta situación. El lunes por la tarde, los ultras se presentaron en la ciudad deportiva y amenazaron incluso “de muerte” a Pablo Longoria, presidente del club, y a Marcelino García Toral, su entrenador.
El inicio de curso que no ha sido sobresaliente pero tampoco de suspenso. Son terceros en la clasificación de la Ligue 1 después de cinco encuentros y disputarán la Europa League tras caer en la previa de la Champions, una derrota que ha dolito entre el sector duro de la afición.
La situación es tan delicada y el chantaje ha llegado a tal punto que Longoria, de 37 años, natural de Oviedo y con dos años a sus espaldas como presidente, tendría decidido dar un paso al lado tras reunirse con el dueño del equipo, el estadounidense Frank McCourt. Una situación similar a la que vivieron otros presidentes del equipo como Vincent Labrune o Jacques-HenriEyraud.
A primera hora de este martes, L’Equipe aseguraba que Marcelino había presentado su dimisión presionado con los ultras, pero desde el entorno del técnico asturiano se negó esa circunstancia y se declaró que “está tranquilo. Si Longoria se queda, él también. Pero sin Pablo no se puede quedar ahí, quedaría expuesto”.
En Marsella es común que los ultras, relacionados con las mafias de la ciudad, acudan a los entrenamientos y a las ruedas de prensa a intentar presionar o chantajear a los empleados del club, ya sean directivos o simples trabajadores. En esta ocasión, y según cuentan a este periódico fuentes cercanas a la situación, “diez personas se presentaron en las instalaciones para amenazar de muerte a algunas personas”.
“Eran amenazas que te hacían replantearte en serio si merecía la pena continuar en el club”, aseguran desde Francia. Los ultras reclaman que el Olympique ha perdido su identidad y ha entregado el club a futbolistas y directivos que no son de la ciudad, como los españoles Pedro Iriondo o Javier Ribalta, fichados por Longoria. En los últimos tiempos, el club ha dejado salir a Matteo Guendouzi, Dimitri Payet o el portero Mandanda, franceses, y ha fichado a futbolistas más internacionales como Lodi, Sarr, Malinovski o Aubameyang.
En las redes sociales, los ultras alentaron las presiones contra la directiva: “Defenderemos el club cueste lo que cueste“, escribió Hamza Baggour, uno de los jefes de South Winners, el grupo más importante. “El club va mal en todos los sentidos. La regla principal en Marsella es clara y simple. No se toca a nuestra gente“.
Marcelino, a sus 58 años, llegó a Marsella este verano después de una temporada de transición tras su salida del Athletic Club. En Francia está acompañado por el mismo equipo de trabajo que le ha seguido durante la última década, entre ellos su hijo, y mantiene la “calma” a pesar de las presiones.
Longoria y el entrenador no son los primeros españoles que tienen problemas en Marsella. Zubizarreta estuvo allí como director deportivo entre 2016 y 2020: “Jugar en el Vélodrome con presión nunca fue fácil”, dijo en su momento.
El Olympique acumula diez años sin ganar un título (la Copa de la Liga de 2012) y no gana la Ligue 1 desde 2010, siempre a la sombra del PSG.