Liren contra Gukesh: un defensor en caída libre ante el aspirante más joven de la historia, por el título mundial

Liren contra Gukesh: un defensor en caída libre ante el aspirante más joven de la historia, por el título mundial

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La primera partida del Campeonato del Mundo de Ajedrez se disputa este lunes 25 en Singapur, en un Oriente de rascacielos y culturas mezcladas, muy distinto del que cantaba Jorge Luis Borges como origen del juego milenario. En los días previos Magnus Carlsen participaba allí mismo en una exhibición del llamado freestyle chess o ajedrez 960.

En esta modalidad se sortea la posición inicial de las piezas, por lo que no es preciso estudiar aperturas, las primeras jugadas, el trabajo más tedioso para un gran maestro moderno, sobre todo desde que la inteligencia artificial elevó el listón. En Singapur, el ajedrez asistirá a una final histórica (todas lo son): será la primera vez, desde que el austrohúngaro Wilhelm Steinitz inauguró el título oficial en 1886, que no habrá ningún jugador europeo ni occidental en la lucha.

También veremos al aspirante más joven de la historia, el gran maestro indio Gukesh D., de solo 18 años, cuatro menos de los que tenía Gari Kasparov cuando derrocó a Anatoly Karpov. Es cierto que en 2002 el ucraniano Ruslan Ponomariov tenía 18 (era incluso más joven que Gukesh) cuando ganó el Mundial de la FIDE, pero aquello fue un formato distinto, por eliminatorias, sin la necesidad de arrebatarle el título al vigente campeón en duelo directo. Además, eran los años de la escisión, cuando Kasparov abandonó la Federación Internacional y expropió el control de la corona verdadera.

Motivos para el nerviosismo

Otro dato reseñable nunca visto es la debilidad alarmante que muestra el vigente campeón, aunque ambos contendientes tienen motivos para sentirse nerviosos. Gukesh, por su bisoñez, si bien parece un chico con el aplomo de un especialista en desactivar explosivos. Lo de Ding Liren es más difícil de superar: no levanta cabeza desde que le ganó el título al ruso Ian Nepomniachtchi, justo cuando Carlsen renunció a defender la corona. Ding no está ahora mismo ni en el top 20 y desde que es campeón ha conocido más derrotas que victorias.

Su descenso en la clasificación es el más grave de un campeón en toda la historia. El chino ha reconocido que teme «perder de mala manera», pero asegura que ya ha superado «los peores momentos».

En este juego de contrastes que siempre es el ajedrez, veremos también el enfrentamiento entre China y la India, dos colosos con casi 1.500 millones de habitantes. El primero tiene más recursos, pero quizá menos interés. Para el país considerado la cuna del ajedrez es una cuestión de Estado disfrutar de su segundo campeón, después de Viswanathan Anand. Gane o no Gukesh, el siglo XXI estará dominado por los ajedrecistas indios, mientras su viejo tigre se mantiene de forma asombrosa entre los diez mejores del planeta, con 54 años.

Habrá más de dos millones de euros en juego y se disputarán 14 partidas, salvo que alguno de los finalistas logre antes de lo previsto 7,5 puntos. En caso de empate final, el 13 de diciembre se celebrarían las partidas rápidas de desempate, una fórmula con muchos detractores y que podría compararse a resolver una final de fútbol en los penaltis.

Analistas secretos y superordenadores en la sombra siempre son protagonistas en duelos así, pero la verdadera guerra será la psicológica, una vez más. Por fuera, son dos ejemplos de calma extrema. Gukesh y Ding apenas se alteran, pero al campeón lo hemos visto derrumbarse varias veces.

Depresión

Detrás de su fachada de marfil hay un ser humano que sufre. Eso sí, Ding puede quedarse en silencio, lamentando un grave error después de la partida, pero nunca hace el menor aspaviento, lo que despierta aún más ternura y preocupación hacia su estado mental.

En todo caso, son dos tipos muy educados. Al contrario que Fischer, Kasparov y el propio Magnus, nunca muestran un mal gesto ni tratan de intimidar a sus rivales con su actitud. El jovencísimo aspirante, que practica el yoga y la meditación, lleva muchos meses en un estado de forma brutal: ganó el torneo de Candidatos cuando nadie apostaba por él y en la Olimpiada de Ajedrez, en septiembre, logró el oro por equipos y el individual, como mejor primer tablero. En el mismo torneo, Ding demostró que las piezas en su interior siguen sin recomponerse del todo. Si están pegadas, aún no se han secado bien.

Casi todos los expertos dan a Gukesh como favorito, aunque prevalece la prudencia porque no será fácil para él afrontar la presión del torneo más importante de su vida. También hay consenso en que las primeras partidas serán decisivas. Si el indio se pone por delante, la tarea de remontar se antoja titánica, pero Carlsen cree que el campeón golpeará primero. Vasyl Ivanchuk es otro de los que apuestan por él. Nadie olvida el modo en que tumbó a Nepo en uno de los desenlaces más emocionantes de un Mundial. Luego supimos que ya lo había abandonado su novia y estaba en crisis personal, pero supo abstraerse en busca del mayor logro de su carrera. Otra circunstancia que lo favorece, aunque sea un dato sin demasiado peso en anteriores citas, porque suele favorecer al veterano, es el marcador particular entre ambos. Al menos en ajedrez clásico, Ding ha ganado dos veces a Gukesh, que solo logró unas tablas contra el chino.

El indio, por su parte, sigue siendo un campeón indescifrable para sus colegas. Casi ninguno vio venir su victoria en el Candidatos y, en parte porque han jugado menos veces contra él, no comprenden de dónde procede su fuerza de juego, aunque todos tienen claro que aúna talento y trabajo, una clave del éxito de la camada de ajedrecistas indios que ya domina la clasificación mundial.

kpd