El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Mislata, en funciones de guardia y de acuerdo con el criterio del Ministerio Fiscal, ha acordado la libertad con medidas cautelares para los dos supuestos agresores de tres aficionados del Villarreal con diversidad funcional.
El Tribunal Superior de Justicia valenciano (TSJCV) ha informado este lunes de que así lo decretó ayer el titular del citado juzgado sobre los detenidos en relación con una agresión a aficionados del club villarrealense, el pasado sábado día 15 en los alrededores del estadio castellonense en el encuentro contra el Valencia CF.
Ambos detenidos deberán presentarse ante el juzgado de forma periódica y quedan investigados en una causa abierta por los delitos de lesiones.
El buen patrón que interpreta Javier Bardem, un empresario de provincias, en la comedia de Fernando León de Aranoa, tiene una dimensión incomparable a la de los grandes patrones del fútbol con los que ha cohabitado Carlo Ancelotti. De los Agnelli y Silvio Berlusconi a Roman Abramovich, Nasser Al-Khelaifi y Florentino Pérez. Si embargo, con el buen patrón, grande o pequeño, encaja siempre el buen y fiel empleado, el buen entrenador. El italiano tiene un Máster en patrones que le ha permitido desarrollar el arte de la flotabilidad, con un instinto clave para encontrar el punto de equidistancia exacto entre la jerarquía y la independencia.
El resultado ha sido una cosecha escasa en Ligas (seis en 22 años al frente de Juventus, Milan, Chelsea, PSG, Bayern y Madrid), pero casi tantas Champions (cinco, tres en el club blanco). Es, pues, una pieza única, hecha a la medida del complejo ecosistema madridista, donde no se buscan equipos de autor porque es un club de autor. Florentino lo sabe, y ello genera inquietud cuando el ciclo da síntomas de agotamiento, pese a la heroica reacción en la final de Copa frente al Barcelona en La Cartuja. La heroica es para los días festivos y el Madrid actual necesita manos de entrenador, ambas, la izquierda y la derecha, de lunes a domingo.
Florentino Pérez.Jose BretonMUNDO
Las siete Champions conquistadas por el presidente, en sus dos etapas, han sido con Vicente del Bosque, Zinedine Zidane y Ancelotti. Buenos entrenadores en el sentido amplio, aunque las salidas de los dos primeros dejaron aristas que esta vez no se producirían con el italiano, más dolido en el final de su primera etapa. Del salmantino prescindió Florentino tras ganar una Liga, en mitad del motín del Chistu, para subir al Madrid a un tiovivo de entrenadores que lo llevó a la viñeta del Atlético de Jesús Gil. Con el tiempo, el dirigente reconocía, a regañadientes, que fue una de las decisiones equivocadas de su primera etapa, más allá de la falta de sintonía con Del Bosque. Era mutua. Lo es.
La deriva del equipo esta temporada hizo que la cúpula pensara en un plan alternativo que los hechos no han cambiado. Con la Liga todavía pendiente, aunque sea observada como un Everest, y un clásico en Montjuïc, Ancelotti levanta la ceja y se agarra al flotador, aunque resignado a un desenlace que no desea cruento. Tampoco el club.
Xabi Alonso, en el banquillo del Bayer Leverkusen.Christopher NeundorfEFE
Xabi Alonso, en la cabeza del presidente, quiere construir equipos de autor, y por eso intentó descubrir lo mejor de José Mourinho, lejos de los prejuicios y el ruido, y fue en busca de la ciencia de Pep Guardiola. El Bayer Leverkusen lo es. Tiene la ventaja de conocer el club, a Florentino y la Liga. Como el hijo que vuelve a casa de los padres, no tiene que preguntar dónde están las galletas y el café. Pero no busca equidistancias, exige, decide y actúa. El pulso que mantuvo frente a Hacienda, «con muchos riesgos», según los habituales del Tribunal Supremo, es una prueba de su carácter. Si no lo cree, no hay pacto posible.
El presente del Leverkusen no es como el de la temporada pasada, fuera ya de las semifinales de Champions y sin opción al título en la Bundesliga. Al frente del club de la Bayer, el CEO español Fernando Carro tiene claro que, si llama Florentino, la salida de Xabi Alonso no será un problema. Carro es un negociador hábil y pragmático, y habla el mismo lenguaje que José Ángel Sánchez, primer ejecutivo del Madrid. Dejó el poderoso grupo Bertelsman para hacer carrera en el deporte y sabe bien con quién hay que estar a buenas.
A falta de tres jornadas para concluir la Bundesliga, el Bayern aventaja en ocho puntos al Leverkusen. Es ya virtual campeón. Cuando el Madrid juegue el clásico en Montjuïc, el 11 de mayo, más que probablemente ya estará todo decidido. Tanto Ancelotti como Xabi Alonso esperan decisiones con un año de contrato por delante. No hay, pues, ni urgencias ni malas relaciones, al contrario, lo que permite escoger el momento o no hacerlo. Si llega, el dilema será quién dirigirá al equipo blanco en el Mundial de clubes, un objetivo estratégico del Madrid, y más tras los fracasos del curso, además de convertirse en parte de la pretemporada. Tiene sentido que sea el elegido para el nuevo curso.
Carlo Ancelotti.Manu FernandezAP
Florentino es de los que cree que el entrenador es un mal necesario del fútbol y la realidad es que sólo se ha sentido identificado con un técnico-autor. Fue Mourinho. Un entrenador para una circunstancia, competir frente al Barça de Guardiola, uno de los mejores equipos de la historia, y elevar la deteriorada autoestima del madridismo. Lo consiguió, aunque con devastadores efectos colaterales para la imagen del Madrid. No estamos ante lo mismo, pero sí frente a un Barcelona creciente, que ha ganado tres de tres clásicos y dos títulos directos al Madrid esta temporada. «Sólo hay un entrenador que puede soportar eso con Florentino, y es Ancelotti», afirmaba alguien que trabajó muy cerca del presidente antes de la final de Sevilla. El castigo ha aumentado.
La historia dice que ninguna de las veces que Madrid y Barcelona se han enfrentado en cuatro o más ocasiones en una misma temporada, alguno de los dos ha hecho el pleno de victorias. Si seguimos, pues, la estadística, ello llevaría a una victoria blanca o un empate en Montjuïc, aunque siempre hay una primera vez para todo, incluso para hundirse con el salvavidas puesto.
Paderborn está a medio camino entre la cuenca del Ruhr y Hamburgo. En la primera, la selección francesa ha disputado sus principales partidos de esta Eurocopa: el debut y los octavos en Dusseldorf y el tercer encuentro de la fase de grupos en Dortmund. Ahora debe caminar hacia el Este de Alemania, al Volksparkstadion de Hamburgo, para encontrarse con Portugal en unos cuartos de final extraordinarios. Lo hará, eso sí, con un ambiente extraño en su concentración.
Una tarde en el Home Deluxe Arena de Paderborn, donde entrena cada día la plantilla de Didier Deschamps, basta para entender algunas de las cosas que están pasando en la selección francesa. "El aire no es el mismo que en Rusia o en Qatar", admiten los periodistas que siguen el día a día de la selección gala. Dicen que la relación entre los futbolistas no es la misma que en otras ocasiones y que el vestuario está "dividido" por la política. No en cuanto a ideologías, pero sí en la manera de enfocar los reclamos de las últimas semanas. Según ha podido saber este periódico, hay varios jugadores que no estaban de acuerdo con manifestarse públicamente sobre las elecciones.
De hecho, en el inicio de la concentración era un tema que se evitaba. "No he pensado en ello", aseguraba Camavinga hace cuatro semanas. "Prefiero hablar de fútbol", dijo Upamecano hace tres, unos días antes del primer duelo. "En el vestuario hemos dicho que tenemos una competición que preparar. Queremos mantener la concentración y no hablar de política", aseguró Kingsley Coman, también en las ruedas de prensa previas al debut contra Austria.
Pero todo cambió cuando Ousmane Dembélé dijo que "hay que salir a votar. Han saltado las alarmas". Los periodistas vieron el cielo abierto ante las primeras palabras de un jugador de la selección sobre el partido de Marine Le Pen y no han dejado de preguntar hasta ahora. Tres semanas de fútbol y política en Paderborn, empujadas al foco mediático por Marcus Thuram y, especialmente, Kylian Mbappé, capitán del conjunto galo y autor de una comparecencia que llegó a todos los rincones del planeta: "Estoy contra los extremos, llamo a los jóvenes a votar".
Un antes y un después
"Nunca habían tomado esta postura durante un torneo", explican en Paderborn, donde recuerdan cómo durante el Mundial de Qatar, la Federación Francesa insistió a los futbolistas a no pronunciarse sobre la falta de derechos humanos en el país, algo denunciado por selecciones potentes como Alemania.
No ha sido así con las elecciones generales francesas y con un vestuario con jugadores involucrados en varias luchas sociales. Durante estos últimos meses, Dembélé, Koundé o Thuram han publicado mensajes de apoyo a los ciudadanos de Gaza y el propio defensa del Barça tuiteó el domingo, día de las elecciones, un día antes de los octavos: "El RN (el partido de Le Pen) quita libertades. No es la solución".
"No debo utilizar mi fama"
Lo que ha trastocado el día a día de la selección no es el carácter de las declaraciones, sino el hecho en sí. "La política es muy seria y es bastante privada. Estoy aquí como futbolista y no debo utilizar mi fama. Hay que ir a votar, eso sí", expresó Griezmann, peso pesado en el vestuario, unos días después de la declaración de Mbappé.
Unas palabras que repitió Rabiot, pidiendo que "no debemos dejar que esto se interponga en el grupo porque tenemos una competición que gestionar". "Si pudiéramos dejarlo de lado por un tiempo, sería bueno", añadió el centrocampista. Una diferencia en el tono que explica la situación en el vestuario.
Nervios por los minutos
Deschamps, al que no le caracteriza su gestión de grupo, trata de calmar las aguas, aunque los resultados no le han dejado. El seleccionador suele utilizar el tercer partido de la fase de grupos, ya con el equipo clasificado, para dar minutos a los menos habituales, pero el empate contra Países Bajos en la segunda jornada le obligó a tirar de titulares ante Polonia. En octavos, además, sólo realizó un cambio. Otra situación que no agrada al grupo, con futbolistas importantes como Giroud, Camavinga, Dembélé y Coman sin minutos.
Mientras, Francia espera los cuartos en el Premier Park Hotel & Spa Best Western, un hotel de cuatro estrellas "no muy muy lujoso, pero cómodo", admite Deschamps. Un resort reservado para toda la expedición en el que no tendrán que compartir espacio con otros huéspedes, como sí hicieron en Budapest durante la última Eurocopa, y en el que la Federación ha instalado una sala con consolas, mesa de póquer, pista de baloncesto e incluso un piano para Tchouaméni y Camavinga.