Temporada 2023
El “cambio de mentalidad” del equipo español a final de la pasada temporada se mantiene en este 2023, donde ya cuenta con varios triunfos. “Cuando llegan las victorias, se acaba contagiando”, explica Gonzalo Serrano
El abismo fue el resorte. Ahí, frente al precipicio, el Movistar Team, la histórica escuadra española, la única en la actualidad en la elite World Tour, tocó a rebato. Fue en agosto del año pasado, tras un Tour de Francia desastroso que culminó con el abandono de su líder, Enric Mas, cuando peleaba por las migajas de, al menos, acabar entre los 10 primeros. Tras la Grande Boucle, la situación era crítica y la guadaña del descenso amenazaba en lo alto: entonces, el equipo que dirige Eusebio Unzué ocupaba la posición 18 de 21 y mantener la categoría para los tres próximos años se empezaba a complicar seriamente.
Y entonces, el click mental. El equipo timorato, tan criticado por ello, se quitaba los corsés. De repente, el Movistar estaba en todas las fugas y peleaba por todas las victorias, con más o menos fortuna. El sufrimiento se tornaba en alivio en una temporada que ya de por sí, con el adiós de Alejandro Valverde al profesionalismo, estaba resultando la más complicada de la historia del conjunto navarro. La Vuelta, con el segundo puesto de un Enric Mas nunca antes visto, resultó la confirmación, y el triunfo de Iván Ramiro Sosa, uno de los fichajes más cuestionados entonces, en la última carrera del año, el Tour de Langkawi en Malasia fue el colofón: el Movistar acabó holgadamente en el puesto 11 del ranking UCI y espantó cualquier fantasma de tener que depender de las invitaciones para estar en las mejores carreras del mundo. «Estuvimos coqueteando con la posibilidad de un descenso, vivimos momentos realmente tensos y eso sacó a relucir el compromiso del equipo», admitía al comienzo de curso el director del Movistar.
Para saber más
La buena noticia es que aquel hambre sigue intacta en este comienzo de 2023. Pocos fichajes pero efectivos y triunfos que se consiguen o se rozan. Protagonismo en cualquier caso. «El año pasado ya se vio un cambio de mentalidad en el final de temporada. Todo el equipo fue más agresivo. El proceso para este año ha sido el mismo y las cosas están saliendo bastante bien y pronto, tanto en el equipo femenino como en el masculino. Es el camino a seguir. Todo al final sale», cuenta a EL MUNDO Gonzalo Serrano.
El madrileño fue uno de los triunfadores de aquel frenético desenlace del verano, cuando el equipo decidió, por pura necesidad, dividirse en dos. Serrano se estrenó con una victoria en una vuelta por etapas en el Tour de Bretaña, en septiembre, por delante en la general nada menos que del local Tom Pidcock, al que batió en la cuarta etapa en Duncombe Park.
Ese ‘equipo B’ que se aventuró en busca de puntos en un calendario paralelo, en carreras de menos nivel, resultó determinante para mantener la categoría. En agosto, Alex Aranburu fue el mejor del Tour de Limousin, por delante de Diego Ulissi. Antes, los campeonatos nacionales habían traído un buen puñado de victorias y puntos: Mathias Norsgaard en la contrarreloj de Dinamarca y Abner González y Vinicius Rangel en las rutas de Puerto Rico y Brasil respectivamente. Iván García Cortina se impuso en el Gran Piemonte y, como mejor síntoma de la catarsis general, Enric Mas coronó su extraña temporada en la que gracias a la ayuda de un psicólogo superó su miedo a los descensos con uno de sus pocos triunfos parciales de su carrera, en el Giro de Emilia, haciendo morder el polvo nada menos que a Tadej Pogacar, al que iba a escoltar después en Lombardía.
El “contagio”
Aquel correr sin complejos que todo el mundo aplaudió ha tenido continuidad. «Se acaba contagiando. Cuando llegan las victorias en un equipo se contagia entre unos y otros. Tenemos mucha gente que está bien. Es la mentalidad del equipo. Hablar entre nosotros. Y es algo que sale solo», admite Gonzalo Serrano sobre un 2023 en el que los de azul, tras un productivo stage invernal en Mojácar, ya han levantado los brazos en meta varias veces.
Fue Fernando Gaviria, uno de las tres caras nuevas del equipo de Unzué, el primero en justificar su apuesta. Un sprinter, rareza en el Movistar, que se impuso en la cuarta etapa a la Vuelta a San Juan. El colombiano, además, ha dado dos veces más al palo: en la segunda etapa de la ronda argentina y en la quinta etapa del UAE Tour. Todo parece indicar que ha recuperado el nivel que le lanzó al estrellato en 2018, cuando ganó dos etapas en el Tour (tiene otras cinco en el Giro).
En Arabia precisamente ha llegado la última victoria del equipo patrocinado por Telefónica, que afronta la 44ª temporada consecutiva de actividad, nadie igual en el pelotón internacional. El día de su 25 cumpleaños, Einer Rubio estrenó su palmarés profesional conquistando la etapa reina, en la cima de Jebel Jais, por delante nada menos que de Remco Evenepoel. El menudo colombiano será el jefe de filas en el Giro de Italia. Una gira asiática de éxitos: Matteo Jorgenson también se estrenó con una etapa y la general del Tour de Omán y Ruben Guerreiro, otra de las caras nuevas, lo mismo en el Saudi Tour. «Empezamos de la mejor manera», aseguró el portugués, que acabó ayer tercero de la general de O Gran Camiño.
Además de Gaviria y Guerreiro, la otra incorporación del Movistar es el prometedor Iván Romeo. También en el área técnica se produjeron novedades, con los fichajes de tres directores deportivos, Xabier Muriel, Yvon Ledanois y Jürgen Roelandts. Aunque, el paradigma del cambio es, sin duda, Enric Mas. La resurrección del balear, que tocó fondo en el Tour, es parte de ese contagio del que habla Serrano. Aquella Vuelta, sus duelos finales en Italia con Pogacar, son destellos ya de lo que está por venir. En su estreno en 2023, otra vez al ataque en la Vuelta a Andalucía donde de nuevo intentó lo impensable hace nada, desafiar al intratable esloveno. Con el Tour y la Vuelta de nuevo como objetivos, el balear se intentará sacar ahora la espina de 2022 en la Tirreno-Adriático, la Vuelta al País Vasco, la Flecha Valona y la Lieja-Bastoña-Lieja.