La transformación mental de Tavares: “Él es su propio ‘coach'”

La transformación mental de Tavares: "Él es su propio 'coach'"

Olympiacos – Real Madrid

Actualizado

El pívot, pilar sobre el que el Real Madrid busca este domingo ante Olympiacos la Undécima, logró canalizar su frustración ante las injusticias arbitrales. Su personalidad calmada, clave. “Cada vez entiende mejor el juego”, le elogia Chus Mateo

Tavares, durante el partido contra el BarçaEnric FontcubertaEFE

Si el Real Madrid derrota esta tarde (19.00 h., DAZN) en el Zalgirio Arena al Olympiacos nadie podrá reclamar más la corona de la Undécima que Edy Tavares, cual Sabonis en 1995, el gigante sobre el que se sostienen todas las peripecias de este equipo de los imposibles. Su hercúlea tarea tendrá hoy su culmen, con el MVP aguardándole y los libros de historia rendidos ante él. Aunque para llegar aquí haya tenido que experimentar su enésimo F5, unir a su habitual dominio en el juego la capacidad de autocontrol.

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Porque, hasta hace no tanto, el principal rival de Tavares era él mismo. Nunca le resultó sencillo asimilar la cantidad de contactos que recibe en cada duelo ni tampoco gestionar las emociones de las injusticias arbitrales. Sus aspavientos, sus enormes manos en la cabeza y sus protestas le penalizaban con técnicas que lastraban sus minutos. Ha sido en esta hora de la verdad en la que la lesión de su suplente Poirier le ha hecho más indispensable cuando el africano ha sufrido la penúltima transformación de su carrera, fuera nubes negras. «Equivocándome voy aprendiendo», asegura.

El secreto de Edy reside en su propia personalidad. En las calles de Maio, cuando de niño no tenía mucho que hacer más que ayudar a su madre en la tienda, adquirió la virtud de la paciencia. Pero hubo momentos, especialmente esta temporada y la pasada, en que acabó perdiendo los nervios, cuando la agresividad sobre él sobrepasaba todos los límites. Desde su entorno hablan de su calma y de que no le hizo falta recurrir a especialistas en canalizar la frustración. «Él es su propio coach», aseguran. Y la familia, su esposa Paula y su pequeño Samuel, su refugio.

Tavares pelea con Kuric y Vesely, durante la semifinal.TOMS KALNINSEFE

Como siempre en su vida, estos días Edy es también el centro de todas las miradas. Si ya de por sí era el epicentro del juego del Real Madrid, su serie ante el Partizan resultó de película. Y eso que acudía tras evidentes síntomas de agotamiento: de su equipo sólo Dzanan Musa ha disputado más minutos que él en la competición continental y la apendicitis que sufrió Poirier le hizo tener que dar otro extra. Lesionado en la rodilla izquierda tras la primera parte del duelo inicial, reapareció en el tercero en Belgrado y, desde entonces, los blancos no han perdido. Sus números asustan: 16,2 puntos y 7,5 rebotes en el playoff, 20 y 15 el viernes ante el Barça. Más los tapones, los que suma y los que no aparecen en la estadísticas. Y, además, en los cinco partidos, 34 faltas recibidas. Agotador.

“Enseñar las manos”

«Yo siempre intento cuidarme lo máximo posible. Al no estar Vincent es obvio que voy a tener que jugar muchos minutos. Tengo que mentalizarme», aseguraba antes de partir a Kaunas y detallaba: «La mentalización es estar preparado para las faltas que te puedan pitar o las que no, aunque a mí me lo puedan parecer. Mi objetivo siempre es estar en el campo, el tiempo que Chus me necesite. No cometer faltas tontas».

Fue en ese histórico quinto partido ante el Partizan donde más se comprobó al nuevo Tavares. Logró permanecer en pista cuando ya había cometido la cuarta personal. «Aprendí. La primera falta fue un error mío y me costó mucho. A veces no puedo controlar lo que pasa en el partido, porque ocurre muy rápido y no te das cuenta. Aprendí a intentar enseñar las manos siempre, a estar perfecto, mover las piernas sin contacto ni fuerza de más», precisó lo que se pudo ver ante la agresividad de los defensores del Barça en semifinales, especialmente del fiero Vesely.

«Se ha dado cuenta que sin su amigo Poirier necesita estar muchos minutos en pista para que el equipo gire en torno a él. Edy es un jugador especial para todos, para nosotros y también para los rivales. No hace falta decirle mucho, cada vez tiene una mayor capacidad de entender el juego y de entender lo que se necesita de él. Estoy muy contento con cómo se esfuerza y es una maravilla tenerle. Me alegro mucho de que le salgan las cosas bien a una persona tan buena como él», le elogió un Chus Mateo que apenas puede permitirse el lujo de darle respiro. Anthony Randolph, lejos del jugador que fue antes de sus lesiones, es su único recambio.

Y así será esta noche, donde Edy tendrá otro semejante enfrente: Moustapha Fall (221 centímetros). «Me lo va a poner muy difícil, medimos lo mismo. Él hace las cosas como yo. Va a ser un placer», pronunciaba el pívot blanco. «No sólo por lo que anota, también por lo que genera. Es un gran pasador, uno de los mejores jugadores de Europa. Del tamaño de Edy, será un bonito duelo», precisaba su técnico sobre uno de los referentes del Olympiacos, que además cuenta con otros dos cinco de garantías, Tarik Black y Joel Bolomboy.

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