La revolución de Andrea Fuentes para cambiar la historia de la sincronizada: “Es más potente la inspiración que el miedo”

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Suena ‘Tu Calorro’ de Estopa en la piscina del Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Sant Cugat y sirve como anuncio: ya está aquí Andrea Fuentes. Si la natación sincronizada fue una disciplina de niñas obedientes al ritmo de la maldita música del Cascanueces, pronto dejará de serlo. La revolución Fuentes se basa en romper los dos axiomas, en «empoderar a las nadadoras para que tengan voz propia» y en «hacer cosas que nunca se han visto en una piscina». La mejor nadadora artística de la historia de España es ahora, por fin, su seleccionadora y su estilo, tan propio, se nota en cada minuto del entrenamiento que presencia EL MUNDO, el pasado miércoles

Encima de una tarima, con un micrófono en la mano, Fuentes no para y hace que el resto no pare. Falta una eternidad para los Juegos de Los Ángeles 2028, pero las nadadoras españolas se machacan en unas series de ejercicios con Melendi, AC/DC o Linkin Park de fondo. «¡Las chinas están aquí entrenando con vosotras! ¡A ver quién aguanta más!», desafía Fuentes a quienes son sus pupilas desde hace un mes. En los Juegos de París, la China que entrena Anna Tarrés se llevó el oro, Estados Unidos con la propia Fuentes al frente se colgó la plata y España se quedó con el bronce. Ahora, pese a la reincorporación de Rusia, a España ya sólo le vale ganar.

Dígame que España nadará en Los Ángeles 2028 a ritmo de Estopa.
(Risas) De momento nos sirve para entrenar a tope. Para los ejercicios, aún estoy buscando, pensando en crear algo nuevo, realmente diferente. Veo espectáculos de circo, conciertos, no sé, miro cuadros. Yo qué sé, estudio el cubismo y a ver qué saco de ahí. Para mí es especial que seamos distintas al resto. El otro día hice una propuesta y una nadadora me dijo: ‘Eso es muy Andrea Fuentes’. No sé exactamente qué quería decir, pero me gustó.

David RamirezAraba Press

¿Por qué su propuesta es distinta a lo que ya existe en la sincro?
Porque para mí es muy importante que la nadadora tenga el poder y eso no es lo habitual en mi deporte. El primer día le pedí cuatro cosas al equipo: autenticidad, unión, determinación y positividad. Quiero que cuando las nadadoras lo dejen o salgan del equipo lo hagan poderosas, fuertes, libres, que piensen que todos los entrenamientos valieron la pena ganemos o no el oro. En China o Rusia todavía siguen el sistema antiguo, más obediente, y quiero ver lo que aguantan con eso. Cuando sus nadadoras vean en TikTok que aquí vivimos mejor y comprueben que les podemos ganar pensarán: ‘¿Y yo por qué tengo que aguantar este trato?’.
Sin duda, es diferente a lo que había en su época como nadadora.
Es el cambio de filosofía que quiero aportar. Lo abro todo a diálogo y antes eso no pasaba. Yo quiero que hablen, que me pregunten por qué, que me discutan. 16 cerebros piensan más que uno. Es lógico, no estoy tarada y, además, lo imponen las nuevas generaciones. Si no lo hago así tarde o temprano pensarán: ‘¿Por qué voy a estar ahogándome debajo del agua cuando puedo pirarme a hacer skate?’ Hay que escuchar, hacerlo divertido e inspirar. Al final es más potente la inspiración que el miedo.
En los Juegos de París, Anna Tarrés comentó que las nadadoras chinas ganan «por su capacidad de trabajo». Es un poco tópico eso de que en España no se trabaja tanto.
En China no se cuestiona a la autoridad porque no hay salida. Aquí las nadadoras son distintas, pueden tener otra vida si no les gusta, dedicarse a otra cosa. Pero aquí las nadadoras tienen ese carácter de toraco, les corre sangre por las venas, no horchata. No me metería con su capacidad de trabajo. En China o en Rusia las nadadoras son máquinas, pero aquí si les enciendes el fuego y les echas gasolina, cuidado.
Es un método discutido en la educación por miedo a la relajación.
Pero en el equipo hay 16 nadadoras y sólo entran las ocho mejores. Hay muchísima exigencia de por sí: ¿Te imaginas quedarte fuera de unos Juegos Olímpicos? Es absurdo pensar que se van a relajar si no las abronco, si no las insulto, si no las machaco. En Estados Unidos aprendí el poder de la competencia. Allí en el colegio de mis hijos siempre les decían: ‘Muy bien, lo están intentando’. Y yo preguntaba: ‘¿Y cómo van a aprender?’. Pues al final aprenden porque todos quieren ir a las mismas universidades. No es necesario destrozar la moral para enseñar. Mi labor no es exigir, es empoderar y que cada una saque el máximo. El buen trato no tiene nada que ver con la exigencia.

David RamirezAraba Press

De pedir un determinado peso mejor ni hablamos.
Lo dije en la primera reunión: ‘Nunca os pediré nada que tenga que ver con vuestra imagen física’. En nuestro deporte siempre ha habido problemas y no puede ser. Me importa un pedo que seas gorda o delgada, en mi vocabulario eso no existe. Pero tienes que rendir. Las nadadoras deben preguntarse si les conviene más un bistec a la plancha que una hamburguesa del McDonalds. El reglamento puntúa según cuánto saques el cuerpo del agua así que si eres supertocha y subes hasta el cielo, eres una crack, te vean como te vean. Además, es tan dañino decirle a alguien que está muy guapa porque está delgada que decirle que está gorda.

La contraoferta de EEUU

Da la sensación de que esto le llega en el momento preciso.
Sin duda. Después de retirarme [en 2013] quería explorar muchas cosas. Me gustaba la idea de ser entrenadora, pero no quería serlo simplemente porque no supiera hacer otra cosa. Me fui a Mallorca, monté un negocio de nutrición saludable, pero me dí cuenta de que no me quería dedicar a eso. Empecé a escuchar ofertas de países que me ofrecían proyectos.
De muchos sitios, menos de España. Daba la impresión que de la polémica con Anna Tarrés se había quedado en medio y, por eso, apartada.
No, no, tuve una oferta para quedarme aquí. Mayu [Fujiki, anterior seleccionadora española] me ofreció ser su ayudante, pero yo quería un programa para mí sola, quería cambiar el sistema. Recibí ofertas de Estados Unidos, Australia y Suiza para ser head coach y escogí Estados Unidos.

David RamirezAraba Press

Los Juegos de 2028 serán en la puerta de su antigua casa en Los Ángeles. ¿Por qué ha vuelto justo ahora?
Por muchas cosas. Me habían doblado el sueldo, pero no quería hacerlo por dinero. Allí había cumplido una misión. Pensaba que ganaríamos una medalla en 2028 y lo hicimos cuatro años antes, en 2024. Además no me quería hacer mayor y que mis hijos crecieran allí. En España se vive muy bien y no te das cuenta hasta que no te vas. Aquí salgo de casa y me siento segura, doy un paseo, me tomo un café o una cerveza con las amigas. Allí estaba todo el día en el coche, temía que un tío fuera a cargarse a mis hijos al cole con una pistola, veía como el fentanilo estaba haciendo mucho daño. No lo veía como el sitio ideal para vivir ni mucho menos.

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