LaLiga Santander 2022 – 2023
Barcelona 1 Real Sociedad 2
Los donostiarras, liderados por Zubimendi, vencen en el Camp Nou 32 años después (1-2) ante un Barcelona que recibe el título de Liga
Al Barça debió ocurrirle algo parecido al padre de Martin Amis, el también escritor Kingsley Amis. Según contaba el recién fallecido escritor, y era algo que compartía con su padre, después de una escena sexual tenía que escapar del sueño, recomponerse y volver a la cordura. «Bueno, ¿dónde estamos?», se decía. «Porque el sexo es algo excluyente». Y el Barça campeón de Liga no supo cómo recuperar el aliento después de tanta pasión, sudor y cigarrito. Tanto que la Real Sociedad, que hacía 32 años que no ganaba en el Camp Nou, burló a la historia y conquistó tierra prometida gracias a los goles de Merino y Sorloth y al imponente liderazgo de Zubimendi.
La descompresión azulgrana fue lógica. Pero antes de que el capitán Sergio Busquets tomara el trofeo de manos de Luis Rubiales, presidente de la Federación, al Barça le tocaba defender en el Camp Nou sus recién adquiridos galones. Pero el fútbol va tan rápido que todo es pasado y lo de anteayer tiene patas de gallo. Que le pregunten a Mateu Alemany, que pasa de decir adiós a quedarse en el «club más grande del mundo».
Así que Xavi Hernández, que no podía contar con Araujo y Pedri por lesión y Gavi por sanción, rechazó la tentación de apostar por alineaciones desbravadas para sacar lo mejor que tenía. Es decir, otra vez sin Ferran Torres ni Ansu Fati, a quienes el club pretende vender este verano ante la convicción del técnico de que sus plazas tienen mucho margen de mejora. Ambos jugaron la última media hora, y jugaron con el mismo ánimo de quien se sabe condenado.
Imanol Alguacil, mientras, se contuvo en la alineación, pero no en el campo ante la cercanía de zanjar su puesto de Champions. Y ahí el mérito. Porque esa Real que ya venía con las bajas de Silva y Brais Méndez dejó en barbecho de inicio a dos de sus futbolistas con mayor capacidad creativa en el frente:Take Kubo, cuya temporada está siendo magnífica, y Oyarzabal, que aún batalla por recuperar su mejor nivel.
A los donostiarras, sin embargo, les sobraron piernas para acosar a campo abierto a un Barcelona que sufrió de lo lindo a la espalda de Koundé, superado por un cuerpo tan inabarcable como el de Sorloth y que no supo aprovechar su oportunidad como central en una temporada en la que tuvo que sobrevivir en la orilla. Xavi lo sustituyó por Marcos Alonso al acabar el primer tiempo.
Fue precisamente Koundé quien no supo cómo contener al noruego cuando el francés se disponía a conducir mirando a las musañaras. Sorloth se echó al monte, centró al corazón del área y Merino encontró un hueco entre las piernas de Ter Stegen para alcanzar el 0-1.
Las cabriolas de Dembélé
Que la Real Sociedad marcara a los cinco minutos permitió que el partido se abriera. Los azulgrana cumplían con la presión, Kessié llegaba desde la segunda línea con peligro, y Dembélé encadenaba cabriolas como quien sopla pompas de jabón. Todo muy bonito, pero inocuo.
Pero el desacierto de los azulgrana en las zonas de remate fue una constante en el primer acto. En el segundo, ya apenas se acercaron a Remiro con peligro. El meta de la Real Sociedad sacó con un pie un cabezazo de Dembélé, y Lewandowski, a quien Raphinha había encontrado desde la línea de fondo, remató con la oreja. El extremo brasileño, que lucía un estampado azulgrana en su cabellera, reforzó su condición de futbolista extraño y contradictorio. Porque en la siguiente acción a quien asistió fue a un rival, Barrenetxea, que no tuvo la noche en la zona caliente.
El 0-2 llegó en el segundo tiempo, obra de Sorloth, aunque el gran mérito del episodio lo tuvo Zubimendi. El mediocentro por el que suspira el Barça robó a De Jong en campo propio y le sobraron fuerzas para llegar al área contrario y asistir en el 0-2.
El Camp Nou no se inmutó. Celebró que Lewandowski recortara distancias en el ocaso gracias a un centro de Ferran. Y homenajeó al campeón, pese a que éste no llegara a tiempo y reservara fuerzas para la jarana del final, ya con el trofeo de la Liga como epicentro de la alegría.