Se quejaba Winston Churchill de que la fe en la democracia se tambalea después de hablar un cuarto de hora con el elector medio. La fe en la NBA puede llegar a tambalearse viendo que un jugador con sobrepeso como Luka Doncic es una superestrella. Lleva seis años en Estados Unidos y está cada vez más rellenito. No obstante, es también cada vez mejor jugador. En ataque, se entiende, porque el excesivo tonelaje incide de modo negativo en las tareas
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El Real Madrid, merced a un comienzo demoledor, dio un golpe de autoridad al vencer en la pista del Estrella Roja (72-78) y con ello dio un paso importante con destino hacia el objetivo de disputar la postemporada en la Euroliga.
Encaraba el conjunto blanco una 'final' en Belgrado ante un cuadro local que también se jugaba mucho, pues un triunfo le daba el pase matemático a los playoffs. Bien lo sabían sus aficionados, que cumplieron con los pronósticos y convirtieron en infernal el ambiente en la previa.
Se daba pues el contexto propicio para una tortura, pero de todos los escenarios apocalípticos posibles no se cumplió ninguno. Al contrario, el Real Madrid se paseó por el averno con bata y zapatillas de estar por casa, en la línea de lo que había sucedido en sus dos partidos anteriores ante el ASVEL Villeurbanne y el EA7 Emporio Armani. Con la diferencia de que aquellos fueron como local.
Ante los franceses irrumpieron con un 15-0. Contra los italianos se presentaron en la oficina luciendo un 12-3. Y esta vez su puesta en escena fue un 0-14, el mejor parcial de salida de un visitante en la máxima competición europea desde un 0-15 del CSKA de Moscú en Valencia en la 2017-2018. Solo en ese partido y en otros dos se vio algo mejor en la historia de la Euroliga que lo que hizo el conjunto de Chus Mateo.
Principios prometedores que en los tres casos tuvieron algo en común, Walter Tavares. El pívot caboverdiano, aprovechando los problemas de efectivos en el juego interior del rival, se cebó bajo el aro opuesto. Y en el propio condicionó el juego del equipo serbio, obligado este a recurrir al triple como arma arrojadiza.
Para su desgracia, el cuarto inicial fue un cúmulo de desaciertos. Lo reflejan datos como que la primera canasta en juego del anfitrión no llegó hasta que quedaban 03:35 para el final del primer acto. O que los primeros once lanzamientos exteriores se fueron al limbo, llegando a los diez primeros minutos con 1 de 15 en ese apartado y 3 de 22 en tiros totales. Y pese a un dominio abrumador en el rebote ofensivo, que hizo el drama menor (9-22, m.10).
Todo ello lo fue parcheando el Estrella Roja antes del descanso, maquillando ligeramente sus pésimos guarismos con el lanzamiento lejano, que en el caso del Real Madrid solo fueron buenos en el primer cuarto. Aún así aguantó el plantel foráneo el mano a mano pese a perder para la causa al pívot angoleño Bruno Fernando, lesionado con un minuto de juego del segundo cuarto.
Un triple de Codi Miller-Mcintyre dio paso al descanso y fue el fuego que prendió la mecha del ex del Baskonia, autor de los siete primeros puntos de los suyos en el retorno al parqué tras el paso por los vestuarios. Convertido en el rostro visible de un equipo con otra energía, el contrario consiguió resistir sin que su ventaja bajase de los diez puntos en ningún momento del tercer acto.
Vital fue para ello que Mario Hezonja y Alberto Abalde, desde hoy en el club de los jugadores con 500 rebotes en la Euroliga, resucitasen a los suyos en lo que a tiros lejanos se refiere en algunos momentos más delicados. La sensación a la media hora era que si el Real Madrid era capaz de mantener el ritmo y no bajar la concentración, debía salir airoso (45-55, m.30).
Esta vez no cayó en esos pecados. Dos canastas de Sergio Llull y de Andrés Feliz le permitieron entrar con buen pie en el tramo decisivo y acomodarse sobre el colchón de la decena de puntos favorables hasta que una canasta de John Brown III a falta de 06:11 le quitó esa red (52-61, m.34).
Un triple de Sergio Llull apaciguó los ánimos del Estrella Roja y devolvió la confianza a un cuadro blanco sólido hasta que empezó a cobrar excesivo protagonismo el vídeo. Varios parones por revisión enfriaron al bando madridista y calentaron las gargantas de los seguidores y las manos de McIntyre, quien con un acierto perimetral situó a los suyos a dos a falta de 45 segundos.
Campazzo, merced a cuatro puntos seguidos desde la línea de tiros libres, selló un triunfo de carácter y de orgullo colectivo, con hasta cinco jugadores firmando 14 puntos de valoración o más. Pese a su temporada errática el Real Madrid es capaz de ganar cuando toca y, sobre la bocina de la fase regular, demuestra que aspira a todo.
En un pésimo tercer cuarto (32-17), el Barça enterró sus opciones en el primer partido de la serie de cuartos, donde fue muy inferior ante un Mónaco muy físico y que dominó todos los registros. Los locales, con Mike James y Daniel Theis (22 puntos cada uno), y Elie Okobo (19) llevaron el partido a su terreno ante un equipo azulgrana con muchas dudas y muy errático. [Narración y estadísticas (97-80)]
Fue el equipo de Joan Peñarroya quien dominó de inicio. Con una gran aportación de Yousssoupha Fall en la pintura y los puntos de Kevin Punter, los azulgrana se tomaron una ventaja (8-14) en los primeros cuatro minutos, pero la reacción llegó con Theis y los triples de James (16-18). En la parte final del primer cuarto, los azulgrana volvieron a dar otro estirón, ahora con Jan Vesely y un renacido Álex Abrines (21-25).
Si el Barça parecía tener controlado el juego del perímetro de Vassilis Spanoulis y dominada la pintura, en la salida del segundo cuarto, la defensa de los monegascos fue superior y los catalanes se colapsaron en ataque. Tanto que sólo anotaron dos tiros libres en los primeros seis minutos, con un gran Elie Okobo (11 puntos al descanso). Mientras un parcial 20-2 puso la máxima diferencia para el Mónaco (41-27, min. 15).
Del 44-45 al 76-59
Pero Fall volvió a hacerse aun más grande en la pintura y con nueve puntos y nueve rebotes en 11 minutos, ayudó a su equipo a ir recortando. También apareció una mejora defensiva, la aportación de Punter (11 puntos al descanso) y de Darío Brizuela y en cinco minutos, cuando el Barça pudo correr, prácticamente devolvió el parcial (3-15).
Para aspirar a la victoria, Peñarroya necesitaba más elementos en la ecuación, a la espera de que aparecieran en escena más efectivos, como Jabari Parker. Pero no fue así y en el tercer cuarto, el Barça lo echó todo por tierra. Del 44-45 tras una canasta de Brizuela se pasó al 58-47 tras un parcial 14-2. A la hora de la verdad, entre Theis y James acabaron con las opciones visitantes, que se fueron al tercer descanso con una ventaja insuperable (76-59).
En los últimos 10 minutos, el partido se enredó. Tomas Satoransky fue descalificado con una antideportiva y una técnica y el ritmo siempre fue el que impuso el equipo de Spanoulis, que llegó a ganar por 19 puntos, una diferencia que se mantuvo hasta el 97-80 final.
El escenario, tan insólito, podría ser el siguiente. Cuando en unas semanas Sergio Scariolo anuncie la convocatoria de la selección absoluta para el próximo Eurobasket y, además, añada los nombres de la novedosa España B que la escoltará en su camino, pensando en futuro, se producirá el siguiente fenómeno: los sueldos de muchos de los jugadores del segundo combinando, más jóvenes ellos, serán superiores a la de la mayoría de los del primero. «Quitando a Santi Aldama (seis millones de dólares el próximo curso en los Grizzlies) y a los hermanos Hernangómez, los tres siguientes mayores salarios de jugadores españoles están en la NCAA», explican expertos en el mercado. La «revolución total».
Aday Mara, Baba Miller, Álvaro Folgueiras o Great Osobor ganan más que Llull, Garuba, Abalde o Brizuela. Por ejemplo. El mayor ladrón de talento del baloncesto nacional está al otro lado del charco y no es la NBA. Desde que en el verano de 2021 la liga universitaria se desprendiera de complejos y empezar a pagar a los jugadores a través del artilugio que denominó NIL (Name, image and likeness), el éxodo ha sido masivo. «Ocho de los 10 mayores proyectos de estrella del baloncesto español están formándose fuera». Ha dejado de ser una competición amateur: no pueden pagar a sus estrellas por sus logros deportivos, pero sí, por ejemplo, por su presencia en redes sociales o por participar en campañas publicitarias.
Lo que antes era rareza es ahora norma. Y al revés. Expoliados han sido Madrid y Barça, en cuyas oficinas empieza a plantearse aquello de para qué sirven sus canteras. Sergio de Larrea, campeón del mundo júnior en 2023 e inmerso a sus 19 años en los planes de Pedro Martínez en el Valencia que disputará la final de ACB, es excepción. «Seguramente ganaría más dinero en otra parte. Pero han cuidado de él y le están dando minutos... Cada decisión es un mundo», exponía hace unas semanas Juancho Hernangómez. El madridista Hugo González también entra en ese grupo, aunque el próximo draft de la NBA escribirá su futuro.
Este verano el fenómeno ha dado otra vuelta de tuerca. Es tal el músculo económico de las universidades americanas, que hasta jugadores que ya han se han asentado en ACB (o están en ello) han decidido dar el salto. Ahí están los casos de Rubén Domínguez (del Bilbao Basket a Texas A&M) o Mario Saint-Supéry (de estar cedido por Unicaja en Manresa a estar eligiendo destino en la NCAA) quien incluso abonará su cláusula de salida, en torno al medio millón de euros. También no españoles, claro. El belga De Ridder, también de Bilbao, dará el salto con casi 24 años. «Es una mezcla de todo. Lo más importante es lo económico, claro. En algunos casos es dinero que nunca van a ganar en Europa. Son salarios a los que en España sólo tiene acceso el Madrid y el Barcelona, oportunidades que no se pueden dejar pasar», explica Guillermo Bermejo, Director Europeo de la agencia You First, que desgrana un fenómeno «imparable».
Raúl Villar, con el Barça.ACB Photo
«Desde el momento en que se aprueba el NIL... El verano pasado ya se empiezan a pagar unas cantidades bastante altas. Y este año ha explotado completamente. Ante el anuncio de las normas que van a regular las cantidades pagar, tras el juicio que se está llevando a cabo, se han gastado el dinero. Va a seguir siendo un mercado que para chavales de 18 ó 19 años no existía antes y se van a seguir pagando grandes cantidades, pero seguramente no al nivel de este verano", explica, añadiendo los otros dos factores. "Por otro lado, la NCAA ha bajado la mano con los criterios de amateurismo. Antes, un jugador que hubiera cobrado de un club, era imposible. Ahora hay ciertos mecanismos que permiten eso", sigue. "Quizá la parte más compleja sea la académica. Lo que no quieren es que vayan jugadores con notas cuestionables o que no hayan aprobado el Bachillerato. Eso lo miran con lupa".
Los casos son incontables. Dame Sarr dejó tirado al Barça en plenos playoffs de la Euroliga para jugar Nike Hoop Summit, un torneo de exhibición. Lo que para cualquiera parecería una locura, tiene una argumentación. El italiano cobrará casi tres millones la próxima temporada en Duke. Del Barça también salta Raúl Villar (a Charlotte) o Mathieu Grujicic (a Ohio State), como el año pasado lo hizo Kasparas Jakucionis hacia Illinois. El éxodo en el Madrid es insólito: Gildas Giménez (Bella Vista CIA) y Sidi Gueye (Arizona) se unen a los que ya se fueron (Egor Demin, Ismaila Diagné, Jan Vide...). Juanma Ruiz, Guillermo del Pino, Lucas Marí, Ian Plattweuw... La lista es interminable.
Saint-Supéry, defendido por Huertas.ACB Photo
Una huida que no tiene por qué ser negativa, porque el panorama en España lleva siendo años desolador para el interés de los canteranos. "Esta temporada el número de jugadores seleccionables en ACB ha sido del 23%, un descenso paulatino cada año", protesta Alfonso Reyes, presidente de la ABP (sindicato de jugadores), que recuerda que los equipos españoles han estado años "esquilmando canteras de Europa y África" y ahora ven cómo el fenómeno se les vuelve en contra. Y que ve con buenos ojos, aunque "llega tarde y sin contar con la ABP", la liga sub 22 que este miércoles anunciarán la FEB y la ACB (con el respaldo económico, unos cinco millones de euros, del CSD) y en la que los equipos que participen (aún por confirmar) deben tener al menos seis jugadores seleccionables.
El caso es que la peregrinación es la comidilla del baloncesto europeo desde hace tiempo. Hace unos días, Juancho Hernangómez razonaba en Piratas del Basket: "Es una puerta que años antes no había y me parece una gran oportunidad. Si los chavales universitarios en cuatro años pueden ayudar a su familia y, por así decirlo, tener la vida hecha, ¿por qué no? ¿Cómo vas a decirle a un chaval de 19 o 20 años que no coja un millón y medio o dos millones?". "¿Quién les va a prometer minutos en ACB? Dime cuántos chavales están jugando en ACB", se quejaba. "Si se van a la NCAA, qué jugadores de 22-23 años va a haber aquí dentro de cuatro años. A qué se va a jugar, si la media de los equipos va a ser de 32 y 33 años. Me preocupa eso", exponía Ibon Navarro.
La FIBA ha intentado reaccionar, temiendo también por sus ventanas de clasificación en mitad de temporada, puesto que los chicos de la NCAA no iban a tener el permiso. "Las universidades están cada día más cerca de ser entidades comerciales, clubes profesionales, y eso desafía nuestro ecosistema", reconocía Andreas Zagklis, secretario general, que avisó: "No podemos quedarnos de brazos cruzados, ni podemos permanecer como meros observadores".