En la actual estructura de la Federación, en los despachos cercanos al poder, sobrevive un grupo de personas que ha hecho de eso, de la supervivencia, su razón de ser. Muchas de esas personas llegaron de la mano de Luis Rubiales, pero cuando Rubiales les bajó el pulgar y les desterró antes de irse, fueron discretas. Y cuando Rubiales cayó, se movieron en las zonas oscuras de Las Rozas lo suficientemente bien como para convertirse en manos derechas de Pedro Rocha. Y ahora que ha caído Rocha, son quienes están detrás de Rafael Louzán, el presidente de la territorial gallega, condenado a siete años de inhabilitación para cargo público por prevaricar cuando era presidente de la Diputación de Pontevedra y que, sin embargo, ha tratado estos días, a voces incluso delante de sus interlocutores, de ser el heredero que la familia de los presidentes de las territoriales nombrase para ocupar el trono de la Federación.
Y puede conseguirlo, pero en contra de lo deseado (por él y por esas personas que le asesoran) deberá enfrentarse en unas elecciones, el próximo día 16, a otro presidente de una federación territorial.
Paréntesis: podrá presentarse si el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) no se lo impide al estudiar las denuncias que va a recibir de Miguel Galán, presidente de CENAFE, y quizá del propio Gobierno a través del CSD. Fin del paréntesis.
Sin el apoyo de las territoriales
Louzán, consciente de que la aventura le puede durar poco por sus antecedentes, se alió durante el fin de semana con Sergio Merchán, el presidente de la extremeña. Entre ambos, según sus propias fuentes, presentaron 82 avales. Otras fuentes rebajaban esa cifra a 70. En todo caso, presentaron avales con la suficiente holgura como para ser considerados, a falta de la confirmación oficial, que llegará hoy, candidatos, y con el apoyo de varias federaciones, la más visible, la catalana. La sorpresa fue cuando Salvador Gomar, el presidente de la federación valenciana, acudió también a la Ciudad del Fútbol ayer tarde con 26 avales (cinco más que los 21 exigidos, que son el 15% de los 142 asambleístas). Los outsiders, Juanma Morales y Gerardo González Otero, no llegaron al mínimo exigido.
Es decir, Louzán no cuenta, como se filtró desde la Federación a finales de la semana pasada, con el apoyo unánime de las territoriales. De hecho, nunca lo tuvo. El miércoles pasado, delante de todos, trató, a voces, de convencer a sus compañeros de que era la única opción. Sin embargo, no todos lo veían así. Salvador Gomar era uno de estos últimos. A propuesta del propio Gomar, se vieron cara a cara al día siguiente, el jueves, en un restaurante de Madrid.
«todos tenemos mochilas»
A esa reunión acudió Louzán acompañado por dos desconocidos, y le dijo a Gomar que iba a tener un centenar de avales, que es el hombre de consenso y que LaLiga le apoya. También le echa en cara varias cosas a Salvador Gomar. Lo primero, la carta «contra Rocha» que el pasado febrero, Gomar envió a Fernando Molinero, el director general del CSD, ante las dudas sobre cómo debía ser el proceso electoral. Y después, algo muy parecido a las amenazas.
A Louzán, sus detractores le acusan de llevar la «mochila» de una posible confirmación de condena por prevaricación por parte del Tribunal Supremo (que decidirá el día 5 de febrero). «Tú me hablas de mochila, pero todos tenemos mochilas», le dijo a Gomar. Primero le habló de una denuncia, archivada provisionalmente, de una trabajadora de la Federación de Fútbol de la Comunidad Valenciana (FFCV) por acoso laboral. La trabajadora, de baja, demandó a la institución y a Gomar como máximo responsable. También le habló de un «dossier personal» con asuntos familiares sin ninguna trascendencia pública. Saber que su rival iba a usar esa guerra sucia hizo a Gomar plantearse si merecía la pena, y de hecho, anunció en un chat de todos los barones que se retiraba de la pelea.
Sin embargo, al día siguiente, viernes, otros presidentes y asambleístas le hicieron ver que había que plantar cara. Y, pese a las amenazas, Gomar se ha pasado el fin de semana recabando apoyos. Tiene ese apoyo, explítico o implícito, de Pablo Lozano, el presidente de la andaluza, que poco más o menos es lo mismo que tener el del Gobierno. Tiene también los de la federación balear y de Castilla la Mancha. También cuenta con un aval ciertamente significativo: el del Villarreal. Louzán presume del apoyo de LaLiga, pero que Gomar tenga al equipo de Fernando Roig, hombre muy cercano a Javier Tebas, indica que quizá LaLiga esté jugando con dos barajas.