La Guardia Civil ha concluido el informe que le pidió el juzgado que investiga el ‘caso Negreira’ y establece que bajo la dirección de Victoriano Sánchez Arminio y de su mano derecha José María Enríquez Negreira, el Comité Técnico de Árbitros (CTA) t
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Había incertidumbre, había devoción, había miedo, había pasión, había mucha, muchísima emoción. Volvió Rafa Nadal a jugar al tenis y volvió en casa, en la pista donde creció y ante el público que aún lo recuerda de niño. En el Real Club de Tenis de Barcelona nunca se vivió un partido así. El lleno en las gradas superó cualquier final -había aficionados sentados en los pasillos, en los vomitorios, en cualquier sitio-, pero también el sentimiento. Aquí Nadal ganó 12 títulos y la electricidad siempre fue otra. Esta vez todo era un misterio: su tenis, su físico, su mentalidad. ¿Y si era su último partido?
"Pensaba que nunca volvería a verle jugar", comentaba una fan a centímetros de otra porque este martes donde había dos sillas cabían tres personas. Sólo en el segundo set, cuando su victoria en primera ronda del Conde de Godó ante el italiano Flavio Cobolli -6-2 y 6-3- ya era un hecho, la afición pudo resoplar y celebrar con él algún golpe, algún punto. Hasta entonces, todo el mundo vivió entre la emotividad de su regreso y el pavor a su despedida. Incluso el propio Nadal.
Su regreso fue exitoso en el resultado, pero apenas le permitió extraer conclusiones para los días que vendrán. Si el ganador de 22 Grand Slam está listo o no para competir con los mejores sigue siendo una incógnita. Más allá de los nervios del principio -con una doble falta en el primer punto, cosa rara-, Nadal estuvo algo lento y le faltó peligro con la derecha, es decir, Nadal no fue Nadal. Si brilló fue con el revés, una buena noticia, eso sí. En realidad tampoco fue culpa suya. La atmósfera en Barcelona asustó a Cobolli que, a sus 21 años, ante el mito, no supo jugar.
PAU BARRENAAFP
Basta decir que cometió 41 errores no forzados, una barbaridad. Basta decir que no llegó al 50% de primeros servicios. Para su primer partido, Nadal seguramente hubiera preferido un rival más hecho, que le activara las piernas después de tanto tiempo parado y que le exigiera más peso en sus golpes, pero Cobolli fue lo que fue. Posiblemente en segunda ronda del torneo, este miércoles no antes de las 16.00 horas ante Alex de Miñaur, el español encontrará más exigencia, lo que necesita.
Media hora de fotos
"Rafa, Rafa, Rafa", se escuchó en todo el club desde que llegó hasta que se fue. Más aclamado que nunca, perseguido por los pasillos por centenares de niños y aclamado en cada rincón del recinto de Pedralbes, Nadal mostró dos caras muy distintas. Antes del partido, al salir de los vestuarios y dirigirse a su pista, se le notaba tenso, muy tenso, con una leve sonrisa como única respuesta a la afición que le ovacionaba. Después del partido, en cambio, se entregó a los suyos.
En otras ediciones hubiera firmado unos cuantos autógrafos y se hubiera marchado a la ducha para prepararse para mañana, más teniendo en cuenta que este martes es día de Champions, pasión entre sus pasiones. Esta vez no. Pese a que su recuperación posiblemente se alargó hasta la noche, tardó más de media hora en llegar a la casa club, atendiendo a peticiones de fotos y de pelotas firmadas. "Eres mi ídolo desde pequeño", le gritaba al máximo volumen un adolescente por los pasillos y Nadal le miraba y se reía.
Al acabar el encuentro estaba feliz por el triunfo, pero más por haber vuelto a competir. De hecho, ante la prensa estuvo más elocuente que nunca. Ni una respuesta de trámite, ni un tópico. "Después de tanto tiempo parado no se me van a quitar las dudas en un día, sobre todo a nivel físico, tengo que jugar más", comentó y reconoció que había sacado con mucha precaución: "Tengo mucha ilusión, pero no puedo hacer cosas que salgan de la lógica. No voy a sacar como un loco, tengo que ir con cuidado".
Ante los micrófonos, antes de abandonar el Real Club de Tenis de Barcelona, Nadal admitió que el partido había estado marcado por el nivel de su rival y que los próximos encuentros serán distintos. "Yo he hecho lo que podía hacer, lo lógico, no he cometido errores de bulto. Él [en referencia a Cobolli] ha cometido más fallo, ha sido una buena primera ronda", comentó y añadió: "No sé cómo afronto el partido ante De Miñaur. Ni me lo he planteado. Voy día a día. Para mí mi cuerpo es una selva, no sé que me encontraré mañana. No sé si voy a poder mantener el ritmo".
Una audiencia potencial de 650 millones de personas pudo observar cómo en el minuto 28 un córner rematado por Lamine Yamal terminaba en un gol fantasma en la portería del Real Madrid. Lunin terminaría echando el balón de nuevo a saque de esquina. Se tardó unos dos minutos en que se reanudase el juego, en uno de los mejores partidos que se pueden ver en el mundo del fútbol actualmente.
Los jugadores reclamaban en uno u otro sentido al árbitro del encuentro, César Soto Grado, y Gündogan le pedía que se mirase el reloj para comprobar si el balón había entrado o no. No sabía el germano ex del Manchester City, que en España, al contrario que en Inglaterra, no hay tecnología de gol. Así que la jugada debería determinarla el VAR. El videoarbitraje fue incapaz de concluir que el balón había traspasado la línea por completo así que el gol no subió al marcador.
Lo llamativo es que Canal + Francia y Bein Sports aplicaron la tecnología 3D a las tomas de cámara de las que disponía la retransmisión, había 36 para todo el encuentro, y determinaron que el balón no había traspasado la raya por completo.
Pese a las quejas posteriores en rueda de prensa de Xavi Hernández, entrenador del Barcelona, y el portero, Ter Stegen, en las que manifestaban que era "una vergüenza" que no hubiera tecnología de gol en España; Javier Tebas, presidente de LaLiga, no se quedaba callado.
En un post en X, el mandatario escribía: "Sin comentarios..." y adjuntaba una serie de capturas de pantalla en las que se evidenciaban errores de la tecnología de gol o Hawk Eye, la más reciente de hace dos años. En la última, además, recogía un titular en el que se apuntaba que Francia había suspendido el uso de esta tecnología.
Lo cierto es que en las competiciones organizadas por UEFA y en Alemania, Francia, Reino Unido e Italia cuentan con esta herramienta que, como el VAR, ha tenido errores, algunos recogidos en el post del presidente de LaLiga. Hawkeye Innovations, la principal compañía que opera este sistema, pidió disculpas por uno grosero que ocurrió en un partido de la Premier en 2021 y explicó que era la primera vez que ocurría algo así en más de 9.000 partidos de uso.
La implementación de este sistema se cuantifica, aproximadamente, en unos cuatro millones de euros. Javier Tebas explicó en una entrevista en Movistar a principios de temporada: "No es un tema económico lo de la tecnología de gol, es un tema de uso. En una temporada hay cuatro o cinco jugadas de este tipo". Y también apuntó que el VAR soluciona el "el 99%" de los casos a este respecto y que no tienen previsto instaurar una tecnología que no es "fiable al 100%".
Esta negativa de la competición de fútbol profesional se mantiene desde 2017. Un año después llegaría el videoarbitraje a nuestra liga y LaLiga consideró suficiente instalar dos cámaras fijas en la grada a la altura de la línea de gol para determinar si el balón traspasa la línea o no y ayudar en los chequeos de la mayor parte de jugadas de área así como en el trazado de líneas de fuera de juego cuyo posicionamiento parta del punto de penalti hacia la línea de meta.
El Var es "fiable"
Desde el estamento arbitral creen que estas cámaras son "fiables", siempre que el portero o un jugador no se interpongan en su tiro visual como hizo ayer Lunin. Estas circunstancias se han producido en torno a media docena de ocasiones a lo largo de seis temporadas, el equivalente a 4.500 partidos.
De hecho, éstas intervinieron en otro gol polémico en la misma jornada, en el Getafe - Real Sociedad. El videoarbitraje determinó que el primer remate de Óscar, jugador azulón, había traspasado la línea, aunque luego la jugada continuó y fue Latasa quien perforó la meta defendida por Remiro.
España sólo ha contado en una ocasión con la tecnología de gol. Fue en la primera Supercopa jugada en Arabia jugada en 2020 en Arabia Saudí. En esta edición, la primera vez que contó con cuatro equipos en su fase final, no hizo falta recurrir a la tecnología de gol. El Real Madrid fue el campeón de ese torneo en los penaltis ante el Atlético de Madrid.