Después de varios meses de espera y negociaciones, Carlos Sainz despejó al fin su futuro en la Fórmula 1. El piloto madrileño ha firmado un contrato multianual con Williams, un proyecto liderado por James Vowles donde compartirá garaje con Alex Albon. La escudería británica, con nueve títulos mundiales, ocupa actualmente el penúltimo puesto en el Mundial de Constructores, con sólo cuatro puntos tras 14 carreras.
"No es ningún secreto que el mercado ha sido excepcionalmente complejo por varias razones y que me ha llevado algún tiempo anunciar mi decisión. Sin embargo, tengo plena confianza en que Williams es el lugar adecuado para continuar mi viaje en la F1 y estoy extremadamente orgulloso de unirme a un equipo tan histórico y exitoso, donde pilotaron muchos de mis héroes de la infancia y dejaron su huella en nuestro deporte", aseguró Sainz tras confirmarse su nuevo destino.
Después de cuatro temporadas en Ferrari, Sainz iniciará un nuevo periplo en un equipo donde brillaron campeones como Keke Rosberg, Alain Prost o Nigel Mansell, pero que no logra una victoria desde 2012. El objetivo de Sainz pasa por liderar la reconstrucción a partir de 2026, cuando entre en vigor la nueva reglamentación, tanto a nivel aerodinámico como en las unidades de potencia.
Mercedes y Dorilton
Tras semanas de conversaciones, Sainz se ha decantado por la escudería de Grove, que ganó por la mano a otros rivales como Sauber -convertida en Audi en 2026- o Alpine. Uno de los puntos fuertes de Williams ha sido la flexibilidad a la hora de tender su contrato. De hecho, una de las opciones que podría barajar el madrileño sería quedar liberado en 2026 si otro equipo puntero deja vacante alguno de sus asientos.
Williams no es un equipo de fábrica, sino que utiliza el motor, las suspensiones y la caja de cambios suministradas por Mercedes. Su supervivencia económica se aseguró en 2020 gracias a Dorilton Capital, un grupo de inversión estadounidense que puso sobre la mesa 180 millones de dólares. El apoyo de Dorilton parece asegurado para el futuro, tal y como volvió a confirmar Vowles hoy mismo. No obstante, la debilidad de Williams en cuanto a instalaciones y material ya ha quedado patente esta misma temporada, cuando Albon ni siquiera pudo tomar la salida en el GP de Australia al no encontrar un chasis de repuesto.
A los 29 años, Sainz prosigue su andadura por algunos de los garajes con más solera del Gran Circo, donde llegó en 2015 de la mano de Toro Rosso. Tras dos etapas en Renault (2017-18) y McLaren (2019-20), inició un notable periplo en Ferrari donde ha sumado tres victorias y 21 podios, poniendo contra las cuerdas a Charles Leclerc, el favorito de la gente de Maranello.
"Feroz motivación"
Esa regularidad de Sainz le había convertido en una de las piezas más cotizadas del mercado, aunque sus posibilidades de conducir un coche ganador quedaron muy limitadas cuando Mercedes apostó por el joven Andrea Kimi Antonelli y Red Bull renovó a Sergio Pérez. De las opciones disponibles, Williams se antoja la mejor a largo plazo. De momento, el próximo invierno, los ingenieros de Williams deberán adelgazar su monoplaza, que este año parecía contar con 10 kg por encima del límite, lo que le hacía perder unas cuatro décimas por vuelta.
El aterrizaje de Carlos, que seguirá luciendo el dorsal 55, supone un éxito para el proyecto de Vowles. "Su llegada subraya la trayectoria ascendente en la que nos encontramos. Carlos no sólo aporta experiencia y rendimiento, sino también una feroz motivación para extraer cada milésima de segundo del coche", valoró el ejecutivo, uno de los grandes responsables del periodo triunfal de Lewis Hamilton en Mercedes.
Una década después
Desde su estreno en el Mundial, en el GP de España de 1976, Sir Frank Williams acertó a construir un equipo capaz de desafiar a Ferrari, McLaren o Renault hasta convertirse en la referencia durante la década de los 90, cuando conquistó cuatro títulos con Nigel Mansell (1992), Alain Prost (1993), Damon Hill (1996) y Jacques Villeneuve (1997). La cuesta abajo posterior sólo encontró cierto alivio en 2014, cuando Felipe Massa y Valtteri Bottas enlazaron nueve podios para elevar al equipo al tercer puesto del Mundial. Al año siguiente, el brasileño y el finlandés subieron otras cuatro veces al podio.