La felicidad de Alcaraz en Australia: nigiris crujientes de salmón, su hermano de sparring y unos malabares complicadísimos

La felicidad de Alcaraz en Australia: nigiris crujientes de salmón, su hermano de sparring y unos malabares complicadísimos

Cuando Carlos Alcaraz llegó a Melbourne el domingo 7 de enero para preparar el Open de Australia descubrió una agradable sorpresa. Su restaurante favorito de Londres, el español Cambio de Tercio, allí donde celebró sus victorias en Queen’s y Wimbledon el año pasado, contaba con dos puestos en el Melbourne Park: uno en el exterior del recinto, para aficionados, donde ofrecen perritos de chistorra con salsa picante, y otros en el interior, para tenistas y entrenadores.

Sin tener que contratar a un chef personal, sin ni tan siquiera planificarlo -el director del torneo, Craig Tiley, es otro enamorado de Cambio de Tercio-, Alcaraz puede disfrutar de sus platos favoritos durante el Grand Slam. Antes o después de los partidos le ofrecen gazpacho, tacos de pasta wonton rellenos de ensaladilla rusa, croquetas de jamón rebozadas con panko o su tapa preferida del lugar, el nigiri crujiente de salmón con soja dulce y chipotle picante. «He comido allí todos los días», confesaba ayer sin tapujos. Un goce en la otra punta del mundo que solamente es un detalle más, uno más. Porque en Australia, donde ya está en octavos de final después de ganar este sábado al chino Juncheng Shang por 6-1, 6-1 y 1-0 en apenas una hora, Alcaraz está cómodo, muy cómodo.

En 2007, Roger Federer, seis veces campeón en el lugar, bautizó el primer Grand Slam del año como el Happy Slam y es que son muchas las facilidades con las que cuentan los protagonistas allí. Más allá de entregar el cheque más grande al campeón -3,1 millones de dólares-, el grande australiano ofrece a todos los tenistas un completo spa para la recuperación post-partido, un comedor-restaurante a cargo del chef Markus Werner, una peluquería, servicio de lavandería y, entre otras cosas, vehículos particulares para todos los desplazamientos.

Alcaraz, que descansa en el hotel Crown Towers, un lujoso cinco estrellas a orillas del río Yerra, apenas tarda 10 minutos de su habitación a las pistas de entrenamiento o los vestuarios del mismísimo Rod Laver Arena. Además, pese a la ausencia de su entrenador principal, Juan Carlos Ferrero, por su reciente operación en la rodilla izquierda, el español puede disfrutar del confort de la competición junto a todo su equipo, que duerme en habitaciones contiguas y que año a año se va asentado.

La relación con su hermano Álvaro

Estos días le acompañan el entrenador Samuel López, que fue técnico de Pablo Carreño y trabaja desde años en la Ferrero Tennis Academy; su representante Albert Molina; su fisioterapeuta Juanjo Moreno; y su hermano mayor Álvaro, de 24 años, el último en la primera fila de su palco, con quien mantiene una relación especial. La pasada temporada ya le ayudó en numerosos momentos, pero ésta será un fijo por su doble función de sparring y apoyo. No en vano Álvaro también albergó el sueño de ser profesional y llegó a jugar un Campeonato de España por clubes con el Murcia Club de Tenis -se enfrentó incluso a Alejandro Davidovich-. No en vano Álvaro era el compañero de habitación del hoy número dos del ranking mundial, uno arriba y otro abajo en la litera, uno del Real Madrid y el otro, del Barça.

«Nuestra relación ha ido mejorando. Antes siempre nos peleábamos, típico de hermanos ¿no? Ahora lo tengo ahí conmigo, está cogiendo un rol dentro del equipo y es un placer. Poder compartir todas estas cosas con mi hermano es increíble. Recuerdo la primera vez que le gané: yo tenía 15 años y era el torneo de Postres Reina en mi club», comentó Alcaraz esta semana sobre la persona que le acompaña en todos los entrenamientos y a quien se dirige en muchos puntos durante los partidos. Pese a su experiencia creciente, el español sigue en constante comunicación con los suyos durante los partidos, buscando esa celebración conjunta, ese apoyo grupal.

El equipo de Alcaraz, esta semana.JAMES ROSSEFE

Al final y al cabo, muchos de los presentes son casi tan de su familia como su hermano Álvaro o su padre Carlos, también presente en Melbourne. Con el fisioterapeuta, Moreno, por ejemplo, ha establecido una unión muy estrecha a base de unos larguísimos calentamientos antes de los partidos. Con algunos ejercicios curiosos ambos han creado una rutina que ya es fija y durará muchos años. Antes de los encuentros hacen estiramientos dinámicos y trabajan con gomas, algo habitual, pero también realizan varios juegos con pelotas e incluso unos malabares complicadísimos a cuatro manos.

Luego Alcaraz se toma un gel, se coloca un rato sus auriculares -siempre escucha Eye of the Tiger y Hearts on fire, es decir, la Banda Sonora Original de Rocky- y ya está listo para saltar a la pista. Si acaso, si el partido previo se alarga, regresa al gimnasio para subirse a la bicicleta estática y no coger frío, algo sorprendentemente fácil estos días en Melbourne.

Frío y la visita al Zoo

Al contrario que otros años, cuando las altas temperaturas achicharron a los jugadores, la primera semana de este Open de Australia ha sido muy cambiante, incluso fresca y con lluvia. En el partido de segunda ronda de Alcaraz ante el italiano Lorenzo Sonego, por ejemplo, todos los aficionados acabaron poniéndose una chaqueta y el propio jugador admitió que el viento frío le había molestado. El look que le preparó Nike para el torneo ha resultado un éxito, con su camiseta sin mangas y sus colores pastel, pero está hecho para el calor, no admite entretiempos.

«El clima está siendo un poco complicado aquí, cuesta acostumbrarse. He jugado con viento, con frío, bajo techo… qué se le va a hacer. Al final nos afecta a todos y todos debemos adaptarnos. Yo creo que últimamente me adapto bien e intento ser duro en estas circunstancias», analizó Alcaraz que, según explican, está muy metido en el torneo, viendo muchos partidos en sus ratos de descanso.

Como ocurre con otros aspectos de su vida, como la puntualidad o el orden, el número dos del ranking ATP está profundizando en su profesionalidad a base de estudio y más estudio del circuito. De hecho, sólo el sábado 13, antes de su debut en el torneo ante Richard Gasquet, se concedió una mañana realmente libre para hacer algo de turismo por Melbourne y visitar junto a su equipo el zoo de la ciudad, donde pudo ver de cerca koalas, canguros y el resto de animales de la fauna autóctona. Luego, por la tarde, a su regreso al Melbourne Park, coincidió con André Agassi, que bromeó sobre la altura de su golpeo, le prometió que estaría en el partido de exhibición contra Rafa Nadal que tendrá lugar en Las Vegas el 3 de marzo y le deseó suerte para el Grand Slam. De momento, quien fuera número uno es talismán: suerte no le ha faltado.

El rival en octavos

Por primera vez en su carrera, Alcaraz encara la segunda semana del Open de Australia con todas las opciones abiertas. De momento en el torneo ha habido pocas sorpresas -siguen adelante Djokovic, Sinner, Rublev, Tsitsipas…-, pero lo importante es su propio camino. En octavos de final se enfrentará al serbio Miomir Kecmanovic, con quien comparte una historia escasa. Sólo se han medido una vez, en 2022, en cuartos de final del Masters 1000 de Miami, y la victoria fue para el español en tres sets crudos. Kecmanovic, que ganó la Orange Bowl de 2015 a Stefanos Tsitsipas y apuntaba a referente de esa generación, es un tenista con muchos recursos desde el fondo de la pista, pero bastante irregular, depende demasiado de su ánimo para obtener resultados. En el presente Open de Australia ha sorprendido y ésa es una virtud y, al mismo tiempo, una desventaja.

Mientras Alcaraz suma siete horas de juego, sólo ha cedido un set -ante Sonego- y llega de un encuentro ante Shang de mínima exigencia, Kecmanovic acumula ya 10 horas sobre el cemento australiano y viene de un duelo extenuante con Tommy Paul. Como le ocurrió en su partido anterior ante Jan-Lennard Struff, para clasificarse para octavos de final, el serbio tuvo que llegar al quinto set (6-4, 3-6, 2-6, 7-6(7) y 6-0) y en las próximas horas su recuperación será fundamental. Todo le sonríe a Alcaraz, que está cómodo, muy cómodo, en el Open de Australia o, como dijo Federer, el Happy Slam.

kpd