Con los dueños de la Fórmula 1 como inversores y patrocinadores como Google, la Drone Racing League llena estadios de la NBA, se emite por el primer canal de la NBC y vende su propio merchandising. “Empecé porque me gustaba la fotografía”, explica Espuña, único español.
Un español compite en el LoanDepot Park de Miami, un estadio con capacidad para 36.000 aficionados. Su actuación se pudo ver ayer por el primer canal de la NBC antes del Saturday Night Live. Y la camiseta oficial con su apodo en la espalda se compra por 44,95 euros, con envío a cualquier parte del mundo. ¿A qué se dedica? No es jugador de béisbol, ni de baloncesto, ni de fútbol americano, ni de hockey hielo. No es un boxeador, ni un futbolista, ni un tenista, ni un luchador de MMA. Es uno de los mejores del mundo en un deporte que no existía hace 20 años, ni 15, ni tan siquiera 10: es un piloto de drones. Es Marc Espuña, apodado Singu, el único español en la Drone Racing League (DRL), la Fórmula 1 de estos aparatos que en poco tiempo ha alcanzado audiencias increíbles: la última temporada fue vista por 20 millones de espectadores. Sí, sí, 20 millones de espectadores.
«La DRL nació hace siete años y al principio era una competición pequeña, muy pequeña, pero entre el año pasado y este año se ha convertido en algo realmente serio», comenta Espuña horas después de que se emitieran en diferido en televisión, Youtube y varias plataformas más las Finales grabadas días atrás en Miami. Entre los 12 clasificados, seis por semifinal, se clasificaban tres para la gran final y él terminó cuarto en su ronda, es decir, se quedó a las puertas de lo máximo. Nada grave. «Para mí, de momento, es sólo un entretenimiento. Me cubren los viajes y los gastos, pero no recibo un sueldo», explica el piloto, aunque los viajes ya de por sí tienen valor. De momento centrada en Estados Unidos, la DRL ha pasado este curso por el estadio de la San Jose Earthquakes de la MLS o por el pabellón de los Memphis Grizzlies de la NBA.
- ¿Cómo llegaste a un fenómeno de este calibre?
- Empecé por pura curiosidad. Me gustaba la fotografía, hace cinco años hice un curso para pilotar drones y uno de los instructores me habló de este tipo de carreras. Hasta entonces no sabía nada de nada. Pero me enganché rapidísimo. Tenía un Mavic [uno de los mejores drones para fotografía] y apenas lo usaba. Soy de Barcelona y siempre que podía iba a Sabadell, a entrenar a un campo de aeromodelismo. También practicaba mucho en casa con el simulador y un día, en 2019, en una competición gané un pase para la Copa del Mundo en Turquía. Acabé segundo, me dí a conocer y después, con el tiempo, me llamaron de la Drone Racing League.
En una entrevista reciente para el medio AdAge, los creadores de la DRL comentaban que sus aficionados son expertos en tecnología, que muchos conocieron la competición en Tik Tok [tiene 5,4 millones de seguidores, los mismos que la King’s League], que un 70% de ellos no sigue ningún otro deporte y que el reto siempre fue atraer a quienes nunca han volado un dron. Por eso no hace falta saber nada para ver las carreras. De hecho son realmente intuitivas. Sentados en una sala en mitad de la pista, los pilotos comandan drones de colores distintos y los llevan entre obstáculos, subidas y bajadas hasta alcanzar la meta en menos de un minuto.
Es un espectáculo entre la Fórmula 1 y los eSports. Los aparatos vuelan a una velocidad increíble, se chocan entre ellos, se empotran contra los obstáculos… todo iluminado con las luces LED necesarias para provocar un ataque a cualquier mayor de 30 años. «Es bastante chulo de ver. La gente imagen que volamos un dron de fotografía, pero éstos son muy distintos. Los motores son mucho más potentes, la batería es de alta descarga… no hay punto de comparación. Estos drones desafían las leyes de la gravedad, van a 260 km/h, hacen unos giros a 20G, una persona no podría estar dentro”, expone Espuña, que estudia Ingeniería Informática en La Salle y que todavía no tiene claro si el año próximo seguirá en la DRL.
Recién finalizada esta temporada no se sabe cómo seguirá creciendo la competición en la siguiente. Con Liberty Media, la empresa dueña de la Fórmula 1, como inversora y patrocinadores del tamaño de Google, T-Mobile y hasta las Fuerzas Aéreas de Estados Unidos, continuará habiendo macroeventos, pero el negocio del simulador es muy goloso. De hecho algunas carreras de la DRL se disputan desde casa, con gafas de realidad virtual y a través del metaverso, y el videojuego propio, Drone Racing League Simulator, de Epic Games, es un éxito. «No sé hasta dónde llegará la DRL, pero será interesante verlo. En España no tenemos competiciones, espero que lleguen en algún momento», finaliza Espuña, un universitario más en el metro de Barcelona un día cualquiera, de vez en cuando una estrella en un estadio en Estados Unidos.