La Fórmula 1 tiene muchas estrellas, pero no todas están en la pista. Quien haya visto el Gran Premio de España por la tele seguro que tiene un regusto amargo en la boca. Yo no. Es cierto que Carlos Sainz se quedó lejos de lo que a él le hubiese gustado y que el fin de semana de Fernando Alonso fue muy complicado. A pesar de ello, en ningún momento pude ver una banderita roja con el número 55 sin agitar en la grada o un aficionado con camiseta ve
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A seis minutos para la conclusión de la sesión matinal, Fernando Alonso dio la voz de alarma en Aston Martin. "Tenemos que comprobar qué sucede en el coche, porque algo va mal", advirtió por radio. En realidad, el asturiano se había percatado del problema bastante antes, cuando denunció que perdía un par de décimas en cada recta. Algo fallaba en el motor del AMR25, que ya dejó tirado a Alonso hace sólo cinco días en Mónaco.
El pasado domingo, el bicampeón protagonizó un insólito abandono. El primero en el Principado por culpa de una avería desde Valtteri Bottas en 2014. Todo se debió a una bujía, una de las piezas más sencillas y baratas de un monoplaza. Sin embargo, algo seguía marchando mal en el AMR25. "Sólo necesito que el motor vaya normal en las rectas, como en la primera tanda", denunció por la radio.
Esa falta de potencia se hizo sentir, especialmente, en las tandas largas, donde rodó más despacio que el Alpine de Pierre Gasly. Con los neumáticos blandos, no pudo superar los registros de Isack Hadjar y Liam Lawson. A una vuelta, Alonso sí logró salvar la papeleta, marcando el séptimo mejor crono de la tarde, a sólo tres milésimas de Andrea Kimi Antonelli (Mercedes).
Parafina en el alerón
Los problemas, sin embargo, también se hicieron presentes en el monoplaza de Lance Stroll, tan incómodo en la sesión vespertina que decidió cambiar su asiento. El canadiense se quejaba del escaso equilibrio. Todo un quebradero de cabeza en Montmeló, un circuito de puro rendimiento, el mejor escenario para medir a los coches. Por eso, Alonso y Stroll salieron a última hora de la tarde con parafina en el alerón delantero.
Este fin de semana, Aston Martin estrena el ala delantera, acorde a la nueva normativa de la FIA. El objetivo es que esta pieza se adapte al fondo plano estrenado hace dos semanas y que ya dejó muy buenas sensaciones en Imola. Así que lo que no puede permitirse Andy Cowell, CEO del equipo, son más contratiempos con el motor. Pese a su gran vuelta, a sólo 54 centésimas de la cabeza, Alonso no se bajó contento del coche.
El doble ganador en Le Mans ya venía caliente por culpa de un encontronazo con Lewis Hamilton. "Aquí tenemos al héroe del día. Qué bien. Lo bueno es que el fin de semana es muy largo. Incluso el campeonato es muy largo", dijo cuando el heptacampeón le obstaculizó al final de la recta de meta. Otra muestra de su eterno pique con el británico y de su siempre tensa relación con Ferrari. Aunque los favoritos escondieron sus cartas, Hamilton volvió a defraudar con un undécimo puesto.
En Montmeló se suele reservar el mapa de motor más agresivo para la qualy, así que resulta difícil saber cuál es la situación real de Aston Martin. En la sesión matinal fue el tercer equipo con menos mejoró sus cronos respecto a 2024. Mucho más progresó el Williams de Carlos Sainz (1,08 segundos más rápido que el año pasado en la FP2), aunque el madrileño sólo pudo acabar decimocuarto, víctima de las escasas prestaciones del FW47 en las curvas rápidas. Entre los candidatos al triunfo, hubo igualdad en las tandas largas. El más rápido fue Oscar Piastri (1:12.760) con 28 centésimas sobre George Russell y 31 ante Max Verstappen.
Hizo lo que tenía que hacer, optimizando sus virtudes y aireando las carencias de los rivales. En una muestra de poder, Max Verstappen ganó el GP de Japón por delante de Lando Norris y Oscar Piastri, impotentes, aburridos, exhaustos ante el vigente campeón, el primer piloto de la historia con cuatro victorias consecutivas en Suzuka. Sin embargo, romper el anterior registro de Michael Schumacher (2000-2002), no representa esta vez su mayor logro. El mensaje más apremiante de Verstappen a sus rivales va un par de pasos más allá. Si quieren que algún día claudique en este Mundial, si quieren su cabeza, hay que ofrecer mucho más dinero por la recompensa.
Fue una reedición de lo visto el año pasado en Monza, con McLaren enredada en sus diatribas, dudando entre dar prioridad a uno u a otro. "Lando debería irse pronto porque creo que tengo el ritmo para alcanzar a Max", dijo Piastri por radio, a falta de 12 vueltas. Tras una carrera de desgaste, los bólidos papaya seguían a la estela del líder, ataviado con los colores de Honda. Tan cerca y tan lejos. Establecida la igualdad en los neumáticos duros, con 1,5 segundos de margen, Verstappen gobernaba la situación. Sin mayor novedad, vio la bandera a cuadros y asestó un duro golpe en la moral de McLaren.
A casi 14 segundos de la cabeza, sin opción alguna de podio, Charles Leclerc dio el cuarto puesto a Ferrari. Hubo demasiada tierra baldía también en torno a George Russell y Andrea Kimi Antonelli, quinto y sexto con Mercedes. Por no hablar de Fernando Alonso, undécimo, o Carlos Sainz, decimocuarto. Salvo las notas geniales y discordantes de Verstappen, todo en Suzuka discurrió en torno al guion establecido. Y eso nunca es buena noticia para los españoles.
Pánico al 'graining'
Las condiciones de la pista, con esporádicas bolsas de agua, y los 14ºC en el ambiente podían alterar la armonía. O añadir novedades respecto a las dos citas previas en Australia y China. Había que mimar los neumáticos, por pánico a una degradación en forma de graining, y mantenerse alerta ante la hipotética aparición de la lluvia. Era de prever que el pulso estratégico se resolviera a una sola parada. De modo que en el tramo incial, la carrera sólo se animó con un par de persecuciones.
La más vibrante la libraron Pierre Gasly y Alonso, casi en paralelo durante media vuelta. Desde la curva 2, el asturiano acechó al líder de Alpine, hasta completar una espectacular maniobra a la salida de 130R. Después de sus dos ceros previos, la premisa para Alonso era alcanzar la meta, pero quedaba claro que no iba a andarse con miramientos. Tampoco podía quedarse quieto Lewis Hamilton, con el paso cambiado y gomas duras. El heptacampeón se quitó de encima a Isack Hadjar al final de la recta de meta.
En la vuelta 21, McLaren movió primero sus piezas, llamando a Piastri. El australiano se reincorporó noveno, por delante de Alonso, con la idea de plantear la opción de undercut de Norris ante Verstappen. De inmediato, Red Bull reaccionó con el pit-stop para el neerlandés y McLaren quiso calcar el movimiento. Así que allí estaban los dos favoritos rueda con rueda en el pit-lane. Uno de esos instantes que deciden los campeonatos. Verstappen, por supuesto, no cedió un ápice ante el candidato, que antes de forzar el límite optó por pisar la hierba reseca.
Norris, por delante de Piastri, el domingo en Suzuka.AFP
Los comisarios anotaron el incidente y unos minutos después desestimaron cualquier tipo de sanción. El triunfo debería resolverse con las fuerzas de cada cual con los neumáticos duros, pero mientras tanto Antonelli se daba el lujo de liderar varias vueltas con apenas 18 años. La evidencia de que Mercedes, como en el pasado Mundial, multiplica su rendimiento sobre un asfalto en perfectas condiciones y a baja temperatura. Si Hamilton hizo durar los duros 30 vueltas, el italiano aguantó una más con los medios.
El plan de Williams con Sainz
Sainz también tuvo que estirar su relevo, amontonando giros, habituándose a un coche que aún no ve como suyo. Casi de inicio había perdido la decimoquinta plaza ante Nico Hulkenberg, aunque pronto se quitó ese hierro candente con una magnífica maniobra en la horquilla ante el líder de Sauber. Resultaba discutible la estrategia de Williams con el madrileño, que tenía 20 vueltas por delante para llegar a meta con los blandos.
Carlos había intentado ayudar a Albon, taponando a duras penas a Hadjar, pero ahora se veía frente a un plan de muy cortas miras. Ya se había saltado la última chicane, aunque los jueces no considerasen pertinente la investigación, pero a la hora de la verdad, lo más valioso que pudo aportar fue un adelantamiento ante Liam Lawson, utilizando el DRS en la recta principal, y un amago de vuelta rápida, más tarde frustrado por Antonelli (1:30.965).
De igual modo, el domingo debió de hacerse eterno para Alonso, incrustado en la undécima posición. Sin opciones de atrapar al Haas de Oliver Bearman, pero con sobrada firmeza para mantener a raya a Yuki Tsunoda. Ganar dos posiciones, desde la decimocuarta en la parrilla, se antoja una pobre recompensa para el segundo piloto de Red Bull, aunque bien sabemos ya de lo odiosas que resultan ciertas comparaciones.