Guardiola no tiene fin: dirigirá su cuarta final de la Champions y se acerca al triplete con el City

Guardiola no tiene fin: dirigirá su cuarta final de la Champions y se acerca al triplete con el City

Manchester City 4 Real Madrid 0

Actualizado

El técnico reemprende su lucha por el máximo título continental tras los dos conquistados con el Barcelona y al amparo de Messi (2009 y 2011)

Pep Guardiola, técnico del City.Jon SuperAP

«Jugamos con el dolor del año pasado. Lo teníamos en la barriga. Ya lo hemos sacado».

Pep Guardiola, muy emocionado en la noche de Manchester, no podía disimular su felicidad. No lucha contra sí mismo, que ya sería mucho ante los títulos conquistados, ante las cimas estéticas alcanzadas. Lucha contra la historia. Y contra el estigma, pese a que eso ya no sea cosa suya.

Alzó el técnico dos Champions con el mejor Barcelona de siempre (2009 en Roma, 2011 en Wembley). No fue suficiente, porque el fútbol exige que el éxito sea rutinario. Y por mucho que Guardiola trate de proponer ejemplos como los de Michael Jordan en el baloncesto (seis anillos en 16 temporadas) o Jack Nicklaus en el golf (“18 Grandes ganó de más de 130, perdió más que ganó”), los 11 años sin volver a repetir éxito en Europa continuaban acechándole. Si a Messi le reprochaban que su carrera no sería completa sin conquistar un Mundial con la selección albiceleste, a Guardiola le persigue no haber podido volver a la cima continental lejos del astro argentino.

No hubo más que ver cómo Guardiola lanzaba besos a la grada del Etihad, cómo agitaba los brazos, cómo posaba las palmas sobre su cabeza, para entender cuán importante es para él completar la obra. Por mucho que él continuara insistiendo en la víspera que su legado ya había quedado fijado. Y que una eliminación nada hubiera cambiado.

Guardiola, siete años después de su llegada a Manchester, está al frente del que posiblemente sea el mejor equipo del mundo. Una escuadra a la que apenas se le adivinan fisuras y donde ni siquiera ha sido necesario que Haaland batiera a Courtois en toda la eliminatoria. Feroz en la presión, cargado de talento en la línea de tres cuartos, y, ahora sí, sin miedo a llegar a la cima de Europa, Ancelotti se vio desbordado en todas las trampas tácticas dispuestas por su rival.

Afrontará Guardiola su tercera final de la Copa de Europa como entrenador. Hace dos años, en 2021, cayó en Oporto frente al Chelsea de Tuchel (0-1). Esta vez tendrá como rival en Estambul a un Inter que no gana el torneo desde 2010, cuando el portugués José Mourinho, antigua némesis de Guardiola, tomó el triplete con los nerazzurri después de dejar precisamente en la cuneta al de Santpedor en las semifinales de aquella temporada.

Persigue también la triple corona Guardiola con el Manchester City, objetivo cada vez más cercano. Necesita ganar uno de sus próximos tres partidos para proclamarse otra vez campeón de la Premier League (sería la tercera consecutiva y la quinta del técnico de Santpedor). Disputará el próximo 3 de junio la final de la FA Cup en Wembley frente al Manchester United. Y ya el 10 de junio, en la final de la Champions a disputar en el Estadio Olímpico Atatürk de Estambul, tratará de ofrecer a la familia real de Abu Dhabi el cetro por el que tanto ha invertido desde que adquiriera el club en 2008.

Guardiola, juguetón, quiso demostrar que no se había equivocado con el equipo alineado en la ida. Así que continuó dando cuerda a los mismos 11 futbolistas con los que jugó el partido completo en el Bernabéu. Ni apostó por otro tipo de extremos más dados al regate –Bernardo Silva, determinante en el cruce, volvió a ocupar el flanco derecho frente a Camavinga-, ni quitó responsabilidades a Walker como defensor de Vinicius, ni desmereció el doble trabajo de Stones como defensor y centrocampista.

Al cuarto de hora, el City alcanzaba el 79% de posesión y sumaba 124 pases por los 13 de los futbolistas del Real Madrid. Aunque sí hubo algunas variaciones respecto a la ida. Grealish llevó al límite a Carvajal en la orilla izquierda, y Rodri, que ya venía de completar un gran partido, se asomó cuanto pudo al área blanca. Aunque fue De Bruyne, uno de los jugadores fetiche de Guardiola, quien volvió a verlo más claro que nadie exprimiendo su conexión con Bernardo Silva.

El partido completado por el City, una obra de arte en el primer tiempo, un ejercicio de competitividad extrema en el segundo, englobó buena parte de las obsesiones de un Guardiola que no tiene fin.

kpd