En una clasificación marcada por la lluvia, el español saldrá tercero por detrás de Max Verstappen y Nico Hulkemberg
Faltaron 200 metros. Fernando Alonso estaba a punto de mejorar su vuelta y colocarse en segunda posición de parrilla por detrás de Max Verstappen cuando el circuito semiurbano de Montreal se tiñó de banderas rojas y la clasificación del Gran Premio de Canadá se paró. Oscar Piastri, empotrado contra un muro, era el culpable. La pérdida de una plaza fue la consecuencia para el español. Nada grave. Pese a ese problema, a la vuelta incompleta, Alonso partirá tercero este domingo (20.00 horas, DAZN) por detrás de Verstappen y Nico Hulkemberg.
La clasificación en Montreal fue la más rara del año, marcada por la lluvia. Primero, por su ausencia, pues en la Q2 se utilizaron los neumáticos de seco y eso perjudicó a quien lo colocó tarde, entre ellos Checo Pérez, Charles Leclerc y Lance Stroll. Y después por la aparición de una tormenta violenta que sentenció la Q3. La mayoría de pilotos sólo pudieron dar una vuelta buena y los tres pilotos que salieron más rápido a pista, Verstappen, Hulkemberg y Ocon, fueron los únicos que completaron dos. Los dos primeros coparon la primera fila y Ocon acabó sexto por detrás de Alonso, tercero, y de los Mercedes de Lewis Hamilton y George Russell.
Luego el accidente de Piastri obligó a suspender la actividad y cuando todos los monoplazas regresaron al trazado ya había tanta agua, tanta, tanta agua, que sólo se podía sobrevivir. Imposible rodar rápido. Verstappen se hizo con su quinta pole de la temporada, Hulkemberg celebró por todo lo alto -su mejor posición en parrilla desde 2010- y Alonso tuvo que conformarse con una tercera posición que pudo ser más. “Ha sido una qualy complicada, era difícil saber qué neumáticos utilizar en cada momento”, comentó, aunque también valoró la ventaja: “La tercera posición es buena. Tenemos que presionar a los Red Bull. Espero estar a dos segundos de Max y no a 20 segundos”.
Con los dos Ferrari prácticamente eliminados –Carlos Sainz acabó octavo, pero con amenaza de sanción-, con ‘Checo’ Pérez obligado a remontar otra vez y con Lance Stroll muy atrás, es un claro candidato al podio e incluso a la victoria si Verstappen sufre algún problema. La amenaza para el español serán esos Mercedes que ya le sobrepasaron en Barcelona y que empiezan justo detrás.
En la pista, prudencia. En el banquillo, prudencia. En las gradas, en los despachos, en las taquillas, prudencia. Incluso en las calles, prudencia. Años atrás la zona alta de Barcelona recibía el abril con carteles de Rafa Nadal en las marquesinas, las vallas y las farolas. Llegaba el torneo Conde de Godó y Nadal no sólo era el favorito, era el dueño. Hasta 12 veces levantó el trofeo, sólo en Roland Garros celebró más éxitos. Pero este año, prudencia, prudencia, prudencia.
Por Pedralbes y Sarrià, allí donde la ciudad luce bonitos jardines, anchas avenidas y pisos enormes, esta vez la imagen Nadal está acompañada por fotos de Stefanos Tsitsipas, Casper Ruud, Andrey Rublev y, por supuesto, por Carlos Alcaraz pese a su baja de última hora. Para toparse con el hoy número 646 del ranking ATP hay que darse un buen paseo por Via Augusta arriba y abajo. Si el próximo domingo Nadal vuelve a proclamarse campeón en Barcelona quizá sea extraño su escasa presencia por la ciudad, pero el pasado miércoles, en su primer entrenamiento, pocos hubieran apostado que jugaría siquiera.
Aquel día Nadal dejó sensaciones contrapuestas en la pista que lleva su nombre. Entre obreros taladrando y martillando, montando los palcos VIP para el torneo, Nadal apareció más delgado que nunca, exhibió su derecha de siempre ante el sparring David Jordà -298 del mundo- y disfrutó del tenis, pero reclamó intimidad al público y a la prensa cuando le tocaba practicar su saque. Como mucho dejó que se vieran unos ejercicios de volea.
Si el entorno de Nadal siempre fue hermético, estos días lo fue más. No hubo pistas sobre su estado más allá de las molestias abdominales reconocidas o de las palabras de su tío y ex entrenador, Toni Nadal, en un acto en Segovia: «Tiene molestias a la hora de sacar, con lo demás ningún problema». De hecho, de aquella primera sesión en Barcelona, Nadal salió lanzando un mensaje de cautela en Instagram que todavía planteaba más dudas sobre su participación en el Godó. «Importante decir que no quiero confirmar que jugaré, ojalá que sí», escribió el ganador de 22 Grand Slam en la red social.
La mejoría de Nadal
Pero en los días posteriores la percepción general cambió. El jueves se ejercitó con todo un Top 20 del ranking ATP, el argentino Sebastián Báez, y ya dejó ver su saque. El viernes siguió trabajando junto a Alejandro Davidovich y anteayer, el sábado, venció por 6-1 a Andrey Rublev, seis del mundo, en un set de práctica. El resultado fue anecdótico porque el ruso está hundido en una crisis anímica considerable desde su descalificación del ATP 500 de Dubai y apenas se esforzó. Pero el servicio de Nadal desató la euforia. Incluso hubo un ace que levantó una ovación entre el público presente en las pistas de entrenamiento del Real Club de Tenis de Barcelona, la mayoría adolescentes.
El periodista de RTVE Ignasi Rosell, con una posición cercana al banquillo, desvelaba que el propio tenista había reconocido su entusiasmo a sus entrenadores, Carlos Moyà, Marc López y Gustavo Marcaccio. «¡Cómo estoy sacando!», le habría dicho en consonancia con lo que se veía sobre la pista. Luego se marchó a comer con su mujer Mery y su hijo, Rafael, presentes en Barcelona y por la tarde fue la mano inocente del sorteo.
Rivales jóvenes, rivales complicados
Ofreció suerte para el resto, no para él. Más allá de pensar en quien se encontraría en las semifinales o en la final, sus rivales en las primeras rondas son jóvenes con motivación y dotes en la tierra batida. El primero, el italiano Flavio Cobolli, con quien se encontrará este martes (no antes de las 16.00 horas, Teledeporte), fue campeón de dobles en el Roland Garros junior de 2020 y el año pasado se metió en el cuadro final del Grand Slam parisino para enfrentarse a Carlos Alcaraz. El segundo, el hispano-uruguayo-australiano Alex de Miñaur, está a las puertas del Top 10 de la ATP y viene de ganar su segundo ATP 500 en Acapulco.
Y el tercero, posiblemente Arthur Fils, la mayor promesa del tenis francés, de sólo 19 años, está creciendo sobre arcilla de la mano de Sergi Bruguera, su entrenador desde el invierno. Los tres pueden ser adversarios ideales para adquirir ritmo de competición. Los tres pueden ser adversarios peligrosos por su talento y motivación.
En todo caso, como Nadal ha subrayado en todos los actos en los que ha participado, irá partido a partido. Si regresan los dolores en el abdomen no forzará para evitar un parón más largo. Su objetivo era, es y será competir en Roland Garros a partir del 20 de mayo, es decir, en poco más de un mes, y entre medias no hay nada fijo. Como en cualquier momento el español podría retirarse del Godó, en cualquier momento podría darse de baja del Mutua Madrid Open y del Masters 1000 de Roma.
Con Alcaraz entre interrogantes y el tenis español en crisis -en el Godó sólo juegan ocho locales y cuatro, Martín Landaluce, Dani Rincón, Roberto Bautista y Albert Ramos, han sido invitados por la organización-, en la Caja Mágica confían en que Nadal se mantenga sano esta semana para verle jugar la siguiente. Pero no hay nada seguro. Prudencia, prudencia, prudencia.
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JAVIER SÁNCHEZ
@javisanchez
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