El escolta francés Fabien Causeur, de 37 años, no seguirá en el Real Madrid, donde ha militado las últimas siete temporadas, en las que ha ganado 14 títulos, según ha anunciado el club.
Causeur abandona la entidad con 2 Copas de Europa, 4 Ligas, 2 Copas del Rey y 6 Supercopas de España. Además es el tercer extranjero que más partidos ha disputado con la camiseta madridista al acumular un total de 486.
“Fabien Causeur ha sido protagonista fundamental de uno de los ciclos ganadores más importantes de nuestra historia, y se ha convertido en uno de los jugadores más queridos por todos los madridistas por ayudarnos a seguir agigantando la leyenda del Real Madrid”, señala el club.
“El Real Madrid le desea todo lo mejor para él y para su familia en esta nueva etapa de sus vidas”, añade en el texto donde se ha anunciado su marcha, el cual se ha publicado en la página web oficial acompañado de un vídeo con los mejores momentos del escolta.
Será un equipo del que nadie se fíe, así ha quedado demostrado en dos domingos para no olvidar. El Baskonia, tan irregular y tan marcado por las bajas, acabó con el Real Madrid en el Buesa y con el Barça en el Palau. Hurgó en la herida blanca y cortó la inercia azulgrana, un jarro de agua fría al estupendo arranque de Joan Peñarroya para su primera derrota en Liga Endesa. [89-93: Narración y estadísticas]
Porque el Barça acudía con el subidón de su extraordinaria semana europea, la continuación al más que ilusionante amanecer de la era Peñarroya (tras la Supercopa, seis victorias y sólo la derrota en Kaunas). El triunfo en la prórroga en Belgrado ante el Estrella Roja no fue cualquier cosa. Enfrente, muchos más problemas atraviesa el Baskonia de Pablo Laso, por los resultados y por las lesiones: en el Palau se plantó con una rotación de ocho hombres, sin Sedekerskis, Rogkavopoulos, Raieste ni Baldwin.
La pelea aparentemente desigual no lo fue. Porque los vitorianos mostraron carácter y desparpajo en el Palau. En el comienzo con el joven Ousmane Ndiaye en la pintura. El Barça se rehizo con la aparición de Metu, aunque se estancó ofensivamente en el inicio del segundo acto, apenas cuatro puntos en más de siete minutos.
Punter
Fue en la segunda mitad cuando más saltaron las alarmas locales. Los triples de Markus Howard y Luwawu-Cabarrot, además de las pérdidas del Barça, impulsaron al Baskonia, que llegó a mandar por 10 (38-48). Fueron Juan Núñez con la batuta y Jabari Parker los que lograron mantener la puja.
Que se iba a elevar aún más cuando Cabarrot y Trent Forrest (dos ex NBA) desplegaron toda su clase indomable. Y volvieron a estirar la ventaja a la decena (68-78 a falta de seis minutos). Para colmo, Laprovittola se lesionó alarmantemente en su rodilla. Y, aún así, el Barça peleó hasta el final, oxigenado por los fallos desde el 4,60 del rival. El quinto triple de Jabari, seis puntos seguidos de Punter... Para morir en la orilla, porque el propio Punter, héroe en Belgrado, falló una aparentemente sencilla penetración que hubiera mandado el partido a la prórroga.
A las pocas semanas de hacerse oficial el fichaje de Jordi Fernández, los Nets traspasaron a lo único parecido a una estrella que tenían en su plantilla. Una franquicia con el atractivo mediático de estar enclavada en Brooklyn y que hace nada presumía de un Big Three con Kevin Durant, James Harden y Kyrie Irving, mandaba a Mikal Bridges a los Knicks a cambio, principalmente, de futuro. El primer español (y tercer europeo) en sentarse como entrenador principal en un banquillo NBA captó el mensaje de reconstrucción. Pero, en su ideario y en su ambición de rookie, eso no significaba ni mediocridad ni desidia.
Estos Nets aparentemente destinados a las catacumbas de la clasificación, al tanking de cara al próximo draft, están siendo una de las sorpresas agradables del comienzo de temporada. No sólo han ganado más partidos de los esperados (rozan los puestos playoffs en el Este), también han llevado a la prórroga a los Nuggets de Nikola Jokic o a los campeones Celtics. Y al técnico de Badalona, que ya el curso pasado fue elegido mejor asistente de la NBA (votado por los General Manager), se vuelven las miradas y se le acumulan los elogios.
Ben Simmons
Destacan de él su método, "directo y detallista", y su inconformismo. "Nunca trabajas para aceptar la derrota, esperas que sirva", proclama, consciente de que el plan, más allá de los resultados, mira al porvenir. Este verano, Brooklyn liberará más de 100 millones de dólares en salarios (40 sólo de Ben Simmons, 19 de Bogdanovic...) y podrá lanzarse a por una o varias estrellas (los rumores sitúan a Giannis Antetokounmpo en el Barclays Center). Eso, unido al puñado de primeras rondas de draft acumuladas y al desarrollo individual que Jordi está llevando a cabo con varios de los jóvenes de su equipo, dispara las expectativas.
En la tantas veces monótona temporada regular NBA resulta llamativo presenciar un duelo de los Nets. Fernández, que antes del inicio del curso se llevó a su equipo a San Diego -"fue una de las pretemporadas más duras de mi carrera", aseguró Dennis Schroder-, apuesta por quintetos de small ball, muchas veces sin pívots, con defensas presionantes a toda pista que sorprenden al rival. El Brooklyn Grit lo llama: un baloncesto de garra y dureza. Ha otorgado los galones al veterano base alemán, que ha disparado su rendimiento cuando ya no muchos lo esperaban. Y tipos como Cam Thomas (más de 25 puntos por partido) o Cameron Johnson están siendo dos de las noticias más llamativas de estas semanas. Hasta se ha empeñado en relanzar la trayectoria de Ben Simmons, un número uno del draft (2016), tres veces All Star, arruinado por las lesiones y por su incapacidad menguante de cara al aro. "Quiero verle tirando más. Mi objetivo para él es 10 tiros por partido, tiene que encontrar una manera de llegar ahí. Sé que puede, él es más que capaz", ha retado al australiano.
Dennis Schroder y Jordi Fernández.BRIAN FLUHARTYGetty Images via AFP
"Jordi siempre te lo dice con sinceridad, sin tapujos. No va a endulzar nada... Espera que juguemos a un determinado nivel todas las noches, y si no lo hacemos, nos lo dirá. No le importa quién eres ni lo que has hecho", aseguraba Ziare Williams, otro de sus jóvenes. Cuando los Nets perdieron en la prórroga ante los Celtics después de ir mandando buena parte de la noche en el marcador, Jordi alabó a sus chicos, pero también les lanzó un mensaje inconformista: "No pueden estar satisfechos". Algo parecido a lo sucedido un par de días después ante los invictos Cavaliers, a los que llevaron al límite (dominaban por 12 en el acto final). Fernández, esta vez, no esquivó la autocrítica: "Les he dicho a los muchachos que ha sido mi culpa. Le di 12 minutos a Schröder en el último cuarto. No le di descanso. Así es como cae tu ejecución. Así es como cae tu defensa. No le di descansos a Cam. Al final, lo pagamos. Tengo que ser mejor".
El de Badalona, que también es seleccionador de la flamante Canadá (hace unos días recibió la visita de su mentor Sergio Scariolo, con el que trabajó en el verano de 2017 en la selección española), es consciente de dónde está y lo que se espera de él. Llegó hace 15 años a EEUU y ha ido ascendiendo desde lo más bajo (becario en una empresa de tecnificación individual), puesto a puesto, banquillo a banquillo, hasta la cima. Ahora maneja un grupo de 60 personas, entre jugadores, cuerpo técnico, médicos, analistas... Por eso, cuando estos días le preguntan recurrentemente por su hito, una barrera derribada comparable a la de Fernando Martín en 1989, él lo valora en su justa medida. "Este paso es un orgullo, pero quiero más", aseguraba en una entrevista en Gigantes.
¿Es la Liga Endesa la mejor de Europa, la segunda mejor del mundo después de la NBA? O, mejor dicho, ¿lo sigue siendo? La puesta de largo de la ACB tuvo lugar el lunes en la sede madrileña de su principal patrocinador. A cuatro días de la Supercopa en Murcia -con un Real Madrid-Barça en la primera semifinal para abrir boca- y a dos semanas de la primera jornada, de repente se ha disparado un debate que parecía enterrado. Por obvio.
Fue un jugador random el que ha avivado el fuego y pronto le ha llegado la respuesta a Juan Toscano Anderson. Durante la celebración de la Copa Intercontinental en Singapur este fin de semana, el mexicano, parte del combinado de la liga de desarrollo de la NBA que perdió la final contra Unicaja (campeón de la Champions League de la FIBA) fue claro: «Creo que la G League es la segunda mejor liga del mundo y queremos demostrarlo». Después, mientras su equipo caía ante los de Ibon Navarro, intentó revitalizar a sus compañeros con un arenga en un tiempo muerto que no hizo otra cosas que hurgar más en la herida: «Nuestro sueño no es jugar en la puta ACB. Nuestro sueño no es jugar en la puta Euroliga. Nuestro sueño es jugar en la NBA y ganar cientos de miles de dólares. Lo que nos están haciendo es vergonzante, inaceptable».
Los tiempos del baloncesto global han ido acentuando una tendencia en las últimas décadas en cuanto a ligas domésticas, la del dominio abrumador, mediático, económico y deportivo, de la NBA. Ahí están las cifras, las estrellas y los sueños de los niños de todo el planeta. Y la G-League no es otra cosa que una de las puertas de entrada a ese cielo. Otro asunto es que esa competición que nació en 2001 con ocho equipos (ya va por 28) pueda mirar a los ojos a las grandes de Europa.
Dejando al margen la Euroliga (competición continental, con los mejores de las mejores ligas), la Liga Endesa sigue siendo las más potente a nivel doméstico de Europa. Así ha sido durante las últimas décadas -según el ranking que elabora cada temporada la web Eurohoops, por ejemplo- y así lo demandan los jugadores. Especialmente los de clase media. Porqué ahí es donde realmente se marcan las distancias con, por ejemplo, el campeonato turco, el italiano, el francés, el griego o el alemán, uno de los que está al alza últimamente. Atrás quedó la pujanza de la VTB rusa, cercenada por la invasión de Ucrania y el estallido de la guerra.
No es que la ACB esquive los problemas, desde su repercusión mediática al dominio tiránico que ejercen Madrid y Barça (de las últimas 14 ligas han ganado 12, de las últimas 15 Copas, 14). Pero sigue marcando tendencia en Europa e incluso a nivel global (pese al auge de competiciones como la japonesa o la australiana). Ayer, en su presentación en la sede de Endesa, sus protagonistas no tenían dudas en respuesta a ELMUNDO.
"Exigencia"
«Creo que es la mejor. Después de la NBA, obviamente, es un de las mejores ligas domésticas. Por el nivel, porque hay muchos equipos que te pueden ganar, como local o como visitante. Año a año va subiendo. También en Europa: este año ha sido el que más jugadores NBA se vinieron», admitía Facundo Campazzo, aunque bien es cierto que muchas de esas estrellas de vuelta acabaron en Panathinaikos (Cedi Osman), Olympiacos (Evan Fournier, Sasha Vezenkov), Efes (Jordan Nwora, Stanley Johnson) Partizan (Aleksej Pokusevski, Frank Ntlikina)... Su ex compañero Juan Núñez, ahora en el Barça tras dos años en la Bundesliga con el Ulm, compartía opinión: «Yo creo que sí. Pero no he vivido todas las ligas. De lo que he visto, sí es la mejor».
En idéntica línea Jean Montero, uno de los fichajes del verano (segundo máximo anotador del pasado curso), refuerzo para el Valencia. «Para mí es la primera. Me encanta la ACB, me siento cómodo. Es una liga que siempre te exige. Siempre tienes que estar concentrado y mantener la exigencia física y mental. Un día puedes meter 30 y otro cero», razona el dominicano. Y también otro base, Rafa Luz, del Morabanc Andorra: «Sólo tienes que ver los jugadores que quieren jugar en la Liga Endesa. Todos quieren estar aquí, buscan priorizar venir a España antes que a otros países». El brasileño apunta una de las claves, la económica: «Puede que un jugador top cobre más si es referente en un gran equipo de otro país, pero seguro que no va a ser tan competitivo ni tener objetivos colectivos tan importantes. Creo que de los 18 equipos ACB, 12 juegan en Europa. No hace falta decir nada más».