El triatleta pontevedrés Lucas García Picón se encuentra en estado grave tras un accidente cuando entrenaba, según han informado fuentes próximas al caso.
Los hechos se produjeron el jueves cuando entrenaba, junto con otros compañeros, con su bicicleta por la carretera, en el municipio pontevedrés de Barro.
El joven, de 17 años, colisionó contra un coche. Tras lo sucedido, fue trasladado al Hospital Clínico de Santiago dadas las lesiones que presentaba, entre ellas varias fracturas y un traumatismo craneoencefálico.
Fuentes próximas al caso consultadas han indicado que desde su ingreso el joven continúa en estado grave, a la espera de su evolución.
La violencia en los aledaños del fútbol celebra un triste aniversario. Han transcurrido ya 100 años desde que un hincha uruguayo murió en Argentina cuando celebraba el oro de la Celeste en los Juegos de 1924. No hay evidencia documental precisa, pero la mayoría de investigadores considera aquella muerte como la primera. El kilómetro cero de la cultura ultra. Un fenómeno tan vivo, tan despiadado, que se actualiza día a día. Ayer mismo, la policía italiana arrestó a 19 radicales, acusados de «delitos de conspiración criminal, con el agravante del método mafioso, además de extorsión y lesiones». Entre los detenidos figuraban Luca Lucci y Renato Bosetti, jefes de la Curva Sud del Milan y la Curva Norte del Inter. Al capo nerazzurro se le vincula con la N'Drangheta, la organización mafiosa más poderosa del mundo. A Lucci, ya condenado por tráfico de drogas, se le relaciona con Matteo Salvini, vicepresidente del Gobierno de Giorgia Meloni. En mayo de 2023, los lugartenientes de Lucci acudieron a las instalaciones de Milanello en protesta por las derrotas del equipo. «Nos animaron a darlo todo», dijo entonces Stefano Pioli, técnico rossonero.
«Hoy se habla de lo sucedido en el Metropolitano entre Diego Simeone y el Frente Atlético, pero no es raro encontrar a entrenadores y jugadores disculpando algunos comportamientos de los ultras», explica a EL MUNDO James Montague, autor de 1312: Among the Ultras, A Journey With the World's Most Extreme Fans (Ebury Press, 2020), uno de los más celebrados textos sobre la materia. «Cuando estos grupos son poderosos y encuentran un espacio dentro del fútbol, ya sea en Italia, Alemania o Serbia, son un colectivo al que conviene escuchar, te guste o no», añade el británico.
A esta estrategia, precisamente, se viene sumando el fútbol francés gracias a la Instance Nationale du Supportérisme, un grupo de trabajo que incluye, desde 2017, a los Ministerios de Interior y Deportes, la Federación, la Ligue 1, un panel de sociólogos y los representantes de los ultras. «En mi país estos grupos están más estructurados que en España, donde todo parece mucho más espontáneo. Por supuesto, en el Frente Atlético también habrá un núcleo duro, pero no tan organizado como aquí», detalla a este periódico Adrien Verrecchia, uno de los autores de Ultra, mode de vie (La Grinta, 2017), un volumen de 530 páginas que aborda, entre otros episodios, la decisión del PSG de expulsar a Kop de Boulogne y Virage Auteuil, sus dos históricas facciones.
Tendencia «muy difícil de frenar»
La mayoría de estadios de la Ligue 1, creados o actualizados para la Eurocopa 2016, cuentan con las más modernas medidas de seguridad, incluidas cámaras dotadas de un zoom capaz de identificar a quien lanza cualquier objeto. «En España, desgraciadamente, todo se centra en la represión. Y considero que no tiene sentido sancionar a toda una afición por lo que hayan hecho determinadas personas. En el caso del lanzamiento de objetos nunca debemos considerarnos a salvo de una iniciativa individual. Así que, bajo mi punto de vista, no hay ninguna receta milagrosa, ninguna pócima mágica», ratifica Verrecchia.
Según los datos de la Policía Nacional, 305 ultras fueron arrestados durante las dos últimas temporadas en el fútbol español, vinculadas a delitos relacionados con la violencia. Unas cifras preocupantes, aunque por debajo de las de países como Italia. «Desde aquí, lo que sucede en España se ve como algo natural. No bueno, pero normal al fin y al cabo. En mi país sucede con toda normalidad, a pesar de las muchas leyes aprobadas para frenar lo peor del hooliganismo. Pero este fenómeno está ligado a la política y a los clubes, por lo que ahora es muy difícil frenar la tendencia», relata Diego Mariottini, otro experto en las conexiones entre fútbol y sociedad. Desde Ultraviolenza! Storie di sangue del tifo italiano (Bradipolibri, 2004) a su más reciente Dios, patria y muerte. El fútbol en la guerra de los Balcanes (Altamarea, 2021), este escritor ha estudiado las implicaciones de la ultraderecha en los estadios.
«El Frente es conocido por sus vínculos con grupos fascistas de toda Europa. Desde comienzos de los 90, cuando el presidente Jesús Gil se hizo célebre por simpatizar con ellos. En cualquier caso, se trata de un problema general, no español o del Atlético. La fascistización de las gradas se ha subestimado a lo largo de los años y ahora es un gran problema a resolver», completa el autor transalpino.
Ultras del Milan, durante el derbi del domingo en San Siro.AFP
En Argentina, en cambio, el fenómeno de las barras bravas ocupa diferentes coordenadas. Se trata también de grupos organizados mediante una estructura vertical y muy ligados a los clubes, que extendieron sus dominios a otros ámbitos como los sindicatos o los partidos políticos, aumentando su cuota de poder y alcanzando ingresos millonarios. Sin embargo, el perfil ideológico queda más difuso. «En los 80 y 90, los episodios de violencia tenían que ver con enfrentamientos entre barras de clubes rivales, pero a comienzos de siglo, con la prohibición del público visitante, evolucionó hacia peleas entre facciones de la barra del mismo equipo. A diferencia de Europa, en estos choques asoman muchas armas de fuego, lo que aumenta la cifra de muertos», apunta a este diario el sociólogo Nicolás Cabrera.
«Lo sucedido con Simeone y Koke representa otro ejemplo de que los actores del fútbol nunca se hacen cargo de la violencia que ejercen. Hay cero autocrítica. La violencia siempre está en el otro. Los veo más preocupados de llevar el agua a su molino que de construir un fútbol cada vez más tolerante, inclusivo y pacífico», sostiene Cabrera, argentino radicado en Brasil, cuya labor docente se circunscribe al Observatório Social do Futebol, en la Universidade do Estado do Rio de Janeiro.
«el enemigo de mi enemigo...»
Al igual que Verrecchia, Cabrera aboga por un «sistema individual de punición», como el ofrecido por el Programa Tribuna Segura. Toda persona que accede a un estadio argentino debe identificarse con su número de documento, por lo que si cuenta con antecendentes penales o asuntos pendientes con la Justicia, su entrada queda automáticamente invalidada. Y si alguien participa en una pelea, las cámaras recogen su imagen y se le prohíbe asistir a más partidos.
De regreso a nuestro continente, una de las lecciones que nos dejó la pasada Eurocopa de Alemania, fue ese fluido intercambio de la cultura ultra. La violencia entretejida por sus correligionarios. «Se trata de una red internacional basada en valores culturales o políticos compartidos. Pero el factor más importante es saber quién ejerce como antagonista, dado que aquí rige una ley: el enemigo de mi enemigo es mi amigo», ilustra Montague, antes de regalar otro ejemplo. Si el Frente Atlético se relaciona con radicales de la Roma se debe, en gran parte, a que Ultra Sur mantiene cierta amistad con los del Lazio. «A menudo es más importante contra quién estás que a quién apoyas», zanja.
«La cultura ultra no es conocida en España por sus grandes tifos o espectáculos pirotécnicos, aunque sí refleja las ideas de una parte de la comunidad. En el caso del Frente Atlético, la extrema derecha. Los ultras españoles son, en gran medida, una mezcla de la estética italiana y la política de su país», concluye Montague. Según su citado libro, el fenómeno ultra se afianzó por primera vez en Italia a finales de la década de 1960 y desde allí se fue extendiendo por Europa. Esa cultura llegó a España tras la muerte del dictador, con una influencia muy marcada por los aficionados ingleses e italianos presentes en el Mundial de 1982. Aquel mal sueño de hace cuatro décadas vuelve hoy a aterrorizarnos.
El Circuito de las Américas había resultado propicio para Carlos Sainz desde su debut en el Mundial 2015. De hecho, en sus nueve participaciones previas con Toro Rosso, Renault, McLaren y Ferrari, el madrileño siempre que acabó la carrera había entrado en la zona de puntos, incluidos sus dos últimos podios con la Scuderia (2023, 2024). Sin embargo, esta racha se truncó con Williams por un accidente ante Andrea Kimi Antonelli y una posterior sanción de cinco puestos en la parrilla del GP de México.
Los comisarios señalaron a Sainz como el "principal responsable" de la colisión ante el piloto de Mercedes, por lo que aplicaron la "penalización correspondiente". "Dado que el piloto sancionado no terminó la carrera, se le impone una penalización de parrilla que iguale una sanción de 10 segundos", argumentaba el escrito firmado por Felix Holter, Matthew Selley, Enrique Bernoldi y Steve Pence.
Según los jueces, Sainz nunca estuvo en paralelo o por delante del retrovisor de Antonelli, por lo que de acuerdo con las directrices del reglamento "no tenía derecho a que se le dejara espacio en el vértice" de la curva. Una argumentación habitual en los documentos de la FIA, pero que chocaba con la interpretación de Sainz, que sólo unas vueltas antes había firmado una maniobra similar ante Oliver Bearman.
"Desde fuera parece culpa mía"
"Sé que desde fuera parece culpa mía", admitió el líder de Williams en la zona mixta de Austin, como adelanto a una explicación más pormenorizada. "Acepto el hecho de que yo haya bloqueado el neumático y que haya causado el incidente. Pero si cuando hice ese mismo adelantamiento a Bearman no me ha cerrado la puerta como me la venía cerrando él, creo que se puede atribuir un poco de culpa a los dos", razonó.
Un triste epílogo para Sainz, que el sábado había subido al podio en la sprint race y que horas antes de la carrera había recibido la visita de Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid. Durante su visita al Circuito de las Américas, la dirigente del Partido Popular se pasó por el garaje de Williams, donde fue recibida por el embajador del GP de España en Madrid.
Tras esta penalización, las opciones de Sainz se complican el próximo fin de semana en el Autódromo Hermanos Rodríguez, donde el año pasado completó una de las mejores actuaciones de su vida, con pole y victoria. Durante la primera sesión de entrenamientos libres, Sainz cederá el volante del FW45 a Luke Browning. El británico, de 23 años, es miembro de la academia de Williams y mantiene opciones de proclamarse campeón de la F2 en las dos últimas citas del campeonato, que se disputarán en Qatar y Abu Dhabi.
Sainz, con Isabel Díaz Ayuso, presidenta de la Comunidad de Madrid.EFE
El otro damnificado del domingo fue Lewis Hamilton, que cruzó cuarto la meta, justo por detrás de su compañero Charles Leclerc. De este modo, el heptacampeón se convirtió en el piloto con más carreras sin subir al podio en la historia de Ferrari (19), superando el registro de Didier Pironi, quien había enlazado 18 entre 1981 y 1982.
Un hito más en su frustrante temporada de debut en Maranello, ya que el heptacampeón nunca dispuso de ritmo para acabar en el top-3. Tras su pit stop, se quedó en tierra de nadie, sin opciones de presionar a Lando Norris, mientras el piloto de McLaren sí acechaba a Leclerc. Asimismo, durante el tramo final de la prueba sufrió algunos problemas en la rueda delantera derecha, tal y como comentó por radio a Riccardo Adami, su ingeniero de pista.
"debo seguir esforzándome"
En cambio, los 10 puntos del domingo, sumados a los siete de la sprint race, permitieron a Sir Lewis establecer otro registro positivo, convirtiéndose en el único piloto de la historia con más de 5.000 puntos. De momento suma 5.004,5, con una cómoda ventaja sobre Max Verstappen (3.329,5). En cualquier caso, el holandés arrebató este domingo a Hamilton el honor de ser el piloto con más victorias en suelo estadounidense, con siete.
"Fue un buen resultado para el equipo. Me alegra haber terminado por delante de Mercedes y un McLaren. Hay muchas conclusiones positivas. Naturalmente, quiero llegar más lejos, así que debo seguir esforzándome", concluyó el ex líder de las Flechas de Plata. Con estos 36 puntos de botín en Austin, la Scuderia se mantiene en tercera posición en el Mundial de Constructores, en dura batalla con Mercedes (341) y Red Bull (331).
A partir de ahora, la prioridad inmediata de Hamilton pasa por firmar algún podio en dos circuitos que le suelen ser propicios, como México e Interlagos. Sin olvidar Las Vegas, donde Ferrari ya se mostró muy fuerte en 2023 y 2024. El objetivo de Leclerc, que no firmaba un podio desde el GP de Bélgica, será buscar una victoria con la que salvar el año. De momento, el equipo dirigido por Fred Vasseur no ha roto su sequía, igualando los paupérrimos registros establecidos en 2020 y 2021.