“Hace tres años ibas al Carpena y la gente se marchaba al descanso porque el equipo no luchaba”, recuerda Fran Vázquez. Lo del Unicaja no es sólo el histórico liderato de la Liga Endesa a estas alturas de temporada. Ni la consecución de la Copa del Rey de 2023, un título 17 años después. Ni la clasificación por segundo curso consecutivo para la Final Four de la Champions League, sellada este martes en Patras ante el Promitheas. Lo del Unicaja es un Plan, con mayúscula. “Ibon tiene un plan”, cantan las tribunas su mantra, un guiño al entrenador que lo ha cambiado todo, con la sensación de que no sólo lo deportivo es lo que vuelve a funcionar.
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Hace no tanto, el Carpena lucía a medio gas, ni 5.000 espectadores de media. Hoy se agotan los abonos y no hay pabellón en la ACB con más espectadores, encadenando ‘no hay billetes’. “Con 10.000 gargantas apoyando es más difícil perder”, razona el pívot gallego, que llegó con 18 años a Málaga y vivió tres etapas en el club para convertirse en un histórico. “Para que la pelotita entre hay que favorecerlo. Con el cambio de presidencia hay un antes y un después. Ni nos metíamos en Copa y se estaba un poco lejos de lo que siempre fue Unicaja, de nuestra época”, analiza otra leyenda. Carlos Cabezas pone en valor los cambios introducidos en 2021, cuando el ex árbitro Antonio Jesús López Nieto se hizo con las riendas del club reemplazando a Eduardo García. “Lo primero que hizo fue escuchar a la afición, solucionar problemas y ser más cercano. Ha sido un acierto”, coincide Vázquez.
El pasado domingo, el Unicaja caía de 20 en el Nou Congost. “Y lo remontan sin Osetkowski [el líder en anotación del equipo]”, realza Cabezas sobre un resultado que, horas después con la derrota del Madrid en el Palau, iba a otorgar el liderato a los malagueños. A falta de seis jornadas, con el mejor porcentaje de triunfos de su historia (23-5), empatado con los blancos pero con mejor balance de puntos, depende de sí mismo para igualar lo logrado en 2006 con Sergio Scariolo, el curso en el que después iba a levantar la única ACB de su historia. Hace nueve años, con Joan Plaza, también fue líder en la jornada 28, aunque después perdió cinco partidos y acabó tercero.
“Hay paralelismos, cosas que recuerdan a la mejor época. Son dos equipos ganadores”, destaca Cabezas, base de aquel Unicaja que a principios de siglo cosechaba éxitos (la Korac de 2001, la Copa de 2003, la Liga de 2006 y la histórica presencia en la Final Four de la Euroliga de 2007). “Ibon ha logrado algo similar a aquellos tiempos de Scariolo o Aíto: tener un grupo compacto, con buen ambiente en el vestuario y en el que los roles están muy claros. Aquí nadie juega más de 23 ó 24 minutos. Un día le toca a Kendrick Perry, otro a Tyson Carter, el siguiente es Alberto (Díaz), otro Dylan….”, pone en valor el sentimiento colectivo el que fuera campeón del mundo con España en 2006.
Y menciona a Ibon Navarro, la clave de bóveda de todo lo que está sucediendo, de los números y también del estilo, reconocible en su intensidad, en su valentía. “Un entrenador que tira y afloja, que sabe cuando apretar y cuando dejarles más libres. Al que los jugadores escuchan, porque sabe manejar las sensaciones”, dice Vázquez. “Es un entregado al trabajo. Venía con un proyecto y unas ganas locas de trabajar en un club como es el Unicaja. Por lo que le conozco y lo que le veo trabajar, es un apasionado”, apostilla Cabezas, que destaca la “apuesta por la continuidad” del director deportivo Juanma Rodríguez y del presidente. Con respecto a la plantilla que el año pasado logró la Copa en Badalona, apenas un cambio. La venta de Darío Brizuela al Barça (que dejó en caja más de un millón de euros) y la llegada de Kameron Taylor.
Uno de esos síntomas de comunión entre una ciudad “entusiasmada” y un equipo lanzado fue la “fiesta de Dylan”. Cuando ganaron la Copa, el pívot estadounidense prometió invitar a los aficionados, que se lo recordaron cada partido desde entonces con otro cántico ya imprescindible: “¡Paga la fiesta, Dylan!”. En septiembre, en la explanada del Carpena, con la plantilla presente, hubo comida y bebida para todos.
Ese “volver a las raíces” y a los éxitos de Unicaja, a la esencia de intentar interrumpir la tiranía de Madrid y Barça (han ganado 17 de los últimos 21 títulos nacionales), tuvo en el origen otra decisión no tan popular pero a la postre efectiva. Cuando López Nieto llegó a la presidencia, el Unicaja renunció a la Euroliga (entonces disputaba la segunda competición, la Eurocup) y se unió a la estructura FIBA para jugar la Champions League. “Se dijo que era un error muy grande. Pero eran momentos de cambios, de mirar presupuestos y más allá. Y se ha demostrado que probar fue un acierto. Porque no es la misma BCL en la que jugué yo hace años. Ahora hay equipos muy fuertes, ha crecido y cada año es más difícil. Muchas veces hay que dar dos pasos atrás para dar uno grande hacia delante. Y a nivel económico era la mejor opción”, concluye Vázquez.