Ihor Sokolov, de 18 años, aterrizó hace 14 meses en la ciudad andaluza, acompañado de su madre y su hermana, huyendo de la guerra.
Ihor Sokolov está viviendo una de las experiencias que más anhelan los estudiantes, el Erasmus. El joven de origen ucraniano está teniendo la oportunidad de conocer otros países, culturas e incluso idiomas. Sin embargo, su estancia no es del todo idílica, ya que está marcada por el conflicto bélico que vive su país. Ihor tuvo que abandonar su país natal tras la invasión rusa. Pero no se lamenten por él, porque en España ya ha encontrado su sitio. Y es que, ¿quién le iba a decir al joven de tan sólo 18 años que en su primer año en el Unicaja Costa de Almería de voleibol conseguiría proclamarse campeón de España junior masculino? Era inimaginable. Pero para entender cómo llegó hasta este punto, tenemos que remontarnos un tiempo atrás.
“Llegué a España el 6 de mayo del año pasado”, comienza a relatar Ihor, aunque es Antonio Pérez, voluntario de la Cruz Roja, quien lo traduce. “Cuando llegué estaba perdido, desorientado, no sabía que hacer”. No debe de ser fácil mudarse de repente y no tener un plan. Por fortuna, Ihor estuvo acompañado, en sus primeras semanas en España, por su madre y su hermana. ¿Por qué eligieron nuestro país? Pues no fue una decisión suya. Fue la universidad del joven la que, una vez iniciado el conflicto bélico, le brindó la oportunidad de venir a Almería como parte del programa Erasmus.
Los primeros días alquilaron una habitación, mientras pensaban cuál sería su siguiente paso, que fue acudir a la Cruz Roja para pedir ayuda. La entidad los admitió en el programa de Acogida Temporal para los ucranianos desplazados por la guerra. A él y a su madre, porque su hermana decidió regresar a Ucrania, ya que sólo quería comprobar que su hermano se quedaba bien.
Su gran pasión
Ihor continúa con sus estudios en “Administración de Empresas”, carrera que él mismo pronuncia en un perfecto español, en la Universidad de Almería. Pero, además de estudiar, comenzó a realizar una de sus pasiones, el voleibol.
Es un deporte que empezó a practicar en su país natal en 2013. Pero no lo hacía de manera profesional, como sí ocurre en la provincia andaluza. En Ucrania sólo formó parte de equipos amateur. Cuando le preguntamos por las diferencias entre ambos países, Ihor lo tiene claro: “En Ucrania hay un nivel más alto de preparación técnica, mientras que en España se prioriza la atención al deportista”.
Aunque asegura que su nivel no es muy alto, la realidad es que en la actualidad forma parte del Unicaja Costa de Almería. Su entrada en el equipo se produjo el verano pasado. “Justo al lado del albergue de la Cruz Roja hay una pista de voleibol. Vi que había una escuela de verano y que estaban jugando, así que pedí participar”, relata. Se ve que destacó porque le ofrecieron una plaza y el entrenador le invitó a formar parte del equipo júnior en septiembre.
El problema del idioma
Reconoce que el idioma es una barrera, porque “hay veces que el equipo se ríe cuando hablo en español, porque yo hablo inglés, pero la gente de la que me rodeo no lo habla, así que uso una mezcla de ambos idiomas para comunicarme. Lo importante es que nos entendemos”.
A pesar de llevar menos de un año con el grupo, no le ha ido nada mal. El pasado mayo consiguió hacerse con el campeonato de España, aunque piensa que su nivel deportivo no es tan bueno como para entrar en el torneo y que como jugador está todavía muy por debajo del resto, la realidad es que tiene en su poder una medalla de oro. Por ello, tras este éxito Ihor se plantea continuar ligado al voleibol. “Si esta temporada obtenemos buenos resultados, es posible que dedique mi futuro a este deporte, pero si no ocurre, simplemente continuaré mis estudios”, vaticina.
Una formación que probablemente continúe en España. Un país del que señala que le encanta su clima, que para él es ideal, y el poder vivir al lado del mar. Sin embargo, eso no quita para que extrañe su hogar y a su familia, con la que mantiene comunicación, pero a fin de cuentas no es lo mismo hablar con ellos que estar con ellos. Aunque su madre se quedó dos meses con él, terminó regresando a Ucrania. Ihor también añora a su grupo de amigos, que se tuvieron que quedar en su país y, por supuesto, la comida. Pero intenta ser positivo y no pensar demasiado, porque dice que “mientras más lo analice, más se mete en el agujero”. Sin embargo, no pierde la esperanza de que algún día pueda regresar a Ucrania, aunque sabe que su hogar no será el mismo que el que dejó.