El Real Madrid renovable

El Real Madrid renovable

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En la final de la Copa de Europa de 1959, ante el Stade de Reims, marcó Enrique Mateos un gol a los dos minutos de empezar el encuentro. Y, poco después, provocó un penalti. El encargado de lanzarlo hubiera sido Puskas. Pero no estaba en el campo. Le tocaba a Di Stéfano asumir la responsabilidad. Cuando se dirigía hacia “el punto fatídico”, oyó que le chistaban. Era “Fifirichi”, como llamaba Alfredo a Mateos, que le suplicó: “Saeta, déjame tirarl

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