Real Madrid 89 Barça 83
Suma su quinto torneo seguido tras ganar en la prórroga a un Barça comandado por Laprovittola (14 asistencias). Exhibición del pívot africano, decisivo en los minutos finales
Marcó la diferencia Edy Tavares en una Supercopa para abrir boca, otro clásico para prolongar las sensaciones y el dominio del Real Madrid en un trofeo que ha ganado cinco veces de carrerilla. Como en la última final de la ACB, el africano (MVP entonces y ahora) lo cambió todo y fue completamente decisivo en los últimos minutos y en la prórroga para arruinar a un Barça encomendado a Laprovittola. [89-83: Narración y estadísticas]
Son sus tapones, esa forma de defender aprovechando la inmensidad de sus extremidades, que cierran todas las facilidades al rival una y otra vez. Pero también es la capacidad trabajada y desarrollada de anotar cuando más calienta el balón, de ampliar su rango y sus movimientos en la pintura, de pasar, de no fallar tiros libres (10 de 11…) y de moverse en los espacios para que sus compañeros sólo tengan que buscarle. Acabó con una exhibición (24 puntos, 12 rebotes, cinco tapones, 40 de valoración…), pero la diferencia es que esta vez Tavares ganó la Supercopa en los instantes de la verdad, en ese pulso donde el Barça sin Mirotic ni Higgins no encontró a su héroe..
La final, que acabó en la cima de la emoción, había deambulado entre las miserias del baloncesto de pretemporada. Con poco ritmo y demasiados fallos. Tipos pronto sin aliento y extrañas rotaciones. Sertac Sanli, que otrora era el antídoto perfecto de Jasikevicius contra Tavares, fue el protagonista absoluto del amanecer, con 11 puntos y dos tapones, controlando entonces a Tavares y sosteniendo al Barça. Porque el Madrid había arrancado con ímpetu y frenesí en su juego de transiciones, con Musa de director en lugar del lesionado Hanga.
Pero todas esas promesas se quedaron en nada bien pronto. El Madrid se paró en seco, enredado en la defensa azulgrana, con Llull errático y cinco minutos sin anotar. Dominaba el rebote ofensivo, pero se quedó en 12 puntos en el segundo acto (29 al descanso) y eso que Musa lo cerró con una de esas maravillas que le hacen tan imparable en el uno contra uno. Antes, Kuric, que descansó el sábado -entró por Higgins en la final- había hecho daño y Kalinic había puesto la máxima (27-37) con una canasta después de un saque rápido, la nueva norma de la ACB en favor de la agilidad del juego pero que, de momento, sólo trae confusiones.
El guion se repitió a la vuelta, con Sanli anotando fácil y Laprovittola dominando el tempo de la tarde en Sevilla (29-41 fue la máxima), con ese temple y ese segundo de más que tanto agradece la circulación del Barça y que tanto desquicia al rival. Musa era la única respuesta de Chus Mateo y dos contragolpes seguidos fueron oxígeno en esa frontera. Hasta que apareció Llull.
Llull
No se agota su capacidad de explosionar partidos, de reventar las tendencias. Recuperado ya de la lesión que le hizo perderse el Eurobasket y después de una mala primera parte, el balear se puso la capa de superhéroe, encadenó tres triples consecutivos y el Barça se rompió como un vaso de cristal contra el suelo. Todo lo anterior por tierra, con un parcial que llegó a ser de 25-6 y que dio la vuelta a todo. Ya lo avisaba Saras en la misma previa: “Y luego desde el banquillo sale, como suelo decir, el corazón del Madrid: Llull y Rudy”.
Pero al lituano le quedaba Laprovittola. No había caído a la lona y el Madrid, que perdió a Rudy por una lesión en la muñeca, bajó algo su ímpetu con un gris Sergio Rodríguez a los mandos para que el duelo acudiera a la recta de meta completamente igualado. Lapro y Tavares, que llegaron a ser pareja hace no tanto, se retaron bajo el sol de Sevilla en un desenlace emocionante que acabó en prórroga porque Deck, en una mala última jugada del Madrid, falló un triple frontal y lejano.
En el toma y daca del tiempo extra, todo pasaba por Tavares, que acabó arruinando a cada pívot rival. Ni las 14 asistencias de récord de Laprovittola fueron suficiente. El Madrid, que le ha ganado cinco de los últimos seis partidos al Barça (lejos ya esos fantasmas), sumó en Sevilla su novena Supercopa.