El Real Madrid cree en los imposibles: victoria agónica en Belgrado para forzar el quinto

El Real Madrid cree en los imposibles: victoria agónica en Belgrado para forzar el quinto

Partizan 78 Real Madrid 85

Actualizado

El miércoles en el WiZink se decidirá la apasionante serie contra el Partizan, al que los blancos volvieron a derrotas gracias a Tavares y un gran Sergio Rodríguez. Grave lesión de Deck

Los jugadores del Madrid celebran el triunfo en Belgrado.ANDREJ CUKICEFE

El Real Madrid cree en los imposibles, en lo que nadie hizo jamás, en el desafío a toda lógica. Va en su ADN competitivo, en su inigualable historia. Por mucho que el equipo pareciera irreconocible, hechizado por el sabio Obradovic, al borde del KO y de la humillación, ahora avista la Final Four tras dos noches inolvidables -por tantas cosas- en Belgrado. En un duelo, otra vez, de pura pasión, los blancos, a lomos de Tavares y con el Sergio Rodríguez de sus mejores días, igualaron la serie de cuartos ante el Partizan, que se resolverá el próximo miércoles en el WiZink. [78-85: Narración y estadísticas]

Fue un ejercicio de agonía, como no podía ser de otra forma. En un Stark Arena esta vez golpeado por la tragedia en la capital serbia -el tiroteo que dejó nueve muertos en un colegio el martes-, con las emociones a flor de piel y con la rabia de la pelea del WiZink algo aplacada, el Real Madrid recurrió a su inteligencia competitiva, a su temple para no perder nunca el pie a la noche, para imponer sus virtudes y lograr una victoria de esas que inauguran eras. Golpeó de inicio, resistió los intentos de remontada local y, en el desenlace, por momentos alocado y marcado por la grave lesión de Deck, hizo valer su experiencia. Otra vez Tavares fue el mejor, esta vez también decisivo con un rebote de lucha libre en el último minuto.

Cada batalla es impredecible entre estos dos equipos desbocados en busca de la Final Four. Cuando todo parecía sentenciado para el Partizan, con dos victorias en el WiZink y una ventaja de 15 puntos en el tercer duelo, ya de vuelta a Belgrado, el Madrid (o Tavares) lo cambió todo hasta el punto de hacer dudar al rival que hasta hacía nada les torturaba. Salvó el match-ball y, con las sensaciones vueltas del revés, el cuarto, de retorno los sancionados Lessort y Deck (no aún Punter ni tampoco los lesionados Avramovic y Poirier), los blancos parecieron el equipo que siempre han debido de ser. Un amanecer de defensa pétrea y confiados en ataque, con Hanga y sus tres triples como factor sorpresa y una ventaja como nunca antes en la serie (13-27).

Obradovic se desgañitaba bien temprano, porque sus soldados habían perdido la valentía. Tavares les ha impuesto un respeto total, que les hace encoger sus muñecas y olvidar su desparpajo. Lessort fue un guiñapo en manos del africano y por un momento el Partizan pareció en un callejón sin salida. Pero nada hay que dar por seguro en semejante escenario. Leday contagió a sus compañeros con sus desesperantes tiros de media distancia, el descanso de Tavares no sentó nada bien al Madrid -horrible Randolph– ni a su rebote y la remontada la culminó un triple de Andjusic (42-42). Sólo un error de principiante de Madar ante Llull llevó a los blancos con ventaja al descanso.

La zona de Mateo

Ya ocurrió en el tercer envite, el Madrid ha logrado traspasar el vértigo al Partizan, cuando son ellos los que caminaban por el abismo de la eliminación. Tanto vale el saber estar en estas cumbres. Pero de una forma u otra Obradovic iba a despertar a los suyos del embrujo. Y a la vez que las tribunas del Stark Arena rompieron a rugir de nuevo, los locales regresaron con furia del descanso. Los de Chus Mateo colapsaron por momentos en ataque y Leday (impresionante su actuación) y los triples de Papapetrou eran fuego en ese filo con dos púgiles exhaustos que sólo pensaban en que sonara la campana. A pesar de la tercera de Tavares, la zona volvió a dar algo de oxígeno al Madrid para iniciar el acto definitivo con ventaja (55-61).

Randolph a punto estuvo de arruinarlo todo y la lesión de Deck -Leday le cayó de mala manera en su rodilla izquierda-, que se marchó cojeando entre lágrimas, dejó helado el corazón blanco. Pero los nervios estaban del lado visitante y el Chacho tenía el partido agarrado con su magia infinita. Aunque en tres minutos pasaron mil aventuras. Williams-Goss pasó de héroe a villano: anotó cuatro tiros libres sin fallo pero perdió dos balones en su propia canasta, el segundo culminado con una canasta imposible de Madar que lo apretaba todo hasta lo insoportable (78-80). Pero el rey es Tavares y en su poderío estaba la victoria: ese dos más uno vale quilates.

Los que hacen soñar al Madrid con Kaunas, con levantar un 0-2 que nadie consiguió, una remontada para los libros de historia. Con Kevin Punter de vuelta -sin Yabusele aún y probablemente sin Deck-, el Palacio el miércoles dictara sentencia a uno de los playoffs más apasionantes que jamás vivió la Euroliga.

kpd