El “piquito” de Rubiales a Jenni que cambió todo en la RFEF: “presión” en el avión, surrealismo en la Asamblea y un castigo penal pendiente

El "piquito" de Rubiales a Jenni que cambió todo en la RFEF: "presión" en el avión, surrealismo en la Asamblea y un castigo penal pendiente

Los nombres propios de 2023 (V)

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Resulta que lo que hizo caer al máximo responsable de la Federación no fue la fiesta en Salobreña o las polémicas por las comisiones de la Supercopa de España en Arabia, sino un beso a Jenni Hermoso que provocó un cisma y un dominó de dimisiones en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas

Rubiales besa a Hermoso.

Era todo una fiesta. Una fiesta histórica para el fútbol femenino español. La realización de la final del Mundial enfocaba el camino de todas las jugadoras por el altar situado en el centro del Stadium Australia de Sídney cuando las cámaras se pararon en Jenni Hermoso, estrella de la selección, y en Luis Rubiales, presidente de la Federación Española de Fútbol. Se abrazaron, rieron y el directivo, en un gesto que ya es parte desagradable de la historia del fútbol femenino español, le agarró la cabeza y le dio un beso en la boca a la futbolista.

La imagen, ya lo saben, dio la vuelta al mundo, traspasó fronteras y el propio ámbito deportivo, sirvió de reflexión política y social y se convirtió en emblema de la revolución definitiva del equipo español provocando un cisma en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas, donde se sucedieron las dimisiones y las polémicas durante los días posteriores.

La noche en Australia fue sencillamente surrealista. Rubiales, después de haber celebrado el triunfo en el palco agarrándose sus partes íntimas al lado de la Reina Letizia y de bajar al césped para besar a toda la delegación, entró por teléfono en la Cadena Cope y llamó «gilipollas» y «tontos del culo» a aquellos que le estaban criticando por el beso a Hermoso.

Horas después, aprovechando la escala en Doha del viaje entre Sídney y Madrid y convencido por su equipo de trabajo de la necesidad de una disculpa, pidió perdón a su manera. No sin antes intentar que Jenni saliera a su lado, sin éxito. «Fue un momento de máxima efusividad, sin mala fe», admitió, 24 horas después de la polémica. Desde España, miembros del Gobierno como Yolanda Díaz ya estaba pidiendo su dimisión acusándole de haber «vejado y agredido a una mujer». Rubiales estaba en el precipicio y no se había dado cuenta, porque lo que pasó en ese avión de vuelta a España fue el principio de su final.

Desde los vestuarios de Sídney y ante lo elevado de las críticas, la Federación envió a EFE unas declaraciones escritas de Hermoso en las que quitaba hierro al asunto y decía que había sido «un gesto mutuo espontáneo». «El presi y yo tenemos una gran relación», decía la jugadora. Ese texto y la «presión» a la que sometieron a Hermoso algunos miembros de la expedición española, empezando por el propio seleccionador Jorge Vilda, para que saliera en el vídeo de disculpas con Rubiales saltaron a los medios de comunicación.

A partir de ahí, una guerra de guerrillas que el Gobierno también hizo suya: «Sus disculpas no son suficientes ni adecuadas. Es un gesto inaceptable», decía Pedro Sánchez, cavando un poco más honda la tumba federativa del dirigente. Rubiales, sin embargo, no se escondió y pasó al ataque. «¡No voy a dimitir, no voy a dimitir, no voy a dimitir!», gritó en la Asamblea Extraordinaria de la Federación, convocada con la idea de que dimitiera, como así se encargó él mismo y su equipo de filtrar a la prensa en las horas previas a su celebración.

Surrealismo en la Asamblea

Dicha Asamblea fue la guinda al surrealismo. Recordarán aquellos aplausos de Jorge Vilda y Luis de la Fuente, que terminaron con el primero destituido y el segundo en tela de juicio, y el «asesinato social» que clamó Rubiales como víctima, insistiendo en que el beso fue «consentido». «Nos abrazamos, me subió en brazos, me acercó a su cuerpo y le dije ‘olvídate del penalti’. Me contestó ‘eres un crack’, y yo le dije ‘¿un piquito?’. Y ella dijo ‘vale.’ Se despidió con un último manotazo en el costado y se fue riendo», relató.

Esa narración de los hechos, los ataques a Hermoso y las acusaciones al «falso feminismo» provocaron la renuncia de las futbolistas a la selección, una acción que, como el beso, dio la vuelta al mundo e hizo caer a Rubiales ante la FIFA. La máxima organización del fútbol mundial le inhabilitó y le prohibió acercarse a Hermoso. «Me sentí vulnerable y víctima de una agresión. Sencillamente, no fui respetada», volvió a repetir la jugadora en un comunicado.

Cuatro meses después, Rubiales está inhabilitado por la FIFA por actuar «de forma agresiva y totalmente inapropiada» y ha sido sustituido en el cargo por Pedro Rocha, que veremos si se presenta a las elecciones de este próximo año. Además, también está inhabilitado durante tres años por el Tribunal Administrativo del Deporte. Todo mientras el caso se desarrolla también por la vía penal, con la Fiscalía de la Audiencia Nacional acumulando declaraciones de los testigos para determinar si castiga o no al ya ex presidente de la Federación.

kpd